Por: Rafael Ayala Villalobos
El 11 de marzo del 2020 día de mi cumpleaños número tantos, estaba yo brindando con tequila, acompañado de familiares y amigos, cuando cayó el pelo en la sopa: ese día la Organización Mundial de la Salud hizo la declaración de la pandemia mundial covid-19. La declaró porque era su deber, pero también porque a pesar de su misterioso origen y su alarmante propagación y gravedad, los países estaban pasmados e irresponsablemente inactivos con un galopante moridero.
Llevamos más de un año y medio duro y dale con ésta enfermedad mortal en todo el mundo y por supuesto en México y en La Piedad. Aquí, la pandemia tomó desprevenidas a las autoridades sanitarias federales, estatales y ni qué decir municipales que no cuentan con una instancia que atienda la salud. Los negocios cerraron, el transporte se restringió, se perdieron muchos empleos, los estudiantes dejaron de ir a la escuela e incluso de estudiar, los hospitales y consultorios médicos cambiaron sus protocolos, la economía se colapsó, las familias gastaron hasta lo que no tenían y aún así se enlutaron, las funerarias y los expendios de oxígeno hicieron su agosto y las cosas se pusieron muy feas, color de hormiga. Casi todos perdimos algún familiar o amigo, tristemente.
Recordemos que acababa de suceder la decisión legal y administrativa, riesgosa y no bien implementada, de desaparecer el Seguro Popular. La decisión tenía como pivote centralizar los servicios de salud sin tener
todavía las reglas claras para que los estados pudieran atender la salud de sus poblaciones y mucho menos los municipios que fueron los que pagaron los platos rotos, perjudicándose con ello, en los hechos, más de 50 millones de usuarios de los servicios de salud en el país, habitantes de los municipios, a lo que no escaparon los piedadenses quienes de inmediato empezaron a sufrir la falta de consultas, de insumos para los auxiliares de diagnóstico de laboratorio químico clínico y de imagenología, el aplazamiento de cirugías, la carencia de material de curación y de osteosíntesis, así como de medicamentos, presupuesto para el mantenimiento predictivo, preventivo y correctivo de las instalaciones y los equipos médicos y la desatención y seguimiento a enfermedades crónico degenerativas porque disminuyó el personal médico y de enfermería –en los hechos, no en la nómina- y porque en la cruda realidad los centros de atención –caso concreto el IMSS de La Piedad- fueron reconvertidos para adecuar sus áreas y recursos para la atención de los enfermos del coronavirus.
Las causas principales de muerte de los piedadenses en el 2020, según uno puede ver en datos del INEGI, en primer lugar fueron las enfermedades pulmonares obstructivas, tumores cancerosos, enfermedades del corazón, diabetes, enfermedades cerebro-vasculares y del hígado, accidentes y agresiones. Cabe mencionar que la segunda causa de muerte entre los piedadenses fue COVID-19.
Por eso éste es buen momento de pensar en la atención a la salud de los miles de piedadenses con necesidad de atenderse enfermedades pasajeras, accidentes y, por supuesto, enfermedades crónicas que la medicina pública ha tenido que diferir en sus tratamientos o incluso
complicarse por el coronavirus. De ahí que el presidente municipal Samuel Hidalgo, ha establecido políticas públicas para crear a nivel municipal un nuevo y oportuno esquema de atención a la salud que seguramente dará en el mediano plazo los resultados deseados y necesarios.
México necesita de una reingeniería del sistema de salud público, ni duda cabe. Aquí hay un problema real: por un lado el artículo cuarto constitucional garantiza el derecho a la salud, pero por el otro, la atención real a la salud está para llorar. No se puede seguir difiriendo la atención médica en el país porque muchos centros hospitalarios han estado concentrados en la atención médica de pacientes contagiados por la tercera ola de contagios por covid-19. La reconversión fue necesaria, pero la pandemia va para largo y con muchos riesgos sanitarios. La federación no da muestras de querer hacerlo, por eso es menester que se de una insurgencia municipalista en materia de salud, que los municipios exijan a los estados y a la federación una solución viable, consensada, firme, para la problemática de salud que los nuevos tiempos imponen.
Los remedios no van a venir de arriba, de la federación, sino que habrán de surgir de abajo, de los municipios, de lo local. Por ello, decisiones como la que ha emprendido el alcalde piedadense es atinada y oportuna, pero habría que socializarla con otros municipios, porque es menester crear un frente nacional de municipios por la salud.
Mire usted, se han diferido los tratamientos y la atención de variadas enfermedades crónicas que aquejan la vida de los pacientes y que, para
colmo, han provocado un gasto tan injusto como inaceptable para las familias piedadenses. Piénsese tan solo en medicamentos contra el cáncer, en las diálisis peritoneales o las hemodiálisis que quienes las requieren viven un verdadero infierno físico y económico en las actuales condiciones.
Muy sabido es que hay desabasto en los tratamientos de niños con cáncer, sin embargo, existen otras enfermedades que se dejaron de atender y que figuran entre las principales causas de muerte del municipio, las ya dichas: diabetes, hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, accidentes, enfermedades del hígado, por citar las más importantes, pero existen otras como artritis reumatoide o psoriasis, que también provocan efectos discapacitantes y altos gastos a las familias.
Búsquele usted en los datos publicados del CONEVAL y verá que la pobreza en La Piedad, multidimensional como es, se agrava con el tema de la salud. De 2018 a 2020 presenta un indicador, el de carencia por acceso a la seguridad social y de salud que pasó de 16.2 por ciento ¡a 28.2 puntos porcentuales! El mayor cambio entre todas las carencias sociales fue justamente este incremento de 12 puntos porcentuales, que más que números son personas y familias sufriendo. Tan solo éste dato debe hacernos reflexionar sobre cuáles son las prioridades a atender en el municipio. Lo anterior se traduce en que existen aproximadamente 28 mil piedadenses con carencias por acceso a los servicios de salud y que, ante gastos de salud, representa pagos considerables con sus propios recursos que los obliga a endeudarse o morir… Los
piedadenses están empobreciendo y teniendo graves dificultades para atender su salud.
Viene al caso un dato importante: casi el 90 por ciento de quienes se atienden en el sector privado de la medicina reciben remesas o envíos de familiares que tienen en Estados Unidos de Norteamérica. Si esas remesas cayeran, la medicina privada se vería en apuros. Otro dato, ni siquiera el 50 por ciento de los médicos privados ganan de su práctica privada el 100 por ciento de sus ingresos, siendo éste apenas el 25 %. De ahí que las camas hospitalarias y el número de consultorios privados en La Piedad, con todo y que atienden a una población abierta regional, es sumamente reducida. Están subutilizados pues, pero al mismo tiempo algunos no alcanzan los indicadores de gestión básicos como por ejemplo que debe haber 5 enfermeras por cama o las disposiciones para el manejo de los Residuos Peligrosos Biológico Infecciosos. La cantidad de atención a pacientes no alcanza para tener una red hospitalaria plenamente eficiente y apegada a las Normas Oficiales Mexicanas. No se justifica, pero lo explica. Sin embargo La Piedad ofrece buena medicina privada a la región y constituye un pujante sector económico que atrae recursos de fuera, es pues, un sector precursor de la economía.
Al respecto, una propuesta a analizar es que se aproveche la capacidad instalada de la medicina y de los laboratorios privados mediante convenios con el gobierno municipal a tarifas preferenciales, con un catálogo básico de atención y clasificación de pago mediante estudio socioeconómico. El paciente pagaría una parte y el gobierno otra, en tanto que el sector privado cobraría mediante tarifa preferencial. Lo
contrario es seguir esperando a que los gobiernos federal y estatal resuelvan el problema y creo que es tiempo de buscar soluciones aquí mismo, como la comunidad solidaria que somos. No es una idea nueva, algunos municipios ya la hacen. La ví exitosamente en Puerto Progreso, Yucatán, por ejemplo.
El Hospital Regional Benito Juárez, de la Secretaría de Salud de Michoacán, no alcanza a atender con la calidad necesaria a la población abierta, esto es, a la que no cuenta con IMSS e ISSSTE. Tiene 60 camas censables, 3 quirófanos, 9 camas de urgencias, 102 enfermeras (1.7 cuando debería tener 5 por cada cama), 24 médicos generales y 50 especialistas dado que es un hospital de segundo nivel. Atiende al año en promedio 18,109 consultas y tiene también al año 4,374 egresos hospitalarios. Su personal y directivos le echan ganas, pero los recursos económicos, materiales y de insumos, así como sus colaboradores, son notoriamente insuficientes.
Por fortuna el gobierno estatal anterior inició la construcción del nuevo Centro de Salud en terreno aportado por el municipio en la calle Galeana y su construcción avanza de prisa. El actual ya era obsoleto e insuficiente. El nuevo, con más personal, equipos actualizados e instalaciones adecuadas, tendrá mayor capacidad resolutiva y será más productivo en beneficio de la población, pero seguirá sin alcanzarse la cobertura necesaria de atención a la salud de los habitantes de La Piedad, mucho menos de la región.
En el IMSS el problema se complica porque el 59 % de la población (106 mil 490 habitantes) es derechohabiente, una de las tasas más altas del
estado de Michoacán. Cabe destacar que casi el 25 % de sus derechohabientes son mujeres cabeza de familia, lo que de suyo implicaría establecer políticas públicas de atención y respaldo a éste sector duramente golpeado por la crisis económica y de salud desatada por el coronavirus y su no muy atinada gestión.
En La Piedad el problema se avecina peor, cada año la población va envejeciendo y nacen menos niños. Actualmente la mitad de la población tiene 30 años de edad o menos, son poco productivos, no resisten los rigores de la vida, fueron alimentados con chatarra, sin carácter y casi el 16 por ciento ya traen problemas de salud degenerativos, por lo que estos milenials estarán demandando en el mediano plazo más servicios de salud y ¡pensiones! a un sistema de pensiones en quiebra. Recuérdese que el año pasado el entonces Secretario de Hacienda, Herrera, dijo que en México hay apenas 6 % de la población pensionada y que sin embargo el dinero no alcanza, y que mucho menos alcanzaría para el 2050 cuando haya 26 por ciento de pensionados, o sea, los milenials, con sus delicadezas, ya viejitos. Así que el panorama futuro no pinta bien.
Por eso es momento de pensar en la salud a nivel municipal. Basta de alegar que eso es cosa federal o estatal. Hace falta que los municipios levanten la voz. Es ya momento de que la pandemia del coronavirus no siga sirviendo de pretexto para ocultar ineficiencias, ocurrencias y corruptelas. Es la hora de que los ciudadanos hagamos algo en colectivo, sin distingos partidaristas para recuperar la atención médica periódica y, desde luego, retomar la prevención en todas las unidades de primer nivel y de consulta externa.
La semana pasada un amigo mío no pudo conseguir cita en el IMSS por lo que resta del año y eso es indignante e inaceptable. Los gobiernos municipales no deben tener miedo de exigir para sus habitantes el suministro oportuno de medicamentos y ofrecer una mejor coordinación con los gobiernos estatales para que sea realidad el nuevo esquema de gratuidad universal del que habla el gobierno federal.
Sucede que el federalismo es tan inequitativo, sobre todo en materia fiscal y presupuestal, que los gobiernos municipales poco dicen, poco exigen, para que sus habitantes tengan acceso real y oportuno a la salud, porque temen que no los apoyen para pavimentar o comprar patrullas, cuando la salud es primero.
En La Piedad, por fortuna, el nuevo gobierno municipal tiene dispuesto un nuevo esquema de atención a la salud que seguramente coadyuvará en el futuro con el estado y la federación para hacer realidad el artículo cuarto constitucional, porque no es lo mismo tener derecho a la salud que tener acceso real y oportuno, con calidad y humanismo, a ella.
¿O usted qué opina?