Por: Rafael Ayala Villalobos
La Piedad se encamina a un desastre ecológico. ¿Porqué? Por la contaminación por desechos de rastros, basureros, vehículos automotores, humo, ruido, pirotecnia y la del río Lerma. ¿Más? Por los destrozos ecológicos causados por el desarrollo urbano inmoderado y no sustentable y la ocasionada por la plantación indiscriminada y ecocida de agave.
Estas dos últimas causas de la tragedia ecológica en ciernes, anunciada desde hace varios años por expertos, el crecimiento de la mancha urbana y el cultivo del agave, no siguen otro criterio más que el económico y el de la ganancia, sin atender consideraciones biológicas, de sustentabilidad y de conservación del ecosistema municipal que permite la viabilidad de La Piedad como municipio habitable.
Aquí mismo, con humildad, he propuesto apuntes para el análisis colectivo sobre la contaminación por humo, ruido, pirotecnia y la muy grave del río Lerma. Hoy me refiero a la que provoca el cultivo del agave que está deteriorando enormes extensiones de tierra por aquí y por allá y lo más grave, en el Cerro Grande, emblema y pulmón de La Piedad.
Este no es un artículo técnico por lo que no entro en detalles. Solo quiero poner visible éste problema para que tomemos conciencia de ello y junto con el Ayuntamiento pongamos manos a la obra porque la indiferencia con la que hemos actuado respecto al atentado ecológico a nuestro solar municipal ha sido la principal causa de que ni siquiera lo tengamos como tema prioritario en la agenda del diálogo público municipal.
Para poner en perspectiva el problema hay que recordar que para efectos prácticos y en los hechos, la principal fuerza y poder de un gobierno municipal es el dominio y la administración sobre su territorio solo que actualmente la federación no solo ha quitado recursos a los municipios para que estos puedan cuidar sus recursos naturales, sino que ni siquiera cuenta con programas oficiales para la protección de áreas naturales protegidas. Para colmo desde el 2015 la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) cerró su delegación en Michoacán trasladándola a Jalisco, así es como la federación le hecha la bolita a los municipios que se las ven negras para atender éste tema.
En el caso de La Piedad la situación ambiental es preocupante y mientras la federación no se avoca a resolver la contaminación del río Lerma ni al cuidado de las reservas naturales protegidas, nosotros, sociedad y gobierno municipal debemos hacerlo. Aquí nadie se raja.
Las reservas naturales de El Salto, el Cerro Grande y Taquiscuareo, son ejemplos claros de descuido, erosión y ecocidio, pero también la ciudad donde la mancha urbana crece indiscriminadamente y en la que se altera su tierra vegetal para edificaciones diversas, se hacen rellenos con tierras áridas, se destruye la biodiversidad arbórea, arbustiva y florística, así como de su fauna endémicas. Terrenos en laderas que sirven para escurrimientos de aguas hacia arroyos y al río Lerma, son alterados sin reparo, desmontados, socavados y rellenados para construcciones, sin advertir en el daño ecológico ocasionado.
La Piedad tiene 271 kilómetros cuadrados y una densidad de población de 366 habitantes por kilómetro cuadrado, la segunda más alta de Michoacán después de la de Morelia, la media estatal es de 77, así que vivimos apretados, tenemos poco territorio y hay que cuidarlo. Solo el 3 % de la población económicamente activa (PEA) se dedica a labores del campo. La Piedad no tiene reservas de tierra, casi todo es susceptible de urbanizarse, según actualmente lo tenemos erróneamente establecido.
Y es que aquí no nos ha importado el campo, prueba de ello es que hay un continuo traslado de capital del campo a la ciudad, de lo agrícola y pecuario a los sectores secundario y terciario de la economía e incluso a actividades meramente especulativas, y eso si no se da lo muy común: la fuga de capitales hacia otros estados. Por eso el campo está descapitalizado y abandonado.
La Piedad ya no puede crecer extensivamente sino “hacia arriba” y eso implica un cambio de criterios en el desarrollo urbano municipal y sobre todo un cambio de paradigma en nuestra relación con la naturaleza, dejar de vernos como dueños de la Tierra y pasar a asumirnos como parte del planeta y sus diversos ciclos y cadenas de vida.
No estoy en contra de la urbanización, pero sí creo que es necesario replantear los criterios con que actualmente estamos creciendo la mancha urbana.
Hace falta escuchar más voces, voces informadas, voces comprometidas con la viabilidad sustentable de nuestro municipio y no solo a los principales actores de la urbanización porque al final el solar municipal es de todos y todos pagamos las consecuencias con problemas de movilidad, aumento de la temperatura, incremento de la morbilidad y la mortalidad y con mayor deterioro de la calidad de vida de las familias piedadenses.
En suma, el desarrollo urbano y municipal tiene que ser democratizado, por ejemplo, mediante la planeación democrática de su desarrollo, el presupuesto participativo, la consulta popular, entre otras herramientas con las que las familias puedan ejercer su ciudadanía.
El 55 % de la superficie municipal es agrícola. De ese total solamente se cultivan 7,500 hectáreas, de las cuales según un cálculo preliminar, en los últimos 10 años en 3,900 hectáreas ya hay plantaciones de agave azul tequilero, sin contar con los cultivos clandestinos o en subregistro, o sea casi la mitad de las tierras cultivables.
Qué bueno que el agave esté convirtiéndose en un nuevo precursor de la economía municipal, que traiga dinero fresco de fuera, pero hay que regularlo porque de lo contrario ni a los productores de agave ni a la población en general le convendrá en el futuro cercano.
La verdad es que La Piedad no tiene antecedentes ni de maguey verde ni del azul, vaya, ni siquiera se le procesaba aquí como mezcal, porque hay que aclarar que el tequila es un tipo de mezcal. Eso de querer ver al maguey azul como símbolo de mexicanidad es cosa de cineastas, políticos, empresarios y mercadólogos. Así que es un cultivo extraño aquí.
Las plantaciones de agave modifican el suelo incluso de zonas aledañas a áreas naturales supuestamente protegidas como el Cerro Grande invadido ya de agave y del Parque Ecológico de Taquiscuareo, por ejemplo. Dichos terrenos son maltratados en exceso: los desmontan, rompen el hábitat de diversas especies animales, lo queman y lo someten a la erosión por agua y por viento ya que el agave exige estar “a suelo pelón”, entonces el agua pluvial ya no se retiene porque es monocultivo; por cierto, incrementa las plagas por lo que exige una fuerte cantidad de herbicidas que perjudican cultivos aledaños y acaban con las abejas.
Hay que recordar que en los años sesentas y setentas del siglo pasado La Piedad era un gran productor de miel a nivel nacional. ¿Cómo puede certificar un agricultor su cultivo como orgánico si en su terreno vecino una plantación de agave utiliza exceso de químicos dañinos?
Dejando por ahora a un lado la urbanización antiecológica que tenemos y la erosión de suelos vegetales por las plantaciones de agave en diversas zonas del municipio, me refiero a la destrucción del Coloso de La Piedad a manos (¿o a ruedas?) de motociclistas, ciclistas, automovilistas y andantes que no se atienen a un senderismo racional y respetuoso de la vida, sino que anteponiendo su diversión y deporte lo están destruyendo, incluso con adaptaciones antiecológicas de pistas y rampas de carreras.
Yo he participado en campañas de plantación de arbolitos en diversos puntos del Cerro Grande y luego vuelto a revisarlos y regarlos en tiempo de estío y he podido ver cómo han sido destruidos, sin que al parecer nadie cuide, cuando se supone que nominalmente hay tres guardabosques pagados por el gobierno del estado.
Vuelvo al agave y al Cerro Grande. Los suelos aluviales de La Piedad y de la falda del Cerro Grande, incluidos los cercanos al afluente del Lerma, son más bajos y se forman con tierra y materiales transportados por el agua de lluvia que baja, por lo que no son muy estructurados pero son ricos en materia orgánica. Estos suelos se erosionan con los cultivos del agave. Al erosionarse se hacen impermeables y pierden la riqueza de sus nutrientes. Esos suelos se exponen a la erosión por viento que a veces es fuerte en el Cerro Grande, por las aguas de escurrimiento, por el clima, por agentes biológicos y químicos empleados para combatir plagas porque aumentan su vulnerabilidad al ser, el agave, monocultivo.
Un detalle: hay que tener presente la gran deforestación y el gran daño ecológico que de por sí tienen las tres mesetas en medio de las cuales está asentada La Piedad: Zaragoza, el Muerto y el Camichín, cuyas laderas fueron arrasadas por la mancha urbana, asimismo tengamos presente que los casi 60 mil vehículos automotores de los municipios circundantes a La Piedad, aquí concurren… Todo ello compone un coctel explosivo de un desastre ecológico que ya se siente.
Regresando al tema central: qué bueno que el agave cobre auge, pero hay que trabajarlo como algunos vienen haciéndolo: con mayor responsabilidad ambiental, con vinculación entre el gobierno municipal y el sector privado de éste ramo, tal vez mediante un Consejo Municipal democráticamente electo que fije criterios y normas a ésta actividad.
Hoy por hoy el cultivo de agave en La Piedad contribuye a las malas huellas de carbono y del agua y no pertenece a una cadena de valor sustentable, de aquí.
Ante esta realidad el Ayuntamiento como institución jurídica, política y administrativa ha estado al pendiente pero considero que debe actuar más a fondo, lo que seguramente contaría con el apoyo de la mayoría de la población independientemente de banderías políticas.
Es cierto que La Piedad está en el mapa del agave, pero es sabido que ese mapa obedece más a criterios económicos y mercadológicos que de sustentabilidad, además, dicho mapa no está por encima de la soberanía del Estado en su nivel municipal que puede establecer zonas elegibles y métodos y requisitos para su cultivo.
Dichos criterios o ejes, mínimamente, deben ser éstos tres: sociedad, medio ambiente y económico, a fin de lograr un crecimiento económico con desarrollo social y sostenible.
Para colmo la tala ilegal de árboles en las inmediaciones del Coloso de La Piedad no para, principalmente de mezquite y cacíripe y la exacción de tierra, que junto con el derribamiento de árboles en zonas más cercanas a la urbe para desarrollar fraccionamientos, están provocando para mal cambios en el uso de suelo en perjuicio del ecosistema, olvidándose de que los bosques y el agua nos dan la vida e ignorando los servicios ecológicos que el Cerro Grande brinda a la región.
El Cerro Grande se está llenando de agave, su azul está desplazando a lo verde y a su fauna y flora natural. Nuestro querido Cerro, lugar de descanso y paseo, símbolo identitario y blasón de orgullo es estratégico para el equilibrio ecológico de la región, para la recarga de mantos acuíferos y es hábitat de especies endémicas de vegetales y animales.
Va una propuesta inicial, tratando de aportar algo a la discusión colectiva que éste tema amerita:
- Primero.- Identificar los suelos donde hay agave, así como a sus empresarios, para conjuntamente con la sociedad y el gobierno dialogar sobre éste tema y crear una organización consensadamente representada.
- Segundo.- Que el ayuntamiento convoque a una comisión que se avoque al conocimiento mayor de éste problema, consulte expertos y actores principales y elabore un programa para el manejo del cultivo del agave.
- Tercero.- Suspender la plantación del agave en los terrenos de aluvión, los ribereños del río Lerma, en todas las reservas naturales protegidas y por supuesto en los que forman el Cerro Grande.
- Cuarto.- Incentivar la plantación de agave en terrenos apropiados mediante la creación de un padrón de tierras cuyos detentadores quieran plantar agave o rentarlas a quienes deseen hacerlo.
- Quinto.- Difundir información y capacitación sobre la normatividad y procedimientos de SENASICA y del Consejo Regulador del Tequila, en materia del cultivo del agave, como instituciones coadyuvantes pero no supletorias de la autoridad del Ayuntamiento.
Hay que meterle orden a ésta actividad siguiendo la sentencia latina de “si cuidas el orden, el orden cuidará de ti”.
La propuesta es insuficiente, por supuesto, pero será la mejor opinión de expertos, activistas, estudiosos e interesados en el tema quienes con el liderazgo del Ayuntamiento y de su presidente podrán arribar a las mejores soluciones y prácticas de éste importante cultivo.
Un dato: agave viene del griego “admirable” o “noble”.
Hagamos que aquí su cultivo sea próspero y noble.
Rescatemos al Cerro Grande.
Protejamos la ecología de La Piedad.
Sean felices.