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Formando al nuevo piedadense

Por: Rafael Ayala Villalobos

Hace algunos años, una mañana de febrero en la colonia Juárez de La Piedad, un niño de 9 años me dijo como si nada señalando una casa: -«Allí venden droga». -¿Quién la vende? -le pregunté. -«Fulanito, nieto de sutana» -contestó. Luego platicaría que el padrastro lo sabe y cómo una patrulla pasa de vez en cuando.


La imagen es dolorosa y real y refleja en dónde estamos como comunidad.

El ayuntamiento tiene entre sus principales desafíos a resolver el de la educación de calidad y la formación del carácter del nuevo piedadense. Hay quienes piensan que el de la educación es un tema federal y estatal, y que el municipio solo acompaña.

Aún cuando la mayoría de los maestros de La Piedad, están comprometidos con los niños y los jóvenes, aún cuando rara vez hacen paros y aún cuando aquí tenemos la fortuna de contar con mentores responsables y capaces, hace falta aplicar a cabalidad los programas educativos y el calendario escolar. Y sin embargo son miles los niños y los jóvenes que han recibido certificados de primaria y secundaria no válidos en otros estados, problema medianamente resuelto durante el gobierno estatal anterior y que al parecer sigue en vías de solución en ésta administración.

Asimismo, es menester erradicar el analfabetismo y apoyarse en la estructura del sector educativo público y privado para diseñar y aplicar al menos dos programas: uno para fomentar el emprendimiento desde la infancia y otro para arraigar la cultura del carácter, entendido como la adopción de actitudes y conductas que eleven el capital social, esto es la confiabilidad de la sociedad, lo que con el tiempo generará gobiernos mejores y confiables. Hay que formar al nuevo piedadense, a partir de sus virtudes actuales, de su manera de ser, de sentir y de pensar.

Se trata de establecer a nivel municipal qué enseñar y qué aprender juntos como comunidad, desde la escuela y la familia para promover un mejor presente guiado por principios y valores universales y por ello, un mañana con reglas de convivencia de alto contenido ético.

Dado que los gobiernos no llegan de Marte sino que surgen de la sociedad y ésta los construye con el material de que dispone, ésta es la única manera civilizada de ir construyendo socialmente gobiernos honestos, incluyentes, participativos, eficientes, democráticos y socialmente responsables.

Y en esto todos caben: el ayuntamiento, los padres de familia, el magisterio y sus autoridades educativas, los alumnos, las iglesias, la comunidad entera, los sindicatos, las cámaras, las asociaciones que vertebran a la sociedad. Claro que haría falta entonces convocar a quienes se interesen para crear una organización plural y abierta, tipo Frente, para que quienes se le incorporen a título personal o de organización puedan seguir conservando su autonomía e identidad.

El actual ayuntamiento con el presidente a la cabeza ha mostrado un gran interés en el problema educativo, ha apoyado a la infraestructura educativa y ha estado atento al decurso de las actividades de la comunidad educativa, y más aún: al proceso enseñanza – aprendizaje.

Y sin embargo hace falta que junto a la inversión en ladrillos y pavimentos, invirtamos en las neuronas y en la vivencia de los valores. Por eso es importante que los electores se fijen bien por quién van a votar, a quién le ven más cualidades de liderazgo, ya que el gobierno debe acompasar el esfuerzo de lo público con el esfuerzo privado en el ramo educativo y en otros. Se precisa de un gobierno que dialogue, que incluya, que se abra, que entienda que la ciudadanía quiere participar en construirse mejor como comunidad, tal como se está haciendo, pero con mayor énfasis.

Dependerá de que los miembros del ayuntamiento actual y de los que vengan en el futuro se comprometen con la construcción de una mejor sociedad y de que los electores no se dejen seducir por modelos populistas y poco democráticos en los que la participación ciudadana empieza y termina en el mero acto de votar, que no quieran regresar a prácticas autoritarias sino antes bien, que deseen, exijan, ser tomados en cuenta a la hora de adoptar decisiones. El elector tiene que aceptar en su fuero interno que es posible un mejor futuro a partir de apostarle a una mejor educación con el sello de la casa piedadense.

En La Piedad, como en el país, es evidente una fuerte crisis de principios y valores que se ve reflejada en la corrupción, la violencia, la pobreza, la disfunción social y política que enfrentamos. A veces nos preguntamos ¿qué fué lo que sucedió? ¿en qué momento dejamos atrás el respeto, el resolver nuestros conflictos sin violencia, la ayuda mutua…?

La respuesta no es sencilla, pero podemos estar de acuerdo en que como gobierno y como comunidad dejamos de promover e incentivar los principios y valores universales.

No obstante, lo bueno es que los principios no se pierden; aunque no los vivamos, han sido y serán las bases de la justicia y la verdad, es decir, de una convivencia sana y armoniosa en nuestra vida y comunidad.

La propuesta es la siguiente: que maestros, prestadores de servicio social, pensionados, psicólogos, trabajadores sociales, padres de familia y abuelos, puedan enseñar a niños y jóvenes, temas que contribuyan a la formación del carácter de los educandos fuera del horario escolar, una vez por semana y de la forma más dinámica posible, con un diseño pedagógico consensado por especialistas, esto es, con una metodología única por módulos y objetivos, sujeto a evaluación.

Se trata pues de un programa municipal alentado por el presidente y consensado con la comunidad, apoyado por la iniciativa privada, en la que las autoridades educativas y los sindicatos estén de acuerdo y puedan firmar un convenio de colaboración.

Los temas, tentativamente, pueden ser: Trabajo duro, Honestidad, Confiabilidad, Generosidad, Humildad, Moderación, Temperamento, Productividad, Paciencia, Solidaridad, Subsidiariedad, Motivos aspiracionales, Paz duradera, entre otros.

Al irse perdiendo estos valores, se han generado enormes costos sociales y económicos y reducido la calidad de vida; la consecuencia: nuestro municipio no tiene un buen índice de competitividad aunque geográficamente esté bien ubicado.

Ojalá que el ayuntamiento se enfoque en este tema, ojalá que así como nos quejamos de la obra inconclusa del bulevar Lázaro Cárdenas, ojalá que así como nos molestan los baches, ojalá que así como nos congratulamos porque ya casi está listo el nuevo Centro de Salud, agarremos el toro por los cuernos en materia de formación social y solidaria y evitemos que las futuras generaciones nos reclamen la pasividad que hoy mostramos.

El gobierno municipal debe comprometerse en la formación del carácter del nuevo piedadense y liderar la convocatoria.

Con amor, vamos al buen futuro.

Vamos con esperanza.