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QUIRINGÜICHARO, DONDE SE DEJA EL TEPONAXTLE

Ecuandureo, Mich.- El municipio de Ecuandureo cuenta con una variedad de comunidades muy lindas que ofrecen una variedad distintiva de paisajes y vistas maravillosas; entre ellas se encuentra la comunidad de Quiringüicharo.

Entre sus maravillas podemos encontrar la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe en la plaza  principal, la cual tiene un estilo arquitectónico antiguo muy peculiar, y tuvo su origen en los años de 1847; ahí los fieles de la comunidad se reúnen con fervor  a realizar las celebraciones tradicionales católicas.


En la época prehispánica, Quiringüicharo era considerado como un punto estratégico en donde se daba aviso a los guerreros de que se acercaban los intrusos, en los tiempos de guerra.

En la plaza principal de la comunidad se encuentra una imagen de la Virgen de Guadalupe, elaborada a base de cantera con una frase que dice: ”lugar donde se deja el teponaxtle”; que quiere decir: lugar donde se guarda el instrumento sonoro o musical.

La palabra teponaxtle  se interpreta como el instrumento con el que daba  aviso a  la llegada de los intrusos en tiempos pasados, como lo he señalado en el párrafo anterior.

SU PASADO

De acuerdo con el historiador piedadense, Enrique Carbajal Ayala, Ecuandureo fue una congregación indígena antes de que pasaran por aquí los españoles entre 1523 y 1524, quienes dejaron el lugar «pacificado» y bajo la jurisdicción de Tlazazalca, Partido al que estaban sujetos además de Ecuandureo, Yurécuaro, Aramutarillo (La Piedad), Taquiscuareo, Penjamillo y Atacheo.

Entre 1523 y 1524, Hernán Cortés mandó como Visitador al Reino Tarasco, a efecto de que hiciera un Censo, a un señor que curiosamente se llamaba Antonio de Carvajal, quien se dedicó a extirpar la idolatría y evangelizar a los habitantes de la zona.

Los libros de historia están llenos de referencias sobre las embajadores enviados por Cortés ante el Rey Calzonzin y a la inversa. El reino Tarasco no peleó contra los Españoles y éstos lo consideraron como una Provincia Española con su estandarte y todo. En Pátzcuaro, en plena plaza principal, todavía está la casa colonial de los nietos del Calzonzin.

Pues bien, después del levantamiento que hizo Antonio de Carvajal, Cortés encomendó la cristianización de Tlazazalca y sus pueblos sujetos a un amigo de Antonio de Carvajal, que se llamó Antón o Antonio de Arriaga, según dice el investigador Dr. Jorge Ochoa Serrano en su libro: «Los Agraristas de Atacheo».

Los indígenas (tarascos)  que había en estas partes de Ecuandureo, y el lado sur del río Lerma, «eran gentes de paz»; pero los del lado Norte del Lerma llamados Chichimecas, «eran gente de guerra» y brincaban el río haciéndole de las suyas a los pacíficos tarascos.

«Quiringüicharo era considerado como un punto estratégico en donde se daba aviso a los guerreros que se acercaban los intrusos, por medio de grandes maderos huecos, o especie de tambores.

De aquí es donde proviene el nombre de Quiringüicharo que tiene el significado de ‘Lugar donde se deja el Teponaxtle’: mientras que el teponaxtle tiene el significado de tambor, aunque, también influye la terminación de Quiringüicharo, («aro») tiene que ver con la relación de ‘lugar cerca de un río’.

Hacia 1528 el emperador Carlos I de España y al mismo tiempo V de Alemania, envió a Don Nuño Beltrán de Guzmán como Presidente de la Real Audiencia (todavía no había Virrey) y le encargó además del gobierno de la Nueva España hacerle algo así como una auditoria a lo hecho por Cortés.

Lo puso como palo de gallinero. Cortés se defendió y Don Nuño tuvo que salir huyendo de la Capital y vino a parar acá pretextando una guerra contra los Chichimecas y este sí con garrote en mano «volvió a pacificar a los tarascos»; con los Chichimecas no pudo.

Otra vez «pacificados», la Corona Española, encomendó estas tierras a Don Juan Villaseñor Orozco, quien hizo su pequeño castillo en Huango (Villa Morelos) cerca de Puruándiro. Sus dominios alcanzaron prácticamente del Lago de Cuitzeo al Lago de Chapala; y de Tangancícuaro, Michoacán, a Cuerámaro, Guanajuato, incluido Pénjamo y Huanímaro.

Antes de morir, don Juan de Villaseñor y Orozco repartió sus bienes. La Hacienda de Villachuato,( al lado este de la vía que cruza la carretera La Piedad-Puruándiro) le quedó a su hija Ana De Villaseñor Cervantes. Ésta se casó con Don García Contreras Figueroa, cuyo hijo o nieto, el capitán y Alférez real Don Joseph de Figueroa y Sámano era dueño de Villachuato y Quiringüicaharo, que pertenecía a aquella hacienda de Puruándiro en 1658.

Por entonces Quiringüicharo era conocida como «La estancia» o «La Pastoría de los Sámano». Supongo, y nada más supongo, que los descendientes de Don Juan de Villaseñor Orozco emparentaron con los descendientes del encomendero de Chilchota, Don Juan de Sámano, cuyo hijo Carlos, estaba casado con Doña Inés de Carvajal, nieta que fue de Don Jorge de Alvarado, hermano del Conquistador Don Pedro de Alvarado y cuya mujer, si mal no recuerdo se llamó Doña Isabel de Cuevas y Pimentel (dato a verificar). Don Pedro, vino a morir por estos rumbos.

En su blog, Enrique Carbajal reflexiona: «Fíjate que me da algo de risa cuando algunos paisanos se la mientan a «los gachupines» y se ponen la camiseta tarasca ¡que bueno que se la pongan!, pero has oído por Quiringüicharo que alguna persona se apellide Cuini o Calzonzi? ¡Pues no!»

Ciertamente somos mestizos, con mucha sangre tarasca; pero el apellido que llevamos, sobre todo a los de acá, nos lo dejaron «los gachupines», nuestros abuelos. ¿Te suenan algunos de los apellidos arriba nombrados?.

¿QUIERES CONOCER DEL QUIRINGÜICHARO ACTUAL?

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