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EN LA PIEDAD, LA ATENCIÓN DE LA SALUD, DE MAL EN PEOR

Por: Rafael Ayala Villalobos

Les platico que hace un par de meses Carmelita, colaboradora de Coppel en La Piedad, sintiéndose mal acudió al hospital del IMSS donde por mala administración y negligencia murió junto con su bebé de varios meses de embarazo, causando profundo dolor y tristeza a sus familiares, amigos y compañeros de trabajo quienes la recuerdan como buena persona, amable y responsable. Llegó pidiendo ayuda con su carnet en la mano y dolor en el vientre.


Después de media hora le dijeron en vigencia de derechos que sí la podrían atender, sin embargo no la pasaban a urgencias que porque era cambio de turno, que porque los médicos estaban ocupados, que porque había pacientes más graves.

Entre tanto Carmelita se fue poniendo peor. Las personas que estaban en la sala de espera exigieron su inmediata atención, sin conseguirlo. Después de horas la pasaron. Más tarde personal del IMSS informó su fallecimiento a los familiares que la acompañaban.

Su deceso se ha sumado a la estadística de las muertes maternas que durante el actual gobierno federal han subido en número. Pero también su lamentable fallecimiento se agrega al desastre que el gobierno morenista ha provocado en materia de salud.

Esta es una de tantas historias de terror que los habitantes de la región de La Piedad viven en el IMSS y en el hospital regional de la Secretaría de Salud, que han incrementado sus recetas no surtidas y los diferimientos de cirugías, en los que hay una gran la lentitud para lograr consulta, ello pese al esfuerzo de directivos y personal, ya que el problema es nacional y estructural debido a la pésima conducción administrativa que hace el presidente López Obrador.

Otro caso indignante es el de Alma que tenía presión baja, vómito y mareo, “vértigo” decía ella. Un pariente la llevó al IMSS a las 8:15 de la noche de un viernes de abril. No le prestaron silla de ruedas para trasladarse del taxi a la sala de espera, porque no tenían, le dijo descortésmente una enfermera. Fue notoria la ausencia de camilleros. Como no podía estar sentada, se tiró en el piso donde vomitó tres veces hasta que la pasaron a las 12:30 de la noche. La sentaron en un sillón.

Un doctor la revisó, le prescribió y luego dieron dos pastillas de un antivomitivo indicándole que el lunes acudiera a la clínica familiar del instituto, cuando la tenían que haber canalizado. La sacaron sin mejora alguna. Las pastillas no las pudo tragar por el vómito.

Una vecina de ella la llevó a una clínica particular de Santa Ana, Guanajuato, donde estuvo internada un día obteniendo notable mejoría. Su vecina pagó 3 mil 750 pesos, a modo de préstamo.

Historias injustas y de angustia como estas hay muchas, seguramente tú, lector, lectora queridos conocen alguna o hasta las han vivido.

Ramiro de 7 años fue picado por un enjambre de abejas, al día siguiente presentó vómito, asfixia, amoratamiento, dolor de cabeza e inquietud. Su mamá pidió permiso para salir del trabajo a fin de llevarlo al IMSS; le dieron una hora. Después de 4 horas de no atender a su hijo, desesperada, lo llevó al Hospital Regional de la SSM, donde tampoco lo atendían. A las 7 de la noche lo condujo a un médico particular. Por poco y la corren de su trabajo, “es que mañana tenemos inventario”, le alegaron los patrones.

La lista de atrocidades que las familias sufren en la atención a su salud por culpa del mal gobierno federal de Morena es interminable. Equipos descompuestos porque no hay mantenimiento predictivo, preventivo ni correctivo, falta de medicamentos, dificultad para alcanzar citas a consulta o estudios auxiliares de diagnóstico, todo un viacrucis para quimioterapias y diálisis, falta de personal paramédico y médico que por más que ese esfuerzan no logran hacer buena medicina por saturación, exceso de trabajo y carencia de recursos, son el pan de cada día.

No hay sillas para que los pacientes y su familiar de apoyo esperen con dignidad ya que los tienen en la calle.

Tanto en el hospital general como en el del IMSS e ISSSTE hay incumplimiento normativo en los servicios auxiliares, enfermería y médicos, en el manejo de los residuos biológico infecciosos, en el cumplimiento de los horarios de trabajo y hoy por hoy no tienen los mejores indicadores de gestión. Este problema alcanza parcialmente a los hospitales particulares.

No, no nos podemos acostumbrar a este desgarriate porque no es normal, porque si las cosas no estaban bien, ahora están peor, porque no lo merecemos como personas humanas y porque sí se puede mejorar el sistema de salud.

En lo que va del sexenio, casi 16 millones de mexicanos perdieron acceso a la salud por tres principales causas: la desaparición del Seguro Popular, el desempleo y los recortes presupuestales en términos reales.

El señor de palacio es campeón en discursos pero es un desastre para dar resultados positivos. Ha logrado con su carisma que su narrativa domine el panorama público y tener amplia aceptación, controla la discusión política, es rijoso, odia como respira y fastidia a quienes piensan diferente, pero el sistema de salud dista mucho de ser como el de Dinamarca según prometió al llegar al poder. Ahora acaba de prometer que en un año se regularizará el abasto de medicamentos. ¿Quién le cree?

A la hora de la verdad todo impacta en la salud: la migración a Estados Unidos de habitantes de la región de la Piedad ha crecido dramáticamente, aquí ha aumentado la falta de empleos y en cambio no hay crecimiento económico que es lo único que puede romper el círculo vicioso de la pobreza. Igual o peor está el país. Y ni qué decir del deterioro en educación y comunicaciones y la falta de apoyos al campo.

Hay un caos en la seguridad pública que ensangrenta la nación y entrega territorios y actividades económicas al crimen organizado que se beneficia de la inacción cómplice del presidente. Todo ello agudiza la dificultad para que los mexicanos puedan tener garantizado su acceso a la salud como lo establece el artículo cuarto constitucional.

Está el caso de Mauricio que sintiéndose mal de regreso de Penjamillo, llegó al Hospital Regional de la SSM en La Piedad para pedir ayuda a su urgencia sentida. Luego de esperar casi una hora, no lo atendieron porque tenía IMSS. “Es que aquí me quedó cerca y ya no podía manejar”, les explicó sin convencerlos.

Mauricio tenía dolor en el pecho, respiraba con dificultad, presentaba sudor pegajoso y frío, palidez, dolor de cabeza, había vomitado en el camino y seguía con nausea. Dejó su camioneta y se fue al hospital del IMSS en un taxi que acababa de desocuparse.

En el IMSS volvió a esperar. Lo atendieron de carrera con algún tranquilizante y metoprolol y tan pronto lo vieron un poco mejor lo sacaron indicándole que el lunes acudiera a su clínica familiar. Era sábado en la tarde-noche. Falleció infartado en su casa al mediodía del día siguiente. Su esposa y sus hijos están muy molestos y tristes viviendo un duelo que no debió ser.

Por eso toca a la ciudadanía abrir los ojos, votar con mayor conocimiento y conciencia y exigir sus derechos, entre los que sobresale el de la salud, porque parte de lo que sucede también es resultado de que nos agachamos y callamos y por eso el presidente y su partido son requetebuenos para atizarle al conflicto pero muy malos para resolver los problemas del país y sentar las bases para lograr un real crecimiento.

Redujeron toda la problemática del país a la corrupción, pero con ellos ha aumentado la opacidad, no han acabado la corrupción y, por el contrario, en sus manos los problemas se han complicado. Ojalá rectificaran el camino, el diagnóstico y los remedios.

De nada nos sirve la popularidad del presidente si el sistema de salud es un desastre. Por eso digo que a usted, lectora, lector, les corresponde exigir conforme a derecho, no conformarse con lo que las autoridades o quienes le atienden le digan, ellos tienen la responsabilidad de buscar soluciones y usted la tiene de ser agente de cambio para bien. No todo es votar, también hay que ejercer la ciudadanía.

Pero por lo que se ve las cosas van a empeorar: en enero de este año el señor del palacio anunció con bombo y platillo que los servicios de salud a la población sin IMSS y sin ISSSTE -que al principio de su gobierno dijo que serían vistos por ese Frankestein llamado Instituto de Salud para el Bienestar, Insabi- ahora serían atendidos por el IMSS-Bienestar (¡zaz!) con lo que prácticamente se reconoció el error de haber desaparecido al Seguro Popular y el fracaso del Insabi que como la carabina de Ambrosio no sirvió para nada igual que esa entelequia llamada 4T.

Luego hace poco, anunció la contratación de 500 médicos cubanos (¡ooórale!) como haciéndonos creer que esto sería el principio de la solución al problema de falta de acceso efectivo a la salud que hoy por hoy lesiona a 36 millones de mexicanos, 15 millones más que en 2018 cuando llegó al poder el hablantín de palacio, según el Consejo Nacional de Evaluación de las Políticas de Desarrollo Social, Coneval.

La verdad es que a México no le faltan médicos sino que le sobran políticos ocurrentes y mentirosos que son buenos con el micrófono pero pésimos para administrar. Más bien lo que no hay es una política, un proyecto de salud bien construido, por eso andan dando bandazos a más de la mitad del sexenio. Para colmo, el boquiflojo del palacio virreinal, candil de la calle y obscuridad de su casa, ha anunciado que el IMSS atenderá centroamericanos (¡zaz!, bis).

El presupuesto federal al sector salud lo venían aumentando; de 2000 a 2015 subió 4 veces, hasta que en la segunda mitad del gobierno de Peña Nieto lo frenaron, aunque no disminuyó. López Obrador prometió incrementar el presupuesto, la gente le creyó y votó por él, pero el hombre, fiel a su costumbre, no cumplió, ni siquiera por la pandemia, por el contrario ha habido incesantes recortes presupuestales, afectando sobre todo a las familias que viven en pobreza extrema para las que tener IMSS o atención de calidad en un Centro de Salud “es un lujo como comer carne”, dice doña Meche que compra arriba de 800 pesos de medicamentos al mes que el IMSS le receta pero no le da por la carencia enojosa de medicamentos debido al tonto desmantelamiento del sistema de compras de insumos del sector público, lo que ha obligado a mucha gente a acudir a la medicina privada en perjuicio de sus bolsillos.

La Encuesta Nacional de Ingreso-Gasto de los Hogares 2020, confirma que el gasto promedio trimestral en salud de las familias subió 40% en los dos primeros años del actual gobierno. Lo anterior significa una cosa: que López Obrador y Morena están privatizando a la chita callando los servicios de salud y que no es cierto eso que pregonan a voz en cuello de que primero los pobres.

Las familias aumentaron de 2018 a 2020 en 25% su gasto ante catástrofes por pérdida de la salud, que antes estaba protegido por el Seguro Popular, regresando a los niveles que había en 2006. El incremento fue mayor en familias encabezadas por mujeres. Por eso es dable afirmar que este gobierno, como los cangrejos, va para atrás en salud. –¿Y en lo demás no? –alega doña Meche.

Según la Organización Mundial de la Salud -de la ONU- México ha reducido por primera vez en cien años su esperanza de vida y aporta el dato siguiente: el exceso de mortalidad en 2020 y 2021 fue de 55%, uno de los porcentajes más altos del orbe. Al respecto la esperanza de vida bajó cuatro años, habiendo pasado de 75 en 2019 a 71 años en 2021, lo que evidencia el deterioro del sistema de salud en México. Otro indicador en el que retrocedemos con Morena es el del número de muertes maternas que estando en 690 en 2019, llegó a mil 036 en 2021, por lo que el país regresó a números del 2010.

Y ya ve usted que desde el palacio virreinal anunciaron la desaparición de los hospitales psiquiátricos del gobierno que dizque porque las familias atenderán mejor a sus enfermos, como si en cada casa hubiera un psiquiatra y como si no hubiera enfermos peligrosos para ellos mismos, sus familiares y la sociedad. Para colmo el presupuesto destinado a la atención de la salud mental ha ido disminuyendo. Estos errores que perjudican a las familias más pobres son parte de la “austeridad republicana” que ahora ha pasado a “austeridad franciscana”, según dijo el demagogo mayor.

El desbarajuste que hicieron los del desgobierno actual tardará en corregirse. Ha sido tan brutal el nivel de destrucción institucional al sistema de salud creado en 1943 y que fue teniendo constantes mejoras que terminará este sexenio con mayores problemas y será hasta la era post-Amlo -si Morena no repite- cuando podrá iniciarse una recuperación que contemple la añeja propuesta de la izquierda social y democrática en voz del PRD: crear un sistema para la atención universal de salud, o sea, para todos, lo que solo podrá sostenerse con lo que el del palacio se ha negado a hacer por populista: una reforma fiscal progresiva que grave más al gran capital y menos a los que menos tienen, más al que retira utilidades y menos al que las reinvierte, pero eso solo lo hará un nuevo gobierno que no destruya, que sepa hablar pero también dar resultados, un gobierno de orientación democrática y contenido social, un gobierno honesto y eficiente, o por lo menos un gobierno que no sea mentiroso.

Así que cuando vayan a atender su salud, exijan sus derechos, pero también cuídense: tomen agua, ejercítense, coman frutas y verduras y hagan caso a sus médicos que, por fortuna, en esta región tenemos de los mejores.

Traten de ser felices.