La Piedad, Mich.- El barrio de Perros Bravos, uno de los más populares de La Piedad y que se ha desarrollado en torno al tempo de San Francisco de Asís tiene un pasado bravío, plagado de historias de cantina y gente de trabajo, dedicada a la curtiduría, elaboración de zapatos deportivos, balones y hasta el balompié profesional.
En la actualidad pocos conocen el origen del mote de este barrio, que forma parte de la zona Centro de La Piedad.
Algunos prefieren argumentar que la fama de “Perros Bravos” proviene de los pleitos que años atrás protagonizaban los varones de esta zona con los de “El Carmen”, “El Santuario” o “La Purísima”, que se disputaban los amores de algunas guapas mujeres.
Todavía en los años 80’s entrar a ese barrio por la noche, era complicado para cualquier habitante de otra colonia. Las calles oscuras eran escenario perfecto para que la reunión de algunos jóvenes bravucones que defendían a golpes su territorio de la intromisión de cualquier extraño.
El barrio es también uno de los más antiguos de la ciudad y está situado en torno de un hermoso edificio de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana erigido en honor a San Francisco de Asís.
Los antecedentes históricos referentes a esta obra arquitectónica señalan que el edificio sacro data del año de 1884, fecha en que dio principio la construcción; originalmente el proyecto contemplaba la edificación de una capilla dedicada a San Miguel Arcángel y para lo mismo estaba dedicado el predio que los vecinos del lugar poseían; sin embargo, el arribo de dos frailes Franciscanos: Luis de Moret y Luis de Portugal, cambiarían las pretensiones.
Luego de llegar a un acuerdo con los interesados se dio principio a la construcción para después de varios años de ardua labor, en 1903, el templo, ya concluido, fuera abierto al culto público, luego de ser bendecido por el Señor Cura J. Reyes Ávalos.
La construcción contempla una arquitectura del estilo neoclásico, lo cual le impone un sello local muy característico. Dentro del recinto Sagrado y precisamente en la base de la cúpula, los muros exhiben cuatro estupendas obras pictóricas que representan a los cuatro evangelistas: San Marcos, San Mateo, San Lucas y San Juan; todas ellas salidas del pincel maestro del artista Pedro Cruz.
¿DE DONDE VIENE EL MOTE DE PERROS BRAVOS?
Como ya se había mencionado, existe una versión que señala que el mote de “Perros Bravos” proviene de los vecinos que poblaron esa zona entre los años de 1970 hasta mediados de la década de los 90´s, quienes protagonizaban grandes pleitos y riñas colectivas en bailes, tertulias y fiestas que se realizaban en distintas colonias de la ciudad.
Cabe mencionar también que, en este barrio, la pasión por el deporte de las patadas llevó a su gente a desarrollarse en dos ámbitos: futbolistas (muchos de ellos profesionales) y fabricantes de accesorios para la practica del balompié: zapatos, espinilleras, balones, mochilas, etc.
Aquel modo de vida hizo que los hombres y mujeres del barrio fueran uniéndose en matrimonio, al grado que tiempo después prácticamente todos estaban emparentados unos con otros.
El lazo sanguíneo, aunque fuera por vía política, hizo más compacta la unión de toda esta gente, motivo por el cual el barrio se defendía con sangre. Si un extraño intentaba enamorar a una de las señoritas del lugar, pagaba su osadía con un “hocico roto”, relató Antonio Ibarra en una entrevista con La Redacción.
Por esa razón, dicen algunos, el nombre de Perros Bravos les venía como anillo al dedo.
Sin embargo, en el libro Cronología de La Piedad, escrito por José Antonio Martínez, se reproduce un acta de Ayuntamiento, que data del mes de agosto de 1825, en la que los miembros de la comuna ordenan que se retiren de las calles y plazas de la población a los matanceros y “que los ganados de los vecinos que por parte de noche y mañana habitan en la plaza y calles, se mande a que los encierren y se quiten para que no ensucien”. A los matanceros se les señala para matar y vender sus carnes, “la orilla del río”.
Este hecho, tiene una importante relevancia pues poco a poco se fue adoptando la costumbre de realizar labores de matanza en el margen del Lerma, a la altura de donde más tarde, en el año de 1832, se construiría el Puente Cabadas.
Pasaron los años y las actividades económicas fueron evolucionando, y en el mismo sitio donde las mujeres iban a lavar la ropa, también se reunían los hombres para “limpiar” los cueros quitándoles toda la grasa, para luego curtirlos y usarlos en la elaboración de zapatos.
Esos desperdicios, los que arrojaban los matanceros y curtidores, dieron paso a la proliferación de una gran cantidad de perros que se disputaban a mordidas y fuertes gruñidos cada pedazo de carne, grasa o cuero.
Esos mismos animales, solían irse entre el caserío del barrio de San Francisco, a buscar comida o a regresar con sus dueños, quienes los criaban para ser cuidadores de sus casas.
Llegó el momento, en que los animales se iban apropiando del territorio y en más de alguna ocasión llegaron a atacar a las personas que por ahí merodeaban, razón por la que los vecinos de otras colonias comenzaron a llamar a San Francisco como el Barrio de los Perros Bravos.