Por Rafael Ayala Villalobos
¡El río Lerma sigue muriendo! Su contaminación continúa enfermándolo todo, incluidos los humanos. Es uno de los ríos más contaminados del mundo. ¡Y parece que no nos importa! Tampoco al gobierno federal, responsable directo de las aguas nacionales. ¿Qué hacer? Ahorita les propongo algo.
Nuestro río nace en Lerma, Estado de México, a 2 mil 570 metros sobre el nivel del mar, luego recorre Michoacán y Querétaro, Guanajuato y Jalisco y llega al lago de Chapala de donde sale rebautizado como Santiago para desembocar en Nayarit en el océano Pacífico. Viaja más de 700 kilómetros y drena más de 47 mil kilómetros cuadrados. Es el más largo de México.
Innumerables empresas le lanzan descargas tóxicas en sus aguas. Más de 30 municipios le vacían desechos urbanos, agrícolas, pecuarios e industriales pudriéndole, mientras el gobierno federal se hace como que la Vírgen le habla.
No es primera vez que hablamos de esto. Pero por la vida nunca hay que cansarse. Es preciso dar continuidad a lo que otros, en buena hora, han emprendido para sanear al Lerma.
Sus aguas, antes limpias y cristalinas hasta los años sesentas del siglo pasado, se fueron contaminando y ya para los años setentas eran nauseabundas, obscuras, pútridas, contaminadas y contaminantes.
De 2008 a 2018 fallecieron 776 personas de insuficiencia renal por causas directamente relacionadas con la contaminación del Lerma y 226 de cáncer. Esos, apenas los registrados…
Y cómo no, si sus aguas contienen desengrasantes de alta toxicidad, y mercurio, níquel y cadmio, también tungsteno, glifosato, aceites y jabones industriales que acaban con el oxígeno del río y por lo tanto con su flora y fauna, entre otras sustancias nocivas para el río, muchas de ellas residuos de la pirotecnia, esos cohetes ruidosos que truenan la paz y la vida.
El río Lerma se ha convertido en un cuerpo de agua muerto. El poco oxígeno que tiene se lo acaban las bacterias que ocupan oxígeno, luego aparecen las anaeróbicas, que no necesitan de oxígeno y le dan la puntilla.
Cuando llega al Bajío, otro contaminante lo maltrata: el lirio, planta que ni siquiera es de aquí, que es parasitaria, que acaba con el oxígeno y que en sus raíces acuáticas anida los huevecillos del mosco, multiplicándose este, convirtiéndose en una nefasta plaga, transmisora de enfermedades.
Después de Chapala, el río, ya con el nombre de Santiago, recibe desperdicios animales, excretas de granjas y las muy pestilentes y contaminantes vinazas de los tequileros, además de las descargas de la Zona Metropolitana de Guadalajara y del corredor industrial de El Salto a Ocotlán.
Antes de Chapala, de nuestro lado, el río Lerma es un río de poca profundidad y poco declive lo que lo hace lento, lo cual agrava su contaminación porque hay semanas del año en que sus “albercas”, acomodadas como gradas una detrás de otra, se convierten en charcos enormes.
Periodistas, ambientalistas, algunos regidores, algunos presidentes municipales de La Piedad y activistas políticos y de la sociedad civil han denunciado desde hace unos treinta años la polución del río, nuestro Padre Lerma que antes era hermoso, que nos daba alimentos sanos, diversión, entretenimiento, salud mental y física y que ahora es causa de tristeza, enfermedades y muerte.
Lamentablemente también existen los municipios como Pénjamo y su colonia Santa Ana, que vierten sus desechos contaminantes en el río, siendo omisas a remediar el mal.
Ahora recuerdo el verso de Antonio Machado: “La vida baja como un ancho río”. Pero sigamos.
Aquí el asunto es que si todos lo contaminamos, juntos debemos sanearlo.
Yo creo que otra vez hay que hacer algo.
Hay que sumarnos porque este es un tema de vida.
El afluente lleva veneno puro y es menester buscar cómo nos organizamos para resolver la tragedia. ¿Tal vez un colectivo?
Organizados gobierno y sociedad, incluyendo a toda aquélla persona física o moral que desee participar, podremos lograr revivir al Lerma. En tal tarea caben los partidos políticos, los sindicatos, las cámaras; asimismo los colegios, las iglesias y también las asociaciones civiles. Todos, pues, desde la existencia individual de cada quien, desde nuestras diferencias y a partir de nuestra convivencia.
Creo que es atinado organizar y hacer recorridos por los márgenes del río a fin de informar y concientizar, para conocer el problema de cerca, para constatar su gravedad ignorada y la urgencia de resolución que tiene. La población sabe que el río está contaminado, pero no calibra qué tanto, aunque sufre las consecuencias.
Se trata de un grave problema de salud pública ya que la población ribereña, incluida la de La Piedad, padece enfermedades como gastroenteritis, dermatitis o conjuntivitis, entre otras, por causas directamente relacionadas con la contaminación del Lerma.
La Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer (IADC) sostiene que existen en el agua del Lerma sustancias disruptoras de hormonas, con efectos nocivos sobre el sistema endócrino y en la reproducción.
La organización internacional Greenpace señala al Lerma como que no solo contamina sino que ya es tóxico para los habitantes y la vida en general por los metales pesados que tiene desde el alto Lerma , como cadmio y cromo, entre otros más, calificados de alto riesgo cancerígeno y relacionados con el incremento de cáncer en niños. Aparte por el uso indiscriminado de insecticidas para combatir los moscos…
Estudios científicos de la UNAM sobre el río Lerma, lo consideran ya una cloaca, un lecho de muerte, sin oxígeno en sus primeros 15 kilómetros a partir de donde nace en los manantiales de Almoloya del Río, en el Estado de México, porque ahí el río cruza la mayor zona de desarrollo económico del país, con al menos 2 mil 500 grandes industrias, de las que solo tienen planta de tratamiento de sus aguas residuales el 40%.
Lo anterior significa que a la región del Bajío las aguas le llegan ya contaminadas. Esto no quiere decir que entonces no hagamos nada aquí por aliviar al Lerma. Son muchas las políticas públicas que podemos implementar como municipios.
Una de ellas, quizá la primera, es informar a la población, sin maquillaje, sobre la gravedad del problema, sensibilizarnos y asumir que somos ribereños del Lerma. Sí, somos gente del Lerma.
Hay que exigir y obligar al obligado: al gobierno federal a que atienda esta emergencia de inmediato.
Basta de que este ecocidio siga cometiéndose sin que las autoridades de los diversos niveles hagan respetar las normas vigentes, por lo que la impunidad campea ante la complacencia del gobierno federal preocupado en ganar elecciones y no en la vida y la salud.
Por lo menos en La Piedad los ayuntamientos han intentado desazolvar, retirar el lirio, vigilar las descargas, mantener al día los drenes colectores de aguas negras y las plantas de tratamiento de agua, pero eso no es secundado por el gobierno de Pénjamo, ni por los de río arriba, del Bajío hasta Lerma, Estado de México, y ni por el gobierno federal actual que, de plano, no ha movido un dedo ante esta crisis ambiental. Simplemente no es un tema que le importe y como estamos callados e inactivos, menos.
Creo que hay que exigir al Estado mexicano que resuelva el problema e instrumente medidas adecuadas para ello.
No puede ser que los municipios ribereños del Lerma no tengan un apoyo económico extra y etiquetado de parte de la federación para, por ejemplo, construir plantas de tratamiento (aunque éstas limpian los desechos residuales pero no los químicos ni los metales pesados…), o para vigilar que las descargas al río sean de las permitidas, a fin de que los ayuntamientos en verdad coadyuven con la federación en el cuidado de la salud y la vida de sus habitantes.
Creo que hay que generar una Dirección de Ecología y Medio Ambiente en el municipio, dada la relevancia de éste y otros temas, y que por supuesto tenga, entre otros pertinentes, un Departamento Jurídico, para que no sea como un león chimuelo.
Creo que hay que lograr que la Comisión Nacional del Agua, se avoque a resolver esta crisis ambiental, involucrando a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales del gobierno federal, a la Secretaría de Salud, a la Comisión de Agua del Estado de México y a las de los estados bañados por el Lerma; también a los ayuntamientos de los municipios por donde pasa el caudal hídrico del Lerma, a fin de que las entidades mencionadas, a la de ya, diseñen y ejecuten acciones eficientes, que se puedan evaluar a corto, mediano y largo plazo para detener el negativo impacto ambiental que se está sufriendo.
Creo también que hay que formar un frente de lucha a favor del Lerma que incluya a los municipios río arriba. Ojalá La Piedad tome la iniciativa.
Creo que hay que acudir ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos…
Creo que hay que utilizar el derecho de amparo…para garantizar el derecho al medioambiente sano y la salud de todas y de todos.
Creo que hay que manifestarse frente a palacio nacional pues la federación en este sexenio se ha desentendido de cuidar e inspeccionar las descargas que arrojan las industrias asentadas en las márgenes del río.
Que no se nos olvide que nos hermana el ser piedadenses, no nos dividamos por banderías de ocasión cuando tenemos enfrente un enorme reto de salud y vida.
Pueden surgir muchas otras propuestas, pero fijo una meta inmediata a alcanzar: que el gobierno federal haga la declaratoria de emergencia ambiental para poder destinar recursos humanos, materiales y financieros con el objeto de buscar una solución de fondo y permanente, apoyada en la ciencia y en las buenas prácticas en la gestión de ríos, sin simulaciones.
No debemos callar por temor a que la Comisión Nacional del Agua le pudiera negar a La Piedad algunos apoyos.
Recordemos que no nos regala nada, sino que cumple con su deber en procuración de nuestros derechos.
No vamos a trocar la salud del río y de nuestra gente por tal o cual apoyo. Sería como intercambiar oro por espejitos.
Este tema ha estado ya muy diagnosticado. Hay que pasar a la acción.
Ha descansado por muchos años en manos de opinantes, observadores y autoridades. Y no hay avance.
Llegó la hora de que los ciudadanos, en directo, tomemos en nuestras manos la resolución a la tragedia ambiental del río Lerma.
Los de La Piedad tenemos cara para hacerlo porque somos de uno de los municipios donde sociedad y gobierno han procurado la salud del río.
No se vale que los municipios de río arriba nos manden sus desechos tóxicos y la federación se haga de la vista gorda.
No se vale que Pénjamo y su colonia Santa Ana contaminen el río.
No se vale casi secar el río para guardar el agua en presas priorizando a la agricultura intensiva.
No se vale colocar al capital por encima de la salud y de la vida.
Aquí hay niños, hay gente y hay vida que defender.
Cuando decimos que en La Piedad hay progreso, ¿de verdad lo creemos si nuestro río está muriendo y todo lo enferma?
Con un solo enfermo a consecuencia de la contaminación del Lerma, con los vasos de agua cercanos al río también contaminados, no podemos afirmar que vamos bien.
Nadie es ajeno a ésta catástrofe.
Recordemos que solo en el compromiso compartido encontraremos autenticidad a nuestra existencia.
No amemos en abstracto a la humanidad.
Amemos a los de aquí y a los de ahora.
¿Quién dice yo?
Digamos con Heraud: “Yo soy un río / voy bajando por las piedras anchas, / voy bajando por las rocas duras, / por el sendero dibujado por el / viento”.
Y es que todos somos el río Lerma.
En lo que cabe, sean felices.