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LA MARCHA DEL 26

Por: Rafael Ayala Villalobos

El domingo 26 de febrero a las 10:30 de la mañana, se realizará en La Piedad una marcha ciudadana del parque Morelos a la plaza principal, para manifestar su oposición al llamado plan B electoral, en defensa de las libertades, la democracia, los derechos políticos del pueblo, del voto libre y del Instituto Nacional Electoral, el INE, a la que ustedes, lectora, lector queridos, están invitados.


La concentración ciudadana es independiente de los partidos políticos. Busca que éstos, los partidos y los poderes legislativos y judicial, tomen conciencia y nota de que la gente quiere mejorar al INE, lo que implica reformas, pero no las antidemocráticas y tramposas que el presidente López O. propuso en su fracasada reforma constitucional en materia electoral, ni en su segunda intentona, su plan B, un conjunto de cambios absurdos, arbitrarios, anticonstitucionales y antidemocráticos.

La marcha ciudadana del próximo 26 quiere poner visible el rechazo a la destrucción institucional que el presidente y sus partidarios quieren hacer del INE, organismo autónomo, garante de las libertades y los derechos políticos, que con profesionalismo e imparcialidad ha garantizado procesos electorales no cuestionados, que no han provocado conflictos y, por el contrario, han permitido que los mexicanos, los michoacanos y los piedadenses renovemos los gobiernos sin violencia.

El INE necesita cambios como toda construcción humana, claro, pero mejor que se quede por ahora como está a fin de no dar oportunidad al presidente López O. a restarle funcionabilidad, capacidad resolutiva, profesionalismo e imparcialidad, destazándolo, como dijo el pandillero de la política que es el secretario de gobernación, quien negó que habrá despidos, cuando es sabido que más de cinco mil trabajadores técnicos de la estructura del INE serán dados de baja, porque el gobierno, con el garlito del “ahorro”, quiere que sea como en los viejos tiempos de la dictadura perfecta: que el gobierno meta las manos en la organización y el desarrollo de los procesos electorales, e incluso, -inhale y exhale usted- que la secretaría de gobernación sea la que emita las credenciales para votar, uno de los documentos confiables y más queridos de los mexicanos: la credencial del INE. Los módulos de registro y credencialización que hoy usted conoce, desaparecerían.

La marcha del 26 también es en defensa del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el TEPJF, que el presidente también quiere desaparecer, junto con los organismos electorales de cada estado del país, porque dice que primero está la “austeridá”, lo cual va muy en su línea narcisista de concentrar más y más poder en su persona, fortalecer el centralismo en perjuicio del federalismo y evitar que su partido pudiese perder el poder. No las elecciones, sino el poder. Las elecciones, sabe que las va a perder, por eso diseñó con dolo y trampa su plan B. Conoce que la población sabe que su gobierno ha fracasado rotundamente. Y es que la demagogia y el populismo nunca han resuelto problemas en ninguna parte del mundo.

Tanto el INE como el Tribunal Electoral forman parte de la estructura institucional que la sociedad civil y los partidos políticos fueron construyendo durante casi 30 años mediante 8 reformas, siempre fruto de diálogos y acuerdos. ¿Qué buscaban esos pactos? Avanzar en la democratización de la vida nacional.

Primero había que afianzar la democracia electoral como una etapa necesaria para llegar a la democracia participativa, y éstas dos, como peldaños para subir al siguiente nivel: la democracia operativa, con mayor equidad e inclusión. Ha habido un avance importante.

La diversidad social está más representada en las estructuras del poder público y el bienestar colectivo está por encima de los intereses individuales, partidistas y corporativos.

Ah, pero el señor del palacio quiere darles para atrás. No se le va a hacer y no lo podemos permitir porque aquí se está jugando la viabilidad de México como país.

En el fondo, lo que el presidente fracasado intenta es crear condiciones para que las elecciones no se realicen en el 2024, y poder instalar un gobierno de facto, imponer a quien él y solo él elija como su sucesor o sucesora, continuar él mismo o dejar a los militares como encargados del despacho mientras se convoca a un nuevo congreso constituyente. El modelito venezolano y niacaragüense, pues.

No de otro modo se entiende que ahora que se verificarán las mayores elecciones de la historia mexicana, con más cargos de elección popular a renovar, se quiera destruir, casi eliminar la estructura operativa del INE, desaparecer el Tribunal Electoral y los organismos electorales estatales, reducirle el presupuesto al INE, entre otras barbaridades.

En La Piedad hay una incipiente sociedad civil que se está conjuntando y organizando. Ahí va. Es alentador saber que hay muchísimas personas, mujeres y hombres de bien que están dispuestos a participar en defensa de las libertades. Son por ahora, el aliento de la marcha del 26.

Los jóvenes no saben cómo eran las elecciones antes con el régimen de partido dominante, casi único, en el que se formó el hoy presidente.

Miren, la Secretaría de Gobernación conducía y calificaba a su antojo las comicios. El fraude era consuetudinario. Los medios de comunicación controlados y amordazados. No había internet ni redes sociales. Los partidos de oposición eran marginados y sus líderes reprimidos, a veces matándolos.

La credencial para votar la hacía Gobernación, lo que le permitía cometer trampas como “el ratón loco”, “rasurar” el padrón, o sea, aunque alguien tuviera su credencial, si no estaba en la lista nominal de la casilla, no lo dejaban votar, entre otras marranadas que hacían de las elecciones un cochinero.

No todos los partidarios del antiguo régimen eran antidemócratas, pero los que más avanzaban políticamente tenían que plegarse a estas malas prácticas.

Ahora, lector, lectora, les platico algunas razones por las que hay que participar en la marcha del 26:

1.- La reforma del presidente López O. quiere quitar la autonomía del INE y manejarlo a su antojo cuando la autonomía es necesaria para tener una autoridad electoral que garantice imparcialidad.

2.- Destruyendo los institutos y tribunales electorales estatales se lesiona el federalismo; no somos una república centralista. Pero además, los recursos materiales, humanos y financieros que le quieren dejar al INE, no le alcanzarán para operar las elecciones federales y encima las estatales. Se haría un relajo.

3.- La reforma mañosa quiere que en el INE algunas estructuras de su personal sean temporales, lo que golpea una de sus fortalezas: el servicio profesional electoral en el que su personal es leal al instituto y al pueblo de México y nada más, porque no le tiene que andar viendo la cara a nadie para conservar su chamba. El presidente los quiere incondicionales al hacer que les puedan o no renovar sus contratos.

4.- Los partidos opositores ya no recibirán financiamiento permanente, sino ocasional, cuando haya elecciones federales. El presidente los quiere lo más débiles que se pueda, al fin y al cabo que la delincuencia organizada ayuda a Morena, como hemos visto y padecido, además de que Morena agarra –con garras- dinero público, como se ha visto en videos y como en La Piedad vimos cuando éste partido hizo su sainete para “elegir” delegados el año pasado.

5.- La reforma reduce de 48 a 30 minutos diarios lo que los partidos pueden usar en televisión y radio. Quieren silenciarlos, pues.

6. El padrón electoral se le quitaría al INE. Lo elaboraría la Secretaría de Gobernación. O sea, el presidente quiere poner la Iglesia en manos de Lutero.

7.- A diferencia de las ocho reformas aprobadas desde 1977, ahora el motor de la misma no son las propuestas de la sociedad civil y de los partidos políticos, sino los caprichos del presidente, motivados por su miedo a perder el poder. Megalómano que es. Una reforma impuesta da pie a que el que pierda se inconforme y pueda haber desorden social y violencia.

8.- Por su diversidad, México no puede privarse de contar con un organizador electoral imparcial y unos tribunales no alineados a nadie, capaces de atender cualquier litigio post electoral.

9.- Con la fórmula propuesta en el plan B para integrar el Senado quedarían fuera los partidos más pequeños y ya ven que nos quejábamos de ellos, pero bien que han servido para contener los despropósitos presidenciales. Además la reforma quiere que los partidos hagan listas de candidatos a senadores (y a diputados). O sea, el elector votará por la lista del partido de su preferencia, lo que dará mayor poder a las cúpulas partidistas por encima de la ciudadanía, ya que integrarán las listas según sus conveniencias.

10. Habría un retroceso en cuanto a la representación proporcional en la Cámara de Diputados, por querer reducir a machetazos el número de diputados. Las minorías serían menos representadas. Sus voces serían marginadas.

11.- Los que saben dice que si algo funciona, hay que dejarlo como está. El INE funciona. El Tribunal Electoral, también. Esas instituciones son el cimiento de nuestra democracia aún en pañales y aún imperfecta, pero ya no son controladas por el gobierno, como el señor del palacio quiere que vuelva a suceder.

La democracia es el único régimen capaz de albergar la gran diversidad cultural y política-ideológica de México.

El presidente errado quiere imponer una sola visión, un proyecto único, que ni siquiera funciona, todo le ha salido mal, y para lograrlo no dialoga, impone; no convence, sino que quiere vencer.

De ahí rodearse de militares en la ceremonia conmemorativa de la Constitución, y no como corresponde al protocolo republicano junto a los titulares de los poderes legislativo y judicial. El mensaje está claro. No hay que jugar con fuego.

Dejemos la apatía, la ingenuidad y la incredulidad.

Piensa en tus hijos, si eres padre o madre.

Y en tu futuro, si eres jóven.

Participemos en la marcha del 26.

Sean felices.