Por: César Rodríguez
En el corazón de La Piedad fluye el río Lerma, cuya belleza ha sido arrebatada por un mar de lirios, mosquitos, basura y aguas negras, pintando un desolador panorama de la negligencia oficial.
El Gobierno Municipal de La Piedad, en un acto ciego y sordo a las preocupaciones de sus ciudadanos, ha dejado que este vibrante río se convierta en un nido de enfermedades y contaminación. Es una triste verdad que el Lerma, antes una fuente de orgullo para los piedadenses, ahora se ha convertido en un vergonzoso recordatorio de la desatención ambiental.
El lirio acuático, una especie invasora, se ha apoderado del río. La consecuencia inmediata es la proliferación de mosquitos, que se multiplican en su densa maleza. Los montones de basura y el desagüe de aguas residuales en sus orillas sólo agravan la situación. Este cuadro no sólo atenta contra la estética del lugar, sino que también genera graves riesgos para la salud pública. Samuel Hidalgo prefiere callar sobre el tema y no dar explicaciones, prefiere anunciar con bombo y platillo sus logros en obra pública sin importarle el tema del medio ambiente.
Desde hace más de 20 años, la contaminación del río ha sido un foco de enfermedades bacterianas y virales. Aún más alarmante es el hecho de que se ha observado un incremento en los casos de leucemia infantil en las zonas aledañas al río, un hecho que no puede pasar desapercibido ni ser ignorado.
Es inadmisible que la administración municipal no haya tomado medidas efectivas para solucionar este problema. El río Lerma, un valioso recurso natural que debería ser un activo para la ciudad, se ha convertido en un desafío constante para la salud y el bienestar de sus habitantes.
Se necesita una acción rápida y eficaz. La descontaminación y restauración del río no sólo mejoraría la salud de la comunidad y el medio ambiente, sino que también permitiría el regreso de actividades recreativas y turísticas en torno a sus orillas, impulsando la economía local.
Es tiempo de que el Gobierno Municipal de La Piedad deje de hacerse de la vista gorda y empiece a tomar responsabilidad por la salud de su río y, por ende, la salud de su gente. El río Lerma merece ser salvado, y los piedadenses merecen un río del cual puedan estar orgullosos nuevamente.
¿No cree usted que primero se debe solucionar este problema antes de proponer «parques lineales» a la orilla de un río putrefacto? ¿No considera que hay prioridades ambientales antes de querer desmantelar el «jardín de los duendes» por ejemplo? Parece mero capricho y hasta una completa irresponsabilidad. Juzgue usted.