Rusia.- Una nueva catástrofe ecológica se ha registrado en la remota ciudad minera llamada Norilsk, en el norte de Rusia, donde más de 20 mil toneladas de combustible procedentes de una planta energética se fueron directo al río Ambarnaya, lo que pone en riesgo al océano ártico, ya que sus aguas desembocan este lugar.
La agencia estatal de la gestión de recursos naturales en Rusia señalan que se necesitarán décadas para lograr recuperar el equilibrio ecológico en esa zona, mientras que activistas de GreenPeace llegaron a comparar esta situación con catástrofe ecológica ocurrida en el año de 1989 en Alaska cuando el petrolero Exxon Valdez, encalló en un arrecife y derramó miles de toneladas de petróleo al mar.
Ante ello, el presidente ruso Vladímir Putin, ordenó declarar el estado de emergencia en la región y reprendió de manera pública a las autoridades de Norilsk-Nikel, una de cuyas empresas subsidarias es responsable de la polución.
«¿Cómo es posible que las agencias gubernamentales solo se enteren dos días después de los hechos?; ¿nos vamos a tener que informar por las redes sociales? ¿está usted en su sano juicio», reprochó el líder del Kremlin a Serguéi Lipin, responsable de NTEK, compañía a la que pertenece la planta energética.
La empresa matriz, en cambio, ha asegurado que la información respecto al vertido fue proporcionada «en tiempo y modo adecuado».
Por su parte el gobernador de la región de Krasnoyarsk, Aleksándr Uss, que se ubica en el corazón de Siberia, ha intentado sacudirse de encima las posibles responsabilidades atacando a la compañía.
Asegurando a Putin que «Solo nos enteramos de la situación real el domingo» después de que «informaciones inquietantes aparecieran en los medios sociales».
De hecho, la alarma fue lanzada por el Fondo Mundial para la Naturaleza, una organización medioambiental con sede en Suiza, que dió a entender que en realidad, en esta ocasión las dimensiones del vertido habían impedido ocultar lo sucedido.
En una declaración de Alekséi Knizhzikov, señaló que «Son volúmenes enormes; era dificil para ellos ocultarlo», debido a que las fotografías procedentes de la región muestran kilómetros de la corriente del Ambárnaya con las aguas coloreadas de color carmesí.
En ese sentido, la organización Greenpeace ha recordado que la catástrofe del Exxon Valdez de hace tres decenios en Alaska costó a sus responsables la suma de 8.000 millones de dólares, y ha exigido al Gobierno ruso que modifique «las leyes medioambientales» para evitar que las empresas en Rusia, como ha venido sucediendo «con frecuencia» en los últimos años, «evadan sus responsabilidades financieras».
La anterior ocasión en que algo similar sucedió en Rusia se produjo en el 2007 en el estrecho de Kerch, involucrando una cantidad de vertido cuatro veces menor (5.000 toneladas) lo que obligó al Estado a desplegar al Ejército y a cientos de voluntarios.
Hace cuatro años, también en Norilsk, el Daldykan, otro río de la zona, apareció coloreado de rojo después de que aguas ferrosas procedentes de una canalización rebosaran y alcanzaran la corriente fluvial. Entonces, Norilsk Nikel aseguró que no existía «peligro».