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La devoción al Santo Niño de Numarán y sus milagros

Numarán, Mich.- La veneración a la Imagen del Santo Niño de Numarán ha sido el centro de numerosos relatos de milagros, que cuentan las personas que han sido testigos de ello.

Quienes invocan la ayuda de Nuestro Señor a través de esta devota imagen aseguran ser favorecidos, y las paredes de la iglesia, adornadas con retablos, retratos y figuras de plata, testimonian la lluvia de beneficios espirituales y materiales que ha caído sobre los devotos en tiempos de aflicción, enfermedad, calamidades y disturbios.


La protección milagrosa, transmitida de generación en generación, se hace más palpable y profunda a medida que crece la devoción al Santo Niño.

Los ancianos del pueblo, testigos de prodigios narrados con entusiasmo por sus antepasados, aseguran haber experimentado la misericordiosa protección en todos los tropiezos de la vida.

La fe en la Santa Imagen se ha convertido en el pilar fundamental de la comunidad, atribuyendo la felicidad de sus vidas a esta devoción.

Algunos incluso sostienen que la conservación de la fe en Numarán, a pesar de persecuciones y adversidades, se debe a la presencia milagrosa del Santo Niño.

Uno de los relatos destaca la protección durante la persecución religiosa de Plutarco Elías Calles, durante la Guerra Cristera, cuando la imagen se mantuvo venerada y reconocida como la protectora de los perseguidos, quienes le enviaban exvotos en agradecimiento.

Numarán, a pesar de las persecuciones y la clerofobia, mantuvo  intacto el tesoro de la fe cristiana.

En un episodio histórico, durante la Revolución, Don Mucio Villegas narra cómo el Santo Niño protegió milagrosamente al pueblo de Numarán de los revolucionarios.

En un momento de peligro, el devoto se refugió tras la puerta de una casa, invocando la protección del Niño Milagroso, y fue ignorado por sus perseguidores.

Otro acontecimiento reciente destaca la fe del pueblo en la devoción al Santo Niño para obtener lluvia en tiempos de sequía. Una procesión, encabezada por la imagen del Santo Niño, fue organizada para pedir la lluvia. A pesar de las burlas de algunos, la procesión avanzó, y justo cuando tocaba las riberas del Río Lerma, el cielo se nubló y la lluvia comenzó a caer de manera milagrosa.

La multitud, emocionada y agradecida, gritó «¡Milagro! ¡Milagro!» y siguió formada para recibir más bendiciones. Estos testimonios refuerzan la creencia en los milagros atribuidos a la devoción al Santo Niño de Numarán, cuya imagen continúa siendo un faro de esperanza y protección para la comunidad.