Por Sergio Armando García Jiménez
En mi primer artículo de la semana pasada recordarás hablé de los diversos gobiernos emanados del PRI y del PAN que estuvieron al frente del país desde el 2000 hasta el 2018: Vicente Fox Quezada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto; todos ellos haciendo un papel lleno de claro-oscuros, pero mal que bien, nuestra nación siempre fuerte y voluntariosa, ha salido adelante con ánimos renovados. Además con la esperanza de que un día tendría que llegar un mandatario con la honesta mentalidad de lograr poner a nuestro país en un lugar privilegiado que les permita a sus ciudadanos tener una vida tranquila, de progreso, alejada de las acciones viles, ventajosas y corruptas que siempre y a través de los tiempos ha soportado de sus eternos prometedores, los líderes políticos.
AMLO perteneció en sus inicios políticos al PRI (1988) donde se dio cuenta de que no tenía la menor posibilidad de sobresalir; después pasó al PRD (1989), en donde incluso compitió para ser gobernador de Tabasco, su estado natal, siendo derrotado por Roberto Madrazo Pintado y fiel a su idiosincrasia, se declaró
robado por la oligarquía que, según él, había manipulado las elecciones en favor del ganador ya señalado.
El PRD estaba bajo el liderazgo del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano con quien posteriormente tuvo sus diferencias. En el 2006 precisamente, estos dos militantes del Partido, Andrés Manuel y Cuauhtémoc, declararon en el
2005, su intención de buscar la Presidencia de la República en 2006. Esta relación empezó a deteriorarse cuando el hijo del expresidente Lázaro Cárdenas del Rio marcó su distancia del tabasqueño cuando declaró públicamente: “Creo que soy la única posibilidad que existe en la izquierda de construir una mayoría política en torno a mi candidatura”. Sin embargo, el grueso del PRD apoyó la candidatura de AMLO y por consecuencia Cárdenas declinó a finales de ese año y se alejó del Partido.
Es cierto que, en aquel entonces, se le criticó al ingeniero el no haber asistido a las marchas y bloqueos convocados por López Obrador tras el fraude electoral de 2006. Creo yo que era de esperarse, porque la soberbia del ingeniero también era conocida desde que gobernó nuestro hermoso estado de Michoacán (1980-1986), periodo en el que tomó decisiones nefastas ganándose la animadversión de nuestro pueblo michoacano, sobre todo de la
clase media y pudiente de este singular territorio. Yo fui fiel testigo de este hecho porque viví en Morelia en mi etapa final como estudiante de la carrera de Contaduría Pública en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Volviendo al rompimiento con AMLO, Cárdenas justificó su indiferencia hacia él, cuando decía: “Yo no voy a actos electorales de otros, sólo voy a los míos”.
Años después, Cárdenas renunció al PRD el 25 de noviembre de 2014 tras la desaparición de los 43 estudiantes normalistas masacrados en Iguala, Guerrero, municipio gobernado, en aquel entonces, por el partido amarillo.
Es justamente en esa época que ¡oh sorpresa! resulta que después de 26 años de lucha (de 1988 al 2014), pretendía llegar al poder un paisano macuspano tabasqueño “justo, honesto, mediático, persistente, con discursos cautivadores que, por fin, presuntamente, le iba a hacer justicia a este nuestro sufrido pueblo azteca, sobre todo a la clase menos protegida, a los pobres”.
Para llegar a esto, anteriormente desde el año de 2011, Andrés Manuel López Obrador siguió una estrategia de divulgación de su proyecto político y recorrió la totalidad de los municipios del país. Esto lo llevó a constituir, desde ese año, una asociación civil (MORENA), que respaldara su candidatura y movilizara a la
gente en pos de una eventual llegada al poder.
Y que llega el 2018, un año principalmente político para México, en el que la elección presidencial del 1 de julio definió el camino que seguiría el país durante los siguientes 6 años. La llegada de la izquierda al poder por primera vez en la historia, había levantado toda una serie de comentarios que tenían la atención fija en lo que pudiera pasar con el nuevo Presidente, Andrés Manuel López
Obrador, a quien una gran mayoría lo elegimos democráticamente (incluido un servidor) y con él llegaba la gran esperanza de México de que por fin acabaría con el total predominio de la clase privilegiada y, por ende, supuestamente se daría un trato más justo en la distribución de la riqueza entre la clase media y
sobretodo con los más desfavorecidos, económicamente hablando.
En su tercer intento por llegar a la Presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador ganó las elecciones del 1 de julio del 2018 llegando como abanderado de la coalición de partidos Juntos Haremos Historia y con el 53% de la votación y con más de 30 millones de votos en su haber, muy por arriba de los 12 millones
600 mil obtenidos por su rival Ricardo Anaya del PAN.
Otros hechos también marcaron la agenda de este 2018 como lo fue el que el capo más famoso del país, Joaquín “El Chapo Guzmán”, fue sometido a juicio; también en el que miles de migrantes centroamericanos ingresaron en grupo a nuestro país en un intento desesperado por llegar a los Estados Unidos. De igual manera la sociedad civil fue testigo de increíbles sorpresas, muchos cambios y lamentables tragedias.
La llegada de López Obrador al poder el 1 de diciembre significó un cambio radical al encabezar el primer gobierno de izquierda en la historia del país que en el siglo actual sólo había transitado por la alternancia entre los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN).
López Obrador llegó al poder con la promesa de un cambio para un pueblo enojado por los actos de corrupción de la administración saliente, encabezada por el priista Enrique Peña Nieto, que llegaron a su punto máximo cuando una investigación periodística reveló que la primera dama de nuestro país, Angélica
Rivera Hurtado, la famosa “Gaviota”, había comprado a un contratista del gobierno una mansión en una zona residencial de Ciudad de México a un precio superior a los 7 millones de dólares.
Con menos de un mes en el poder, AMLO enfrentó reclamos por despidos injustificados del gobierno, polémicas por la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) y por su estrategia de seguridad, ya que eliminó al Estado Mayor Presidencial, un cuerpo de élite creado desde los tiempos de Don Porfirio Díaz en mayo de 1895 para encargarse de la vigilancia de altos funcionarios, para dar paso a la Guardia Nacional y por empoderar y mandar a las calles al Ejército, para que se dedicara éste a la realización de actividades que no corresponden al propósito fundamental para lo que establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, nuestra querida y
vapeada Carta Magna.
Y así inició en forma esperanzadora, pero no libre de turbulencias, el ejercicio de su misión el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador…
Es mi propósito el que, tal y como reza el título de mi presente escrito, hacerte notar amigo lector, que no pretendo hacer UNA RESEÑA HISTORICA sino que simplemente estoy tratando de llevar un orden cronológico y que conozcas pormenorizadamente y paso a paso la forma en que México le cedió el poder, por primera vez, a la oposición izquierdista de nuestro país y entonces ya conocido el contexto verter mi particular opinión continua de los hechos políticos que anteceden a las elecciones federales 2024 y desde luego reitero que lo haré alejado de todo sentimiento partidista sino sólo basándome en lo que mi personal
criterio me indique. Gracias y nos vemos el próximo viernes en una edición más de “Siempre directo”…
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