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Reflexión sobre el Congreso de la Unión en México

«La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes»,  Charles Bukowsky novelista y poeta estadounidense

Reflexión sobre el Congreso de la Unión en México:


Los Diputados y los Senadores son las personas encargadas de escuchar y recoger las necesidades de los ciudadanos para luego llevarlas al centro de la vida pública y me pregunto ¿Realmente nuestros representantes en el Congreso de la Unión están cumpliendo con su misión social? Pensando ante tal situación y para buscar una respuesta a esta pregunta me remonté a varios siglos atrás de nuestra historia cuando en la antigua Roma se decía que un funcionario cuyas potestades no tenían límite se le denominaba Emperador el cual era un gobernante que no reconocía otro poder por encima de él, y cuyas decisiones eran inapelables. He leído que a esos sujetos se les conoció en el antiguo sistema político griego como “autocrator” (Epíteto griego aplicado a una persona que ejerce el poder absoluto, sin restricciones superiores).

Bajo mi punto de vista hoy puedo afirmar que increíblemente en nuestro país apareció alguien, en el mapa político, que pretendió restaurar el Imperio Mexicano de Agustín de Iturbide y también el de Maximiliano de Habsburgo. Este soberbio personaje investido con la capacidad legal de dictar leyes confundió los términos y decidió que, a lo dictado por él, no se les puede mover, ni cambiar, una coma, porque al que lo haga, aunque sea de su partido, inmediatamente lo convierte “En perro del mal”, al más y puro clásico estilo de los Castro, los Chávez, los Maduro, los Ortega, los Somoza, los Morales, los cuales también enarbolaban la bandera de “Primero los pobres” y ya ven amigos lectores como les fue a los habitantes de esos países latinoamericanos que ahora difícilmente tienen para comer. Lástima son seres humanos que creyeron en una promesa incumplida y cayeron en la trampa del león.

Actualmente tenemos, amigos lectores, un Congreso de Diputados y Senadores que no sólo no revisa las propuestas de ley que le envía el ejecutivo federal, ni las debate responsablemente entre sus colegas, sino que está determinado a formalizar, de manera rápida y expedita, los designios del jefe máximo de la transformación. Se ha convertido una ciega maquinaria oficialista que aprueba, no sólo sin chistar, sino a la velocidad que se les ordena desde el majestuoso palacio, el cual habita quien dicta, como una máxima, que el pueblo mexicano debe adaptarse a la nueva República, a una “austeridad republicana” a partir de cuando él entró en el poder. Otra mentira. Nuestro país está viviendo una crisis que nos está convirtiendo en uno de los países más inseguros del mundo. “Un país que no tiene seguridad pública no puede vivir alejado de la corrupción” palabras que mencionaba constantemente el paladín del Palacio cuando era candidato. ¿Y Entonces? Que pasó…

Volviendo al tema del Congreso concluimos que los diputados no escuchan ni recogen las necesidades de los ciudadanos, para luego llevarlas al centro de la vida pública.

En verdad que me da mucha tristeza que “los agachones” representantes de MORENA se convirtieron en maniquíes al servicio “Del emperador”, Del gran AMLO, Del Ser Supremo, Del Mesías que vino a salvar a los pobres de México. Ja ja ja increíble que sus súbditos le crean todas las mentiras que pregona en su mañanera.

Afortunadamente hay gente pensante que analiza las cosas, impulsados también por un grupo creciente de estudiosos que también razonan la situación de los ciudadanos mexicanos que estamos acostumbrados a la comodidad de nuestro espacio personal, a nuestra familia, a las condiciones políticas, sociales y ambientales que nos llevan, muy a menudo, a tomar decisiones en un sentido o en otro. Y, sin embargo, la pregunta prevalece una y otra vez. ¿Tenemos la posibilidad real de elegir, políticamente hablando a nuestros representantes?

En nuestra vida política esta pregunta cobra especial importancia, ya que estamos llamados a elegir entre candidatas y candidatos, desde alcaldes y diputados hasta la Presidencia.  Yo creo que estamos llamados a levantar nuestra voz. Como un músculo, que si no se usa se atrofia y pierde su propósito.

En estos días de campañas electorales los paladines partidarios de MORENA se empeñan en hacernos creer a la ciudadanía, basados en sus encuestas “mafufas” compradas y hechas a modo para que muchos pensemos, yo no afortunadamente, que todo está decidido. Sin embargo, se les olvida que la mayoría se forma por la suma de individuos que deciden hacer uso de su voz. Creer que todo está resuelto lleva a unos pocos a decidir con base a su visión. Las elecciones son un paso para hacernos sentir como ciudadanos, para construir una real democracia. La participación ciudadana en las elecciones importa porque de esa manera expresamos nuestro sentir. Debemos convencernos que salir a votar hace una diferencia y que ahí efectivamente sí se cambian las tendencias, y que con ello el pueblo elegirá el gobierno que realmente quiere, aunque como es normal, sigan existiendo posiciones y proyectos distintos. Ahí empieza nuestra voz y es así como debemos manifestarnos. Claro que alguien tiene que ganar y quien pierda debe aceptar que las democracias así se construyen. Ganar y perder forma parte normal de todas las actividades que desarrollamos en nuestra vida y lo será así hoy y siempre. No salir a participar en una elección, o anular el voto equivale a dejar que las decisiones las tomen aquellos que sí participan. Los votos anulados, los votos que no se emiten, aunque se quieran utilizar como forma de protesta, al final del día no cuentan. Entonces que quede claro que la elección se decide a partir de quienes salen a votar. Por esta razón cuando leemos las encuestas que se hacen públicas es simplemente un dato que, aunque es referencia, no es definitiva porque todos sabemos que existen muchos intereses económicos, en todos los partidos, que manipulan a gran parte de los encuestadores para que publiquen resultados que convienen a sus intereses y con la finalidad de incentivar a los ciudadanos a no votar.

El segundo debate:

Todos sabemos que un debate es una técnica de comunicación que consiste en la confrontación de ideas u opiniones diferentes sobre un tema determinado que sirve para plantear, exponer y conocer diferentes posturas y argumentaciones sobre un tema específico cuya finalidad es la de llegar a una conclusión o convencer al adversario o a una audiencia.

Es difícil que un debate vuelva más competitiva la contienda, pero a veces, se convierte en un balón de oxígeno para el ánimo, sobre todo, de un electorado de oposición ávido de dar la pelea. Xóchitl va perdiendo, pero no está derrotada.

En este debate, por cierto, el más visto de la historia y que tuvo un raiting de 14 millones de televidentes, Xóchitl Gálvez fue otra. Su desempeño el domingo pasado levantó significativamente su popularidad. Si en el primero lució ansiosa y frustrada, en este segundo debate se vio capaz y aguerrida. Hubo muchos momentos de tensión en los que tuvo a Sheinbaum contra las cuerdas, le acomodó buenos golpes, sobre todo cuando le dijo “Mi empresa es legal, paga impuestos, gana contratos por concurso; mira esta foto de tu marido robando dinero, eso sí es un delito y no pisó la cárcel por tu tráfico de influencias”; “a mí ningún hombre me da instrucciones, yo me mando sola”; “ahora que fuiste a Chiapas, ¿qué pensabas, que era Dinamarca?”; “¿vas a investigar el robadero de los hijos del presidente?”; “al rato vas a decir que la caída de la Línea 12 es culpa de Marcelo, ¿no?”. Y, a diferencia de la vez pasada, en esta no dejó a Claudia que se escabullera ni que se hiciera guaje: “yo quisiera que contestara la candidata de las mentiras”; “le voy a seguir insistiendo”; “le vuelvo a hacer las preguntas”. Gálvez salió decidida a refutar las mentiras de Sheinbaum, a mostrar que no quería o no sabía o ni podía responder sus cuestionamientos, incluso a ponerla a la defensiva respecto a los aspectos más indefendibles de la gestión de López Obrador en la presidencia o de la suya en la Ciudad de México. Y lo logró. Es difícil suponer que eso basta para volver más competitiva la contienda, pero vaya que es un balón de oxígeno para el ánimo de un electorado de oposición muy ávido de dar la pelea. Xóchitl va perdiendo, sí, pero no está derrotada. Tampoco sus votantes. Justamente agrego que la afamada encuestadora Massive Coller, que se publicó, hoy nos dice que la distancia entre Xóchitl y Claudia se redujo a sólo 6 puntos de ventaja y eso tiene temblando a los seguidores chairos que ven desesperadamente que “El arroz no está cocido”, que hay tiro y el  domingo 2 de junio se sabrá de que cuero salen más chicharrones.

La robótica Claudia Sheinbaum quiso repetir la dosis del primer debate, ser la misma, hacer lo mismo. Hasta cierto punto lo consiguió, se mantuvo en su mensaje, se proyectó como la heredera del obradorismo y aprovechó para recordarle a la audiencia votar en todo por Morena. Pero lo que antes dio la impresión de ser método y disciplina, ahora transpiró como exceso de confianza y displicencia; intentó volver a presentarse como si estuviera encima de la refriega, terminó transmitiendo distancia, fastidio. ¿Si su ventaja es tan cómoda por qué se comporta de ese modo tan altanero y desdeñoso? No atiende preguntas difíciles, no admite críticas válidas, no se refiere a sus pares por su nombre. Desvía, menosprecia, de nada se hace cargo: “no han visto bien los números”, “ese caso ya se vio muchísimas veces, es bastante viejo”, “ya lo aclaré”, “pon tu denuncia”. Eso, más que seguridad, es soberbia. Mención aparte merece la metralla de mentiras que dijo: “más empleo”, “crecimiento económico del 3.2%, por encima del 2% de todo el neoliberalismo”, “no hay inflación”, “la deuda no ha aumentado realmente”, “la inversión extranjera directa en máximo histórico”, “no ha habido aumento en el precio de la gasolina”. ¿Qué necesidad de mentir así, cuando a pesar de que la realidad no sea tan color de rosa como la pinta?  La verdad Sheinbaum sigue creyendo que lleva una cómoda ventaja. Entonces yo me pregunto ¿Por qué le cuesta tanto trabajo a ella y al obradorismo enfrentarse con la realidad y darse cuenta que el día de la elección no será un día de campo como pensaban que sería? Allá ellos y sus creencias, yo sólo digo que la confianza mata al hombre.

Quedan 26 días de campaña y falta un tercer debate del domingo 19 de mayo que puede ser clave para definir en gran parte al ganador de esta contienda electoral. Hagan sus apuestas…

Gracias amigos lectores y recuerden que escribir es apasionante, pero analizar es más reconfortante, porque sea el resultado que se dé nos da tranquilidad para afrontar el futuro de nuestro país, sea cual fuere…