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¿PERMITES A TUS HIJOS LOS VIDEOJUEGOS?

Por: Rafael Ayala Villalobos

Matar jugando.


Así de fácil.

Sin responsabilidad alguna.

Sin ninguna consecuencia moral.

Jugar a matar a muchos en poco tiempo.

Ser cruel: divertirte con el dolor ajeno, maltratar animales indefensos, causar sufrimiento al ser humano, adulto o niño, sin consecuencias.

¿Te suena?

Así han crecido varias generaciones: incluida la de Dante, el niño de Tabasco que el otro día alcanzó a decir “!No me quiero morir!” y los que lo mataron como si nada de tres mortíferos balazos en Paraíso, Tabasco.

Eso enseñan los videojuegos.

A eso inducen.

No vivimos los valores como el respeto a la vida, el trabajo duro, el ahorro, la tolerancia…

Quien lo hace es visto como anticuado o tonto.

Las mamás de hace unos 20 años inauguraron la era de ver todo materialista y laxamente.

Ahora, aquí están las consecuencias.

El problema no es quién está anticuado y quien modernizado, sino que por ahí están unos principios y valores que no cambian, que cada vez los vivenciamos menos, porque a nuestros niños los atiborramos de videojuegos inapropiados para que “no den lata” mientras “me doy un tiempo para mí”.

Pues les tengo una noticia: la Organización Mundial de la Salud ya incluyó como trastorno la adicción a los videojuegos.

Así que los mayores incurren en falta si se los facilitan o permiten, por acción o por omisión.

Solo hace falta que los nuevos legisladores locales y federales se apliquen para instrumentar los qué y los cómos. Y las sanciones.

Hace dos años en Tabasco un niño de 11 años balaceó en la cabeza a su amigo de 12 años, enfurecido porque lo había derrotado en tres juegos seguidos.

En Chihuahua en el 2021 un niño de 9 años empujó a su vecinita de 7 desde la azotea donde jugaban imitando un videojuego, porque “no lo hacía bien”.

En Dakota un muchacho de 19 años murió de ataque al corazón porque alcanzó ¡16,660 puntos! en el juego Berzerk.

En Toluca un niño de 13 se echó al vació desde el cuarto piso de un edificio de departamentos luego de platicar un día antes con sus papás sobre su adicción a los juegos, mismos que le prohibieron.

A Roberto, sus padres le habían prohibido jugar Halo 3: les disparó a ambos en la cabeza; su madre feneció.

Y hay muchas más historias dolorosas y tristes como las anteriores.

Está demostrado que los videojuegos propician la respuesta violenta e irreflexiva, incentivan el aislamiento y la hiperactividad, promueven los antivalores en el comportamiento, el gozo ante el dolor ajeno; también que estropean las habilidades para la comunicación verbal, para la reflexión, el discernimiento y el aprendizaje. Achican la paciencia, reducen los márgenes de la tolerancia, exacerban la frustración y dificultan la empatía.

Pero vemos como lo más normal el uso de videojuegos inapropiados, no supervisamos a los menores y hasta se los fomentamos.

Hipócritamente nos escandalizamos de la violencia que hay en nuestra sociedad entre niños y jóvenes que luego son pasto de la delincuencia.

Le echamos la culpa solo al gobierno, como si no fuéramos parte de la sociedad.

¿Queremos fabricar delincuentes? Digámosles “bendición”, “mi rey”, no les pongamos límites, repitámosles que “vas a llegar muy lejos”, “qué bonita está mi princesa”, no les demos tareas, traslademos a ellos nuestros déficits materiales y emocionales con “compensaciones” y sumerjámonos en las redes sociales mientras ellos se “entretienen” con los videojuegos.

Ha sido la Universidad de Granada, España, la que en 2020 publicó un artículo científico sobre los riesgos y las afectaciones de permitir el consumo de videojuegos. En una parte dice: “Si algo no se consigue inmediatamente es un aburrimiento. Las metas a largo plazo dejan de tener sentido en un contexto donde todo sucede fugazmente y sin apenas esfuerzo…, jugamos con una videoconsola y podemos eliminar simuladamente a cientos de supuestos enemigos. Se configura una visión de la vida y del entorno dominada por la compulsividad. El problema es que las estructuras mentales de los seres humanos se van construyendo en función de los instrumentos que utilizan”.

Lectora, lector queridos, les sugiero regresar y volver a leer el párrafo anterior…

El estudio asegura que los videojuegos ocasionan:

1. Violencia como respuesta preferencial ante el peligro. 2. Distorsión de las reglas comunitarias. 3. Una visión dantesca e irreal del mundo. 4. El “todo se vale” como regla aceptable de comportamiento. 5. La insensibilidad ante la vida y la muerte. 6. Una visión distorsionada entre la realidad y la ficción.

Proyecta estos comportamientos en la sociedad mexicana actual y respóndete, ¿qué ves dentro de 10, 15 o 20 años?

Hace años los gobiernos legislaron el uso del tabaco, del alcohol y las drogas porque dañaban a las personas, a las familias y a la sociedad, mientras que unos pocos se enriquecían con el dolor de los problemas que ocasionaban.

Lo mismo hay que hacer con los videojuegos.

Yo creo -en el sentido original de la palabra, en griego, que significa “estoy seguro”- que el Dr. Jesús Infante y la Lic. Vanessa Caratachea van a ganar la elección de diputados federal y local, respectivamente.

Los dos tienen experiencia y conocimiento sobre temas de salud física y mental, sobre problemas conductuales y acerca del sufrimiento de niños, jóvenes y familias por las deformaciones sociales que padecemos.

Así que tengo la esperanza de que ellos se avocarán al estudio del problema del consumo de videojuegos para proponer a sus compañeros legisladores consensar soluciones que, al final, redundarán en beneficio de las familias de nuestro distrito.

Dr. Jesús Infante y Lic. Vanessa Caratachea: ahí les encargamos éste tema.

Cuando legislen tengan en mente la transversalidad de nuestras familias, de nuestros hijos, apóyenos como padres en la tarea de educar con valores.

También estoy cierto de que Samuel Hidalgo ganará la presidencia municipal.

Desde ésta humilde tribuna periodística le propongo crear un Consejo Ciudadano Municipal para la Promoción de Valores y Cultura de la Legalidad, un organismo ciudadano, adlátere del Ayuntamiento que asuma un papel importante para inculcar los valores que se han diluido, lo que deriva en actos de violencia dentro de la familia, las escuelas y de la sociedad.

La difícil situación económica de las familias empuja a las mamás a trabajar en busca de un ingreso extra, y a los papás a buscar un trabajo adicional, lo que les resta tiempo de convivencia con sus hijos en el seno de la familia, núcleo principal para la comunicación y vivencia de los valores morales, éticos, así como de conocimiento de normas y leyes a temprana edad, lo cual ayudaría mucho a construir una comunidad municipal en La Piedad que se guíe por la cultura de la legalidad y del respeto.

Dicho Consejo aquí propuesto deberá elaborar programas y estrategias sobre participación activa y propositiva de la ciudadanía en favor de la no violencia y de la concordia social, con líneas de acción, criterios de evaluación, colaboración y corresponsabilidad con la sociedad y sus organizaciones para que todos juntos, con el liderazgo del nuevo Ayuntamiento conduzcan la forja del nuevo piedadense.

Sean felices.

Voten el 2 de junio.