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“EL FEDERALISTA”, OPORTUNO RECORDATORIO

Por: Rafael Ayala Villalobos

Doce años después de que el Señor Cura de La Piedad, el Padre José Antonio Gallaga casara a don Cristóbal Hidalgo, papá de Miguel Hidalgo y Costilla, con Jerónima Ramos Ortíz Bracamontes y Origel, y 8 años antes de que José María Cavadas Dávalos naciera en Zamora, Michoacán, que luego fue Cura y benefactor de La Piedad, en los Estados Unidos de Norteamérica, en 1787 Alexander Hamilton, James Madison y John Jay, escribieron con el seudónimo “Publius”, 85 ensayos o artículos que primero los publicaron algunos periódicos de Nueva York como parte de la campaña para convencer a los ciudadanos de ratificar la Constitución de los Estados Unidos y que luego circularon compendiados en un libro llamado El Federalista, o The Federalist Papers, en inglés.


Los textos buscaban defender la nueva Constitución norteamericana de la que explicaban su estructura y virtudes que, según ellos, garantizaban un gobierno estable y justo, en el que las diferentes clases y facciones tendrían democrática cabida, conviviendo en santa paz y con respeto.

Hay que recordar que los estados de la Unión Americana se federaron después de existir, lo que provocó algunas distorsiones y debilidades. Al respecto, los autores de El Federalista argumentaban que tales defectos se arreglarían con la nueva Constitución y su sistema político que buscaban edificar un gobierno central fuerte, eficaz, pero con absoluto respeto a las libertades individuales.

Cabe decir que mientras en los Estados Unidos los estados crearon a la federación y a un gobierno central, en México fue al revés: el centro fue primero y luego creó a los estados.

En El Federalista podemos leer estas palabras de James Madison: “La acumulación de todos los poderes, legislativo, ejecutivo y judicial, en las mismas manos puede definirse con justicia como la misma definición de tiranía”.

Y es que por ese tiempo a los habitantes de Estados Unidos les preocupaba tener un gobierno que evitara el abuso del poder y que a los ciudadanos les garantizara tanto sus libertades como sus derechos humanos.

Los artículos de El Federalista tratan muy diversos temas, recogen las ansias de libertad de los antiguos y de los modernos, defienden una unión federal fuerte y sientan las bases de la República con bases filosóficas humanistas para crear un sistema político que brinde seguridad y estabilidad a los ciudadanos.

En el documento comentado Hamilton, Madison y Jay dejaron en claro que un gobierno fuerte y equilibrado mediante pesos y contrapesos es elemental para que haya progreso y estabilidad en el país.

Una idea reiteradamente resaltada por los autores es que la Constitución con su división e independencia de poderes del Estado, legislativo, ejecutivo y judicial, garantizaban que no hubiera concentraciones ni abusos del poder y se protegieran los derechos del pueblo.

Así pues el equilibrio y la separación de poderes son básicos para la libertad política. Los autores sostienen que la separación de poderes debe ser reforzada con mecanismos que controlen y equilibren a los tres poderes entre sí y que incluso garanticen que la ciudadanía pueda participar cuando haya algún abuso del poder.

Por ejemplo, afirman que si ya dos poderes, ejecutivo y legislativo, surgen del voto popular, por elemental equilibrio el judicial debe conformarse por méritos y capacidades, a efecto de evitar que los vaivenes político-electorales arriesguen en un momento dado el sistema de equilibrios y la independencia de los tres poderes del Estado.

Los autores argumentan que el hombre es ambicioso por naturaleza y que el poder, también por naturaleza, es expansivo y tiende a querer crecer. Por eso usaron la expresión: “la ambición debe contrarrestar a la ambición”, remarcando con ello que la ambición de un poder, por ejemplo, del ejecutivo, pueda ser frenada por el legislativo o por el judicial, o que el judicial, en un momento dado, detenga la ambición expansiva del legislativo y del ejecutivo asociados para un fin no constitucional.

Para El Federalista la estructura del gobierno tiene que incluir mecanismos para acotar y contrapesar a cada poder del Estado en sus terrenos marcados por la constitución democrática y republicana. Nuevamente que “la ambición contrarreste a la ambición”.

El Federalista afirma que a la separación de poderes se le tiene que agregar la inclusión de la diversidad de clases, de intereses o de posiciones ideológicas dentro de la sociedad. Por eso postulan que el sistema político democrático debe garantizar que no solo se reconozcan sino que se fomenten y se incluyan las minorías a fin de que una sola expresión no domine a las demás, por mayoritaria que sea, lo que daría pie a la autocracia y a la tiranía, sino que asegure la convivencia y coexistencia pacífica y concordante de todas las facciones, a las que creen inevitables.

En tiempos como los que hoy vivimos en México conviene volver a textos básicos de corte republicano y democrático para refrescar los principios esenciales de la ciudadanía.

En El Federalista se destaca con oportunidad que el equilibrio de poderes es vital para evitar el abuso y la concentración de poder, como suele ocurrir cuando el Ejecutivo captura al legislativo y luego al judicial, como paso previo para después dificultar las libertades, la propiedad, etc.

Sin independencia del poder Judicial no hay real separación de poderes y menos cuando un solo partido domina ya al ejecutivo y al legislativo y entre los dos traman el debilitamiento y la captura del judicial, último valladar que puede parar las tentaciones dictatoriales, que lo son, aunque tengan el respaldo de una copiosa votación.

La independencia del judicial es lo que permite proteger a la Constitución y a las libertades y los derechos de los ciudadanos de los malos gobiernos y de los abusos del legislativo y del ejecutivo.

Estados Unidos, con yerros y todo, ha mostrado cómo su sistema funciona. Baste recordar que dos presidentes demócratas han sido sometidos al juicio político o “Impeachments”: en 1868 Johnson y en 1998 Bill Clinton y que por poco se lo hacen al republicano Richard Nixon nada más que renunció antes. Trump ha sido dos veces juzgado

Así mismo existen innumerables ejemplos de que la Corte americana ha limitado el poder del Congreso o del Presidente, lo que han sido grandes pruebas para su sistema político.

El Federalista nos destaca que la acumulación de poder en un solo partido, poder y peor aún, en una sola persona pone en riesgo la democracia y las libertades ya que en la práctica abusa porque su ambición no tiene límites, recordando aquello de que “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

De ahí que en México es urgente defender los pesos, los contrapesos y los controles constitucionales, el equilibrio entre los poderes y la independencia del poder Judicial, todo ello vital para nuestra democracia, imperfecta, si se quiere, pero democracia, que desaparecerá a partir de octubre, dando paso a un régimen autocrático, una dictadura, con disfraz de democracia.

¿Qué rescatamos de El Federalista hoy en día?

Primero, que es conveniente que la ambición contrarreste a la ambición;

Segundo, que hay que defender una estructura de gobierno que tutele las libertades y los derechos de las personas; y

Tercero, que debemos impedir la centralización del poder en uno o dos o tres poderes del Estado y por supuesto tampoco en una persona, grupo o partido.

Sean felices.