Ana Gabriela Campos Ramirez – Hoy en día, los niños ya no juegan al aire libre como solían hacerlo. En su lugar, han encontrado un mundo de entretenimiento tecnológico y digital, como la televisión, los videojuegos, las tabletas y otros dispositivos electrónicos que los mantienen constantemente sobre estimulados.
El desafío para nosotros como padres es educar y guiar a nuestros hijos en este mundo tan tecnológico. Si bien la tecnología tiene el potencial de aportar beneficios y facilitar nuestras vidas, es crucial encontrar un equilibrio adecuado.
Mucho se habla del tiempo de exposición a las pantallas y sus consecuencias. Permítanme explicar un poco más: los dispositivos electrónicos se componen de luz, movimiento y sonido. Cuando los niños están expuestos a ellos por períodos prolongados, su atención, concentración y control de impulsos son estimulados por una fuente externa, lo que acostumbra a sus cerebros a recibir estímulos constantes y hace que trabajen menos. Por el contrario, si alentamos a los niños a lograr las cosas por sí mismos, sin la ayuda de dispositivos, sus cerebros trabajarán más y mejorarán sus habilidades. Actividades como armar rompecabezas, resolver sopas de letras y crucigramas, jugar juegos de mesa o leer cuentos son excelentes para desarrollar la atención y la memoria, además de regresar a aquellos juegos tradicionales.
El uso excesivo de medios electrónicos facilita la vida de los niños y les proporciona recompensas inmediatas. Sin embargo, como consecuencia, no aprenden a gestionar el aburrimiento. Recordemos que el aburrimiento fomenta la creatividad y la curiosidad, características esenciales en los niños. Si permitimos que desarrollen estas habilidades, podrán crear grandes cosas.
La tecnología puede ser adictiva y modificar el cerebro de nuestros hijos, especialmente porque sus cerebros aún están en proceso de maduración. Ofrecer dispositivos a edades tempranas puede resultar en problemas de lenguaje, atención, socialización, convivencia familiar, sueño y rendimiento escolar.
Como padres, a menudo recurrimos a los dispositivos electrónicos para tener un momento de descanso, comer en paz o simplemente tener un poco de tranquilidad. Lo entiendo perfectamente; yo también lo he hecho por comodidad. Sin embargo, debemos recordar que nuestros cerebros, y los de nuestros hijos, están diseñados para la interacción humana, no para la interacción con las pantallas. Cuidemos el desarrollo de nuestros pequeños ofreciéndoles un entorno favorecedor.