En La Piedad, Michoacán, se escucha la historia de Irene, una joven mujer cuya vida cambió trágicamente el día que debía casarse.
En el altar, con su vestido de novia y una sonrisa ansiosa, Irene esperó a su prometido, Javier. Sin embargo, él nunca llegó.
La iglesia estaba llena de murmullos y miradas confundidas, hasta que una noticia terrible fue anunciada: Javier había muerto en un accidente camino a Degollado, Jalisco. En su vehículo amarillo encontraron el cuerpo irreconocible de un hombre calcinado.
La tragedia sumió a Irene en una profunda tristeza, pues había perdido al hombre que amaba.
Lo que nadie imaginaba era que la muerte de Javier había sido una cruel farsa. Él y su madre, quienes nunca quisieron a Irene, urdieron un plan siniestro para escapar del compromiso.
PLAN MALVADO
Con engaños, convencieron a un hombre sin hogar, a quien llevaron al vehículo de Javier y lo abandonaron en una zanja antes de prenderle fuego.
Mientras Irene lloraba la pérdida en el funeral, el teléfono en su casa comenzó a sonar, pero del otro lado solo se escuchaba un silencio.
La policía sospechó y, al investigar en el cementerio, descubrieron a un hombre de barba espesa, lentes oscuros y sombrero, observando desde las sombras. Era Javier, asistiendo a su propio funeral.
Irene, desgarrada por la traición, nunca volvió a enamorarse. Su dolor la consumió, y los días que siguieron se llenaron de vacío y desesperanza.
A veces, en la soledad de su habitación, se ponía el vestido de novia y los tacones blancos, mirándose en el espejo mientras esperaba un automóvil que nunca llegaría, el mismo que debía llevarla a la iglesia en el día que se suponía sería el más feliz de su vida.
Muchos años después, Irene falleció, llevando consigo la pena de aquel amor traicionado. Sin embargo, su espíritu no encontró paz.
LOS TACONES DEL MEDIO DÍA
Cuentan los vecinos de La Piedad que, cuando se acerca el mediodía, aún pueden escucharse los tacones de una novia que camina en soledad por los pasillos y habitaciones de las casas.
Los pasos son firmes y rítmicos, como si Irene continuara esperando la llegada de Javier y el momento de su boda, atrapada para siempre en un sueño de amor que nunca se cumplió.