Por: Rafael Ayala Villalobos
“¡Ya ni la burla perdona, a las mujeres nos ha ido como en feria con López Obrador, entonces ¿de qué me felicita? Debería darme el pésame!”. Me dice doña Meche –descendiente directa de feroces chichimecas y trabajadora doméstica- al felicitarla por Día de la Mujer. “De todos modos la felicito» –insisto-.
Y se desata luego de tronar una bomba con su chicle: “Soy muy mujer y me ha ido bien porque le he echado ganas y no me dejo. A mí nada más me han querido fastidiar la vida algunas de las señoras para las que he trabajado y el señor mentiroso que dizque es presidente, ni siquiera me maltrató mi marido Rupertino, que en paz descanse”.
-¿Cómo la maltrataban sus patronas? –le pregunto-.
Doña Meche masca, medita y responde: “Pos mire –inicia a explicarme- algunas patronas de casa, de esas que se la pasan viajando a Las Vegas y a más lejos, creen que por unos pesos al día, que con López Obrador no alcanzan para nada, van a tener una robot que lave y barra, trapié y haga el súper, haga la comida, saque a caminar al perro y planche, limpie los candiles del techo, arregle el jardín, arregle los niños… Pa’ colmo echan indirectas y hablan mal de una con sus amigas que también hablan mal de ellas a sus anchas espaldas. Se les olvidó que el feudalismo terminó en 1453, con la toma de Constantinopla por los turcos”, concluye y exhala.
– ¿Y porqué le ha ido mal en el gobierno de López Obrador?
– Pos nomás échele: todo está muy caro, la gasolina nunca la bajó de precio, a las mamás buscadoras no las recibe y habla mal de ellas, secuestró a mis nietos para adoctrinarlos en la escuela con sus libros de texto, a las mujeres feministas las ofende en lugar de platicar con ellas, ¡nos quitó el Seguro Popular…! Quitó el apoyo a los programas para prevenir y tratar el cáncer, casi no hacen mastografías, destruyó el sistema de vacunación, se pone bravo con las mujeres pero es toda una dama con los delincuentes autorizados, nos echa mentiras, a Pemex lo tiene quebrado, entonces de allí casi no llega dinero a los municipios ¡y pos así cómo los presidentes municipales nos pueden ayudar…!
– ¿Recuerda que también eliminó las Estancias Infantiles y los Refugios para Mujeres Violentadas e Hijos Maltratados? –le recuerdo-.
– ¡Vaya que me acuerdo! El mismo presidente dijo que “el movimiento de las mujeres no empató con su gobierno”… Amlo dice que “siempre ha habido asesinatos de mujeres”, pero que ahora los exageran “sus adversarios”. El caso es que nunca le echó ganas contra la violencia sexual, económica y psicológica –sigue doña Meche, ya encorajinada-.
– Pero él tiene otros datos…
– ¡Que se los meta por donde quiera! Nosotros vivimos en el miedo real, las mujeres seguimos con temor, desiguales y en la miseria. Mire, las mujeres jóvenes hoy tienen miedo en los lugares públicos, en el trabajo, en la casa, en…snif (suelta una lágrima).
– Doña Meche –le hablo para reanimarla- en México, con datos del INEGI, 10 niñas y mujeres son asesinadas por día y 70 % de las mujeres viven distintos tipos de violencia.
– ¡Oh, pues, ya no me le eche limón a la herida…!
Creo que hace falta feminizar la política en lo federal y en lo municipal. No me refiero a que más mujeres lleguen a cargos públicos, que eso no garantiza que les vaya a ir bien a las mujeres. Es cosa de ver cómo las mujeres políticas de Morena, no hacen nada por las mujeres que gobiernan, si no pregúntenle a la Salgado de Guerrero y a la Sheimbaum…
Con feminizar la política me refiero a por ejemplo, poner a las familias y a las mujeres al centro del análisis de la realidad cuando se busquen soluciones para atender las causas y que estas sean viables y realistas.
Por ejemplo, mucho avanzaríamos si pusiéramos en el centro de la política de seguridad a las madres buscadoras y a los desaparecidos.
A nivel nacional la problemática de las mujeres es más o menos la misma. En algunos sitios se agrava y en otros se aligera porque, como en La Piedad, ha habido gobiernos que con sus políticas de atención a las mujeres, amortiguan los negativos efectos de la perniciosa política federal hacia las mujeres que, en suma, las ignora y rechaza. No obstante los problemas están presentes, sobre todo en las más pobres.
Los problemas de las mujeres en el país y en el municipio están más o menos identificados y analizados.
Lo difícil es atender sus causas, sus consecuencias y elaborar posibles soluciones consensadas, viables y realistas.
Dicho con mayor claridad: los problemas de las mujeres están identificados y analizados, pero lo que hacemos atiende consecuencias, suavizándolas, pero no resuelven las causas.
Los problemas no se solucionan solo “echándole ganas”, ni por el voluntarismo de un líder mesiánico.
Se necesitan soluciones acordadas entre mujeres, la sociedad y el gobierno, canalizadas mediante instituciones sólidas.
Los problemas públicos no son atribuibles nada más a los líderes y gobernantes. Existen causas estructurales que se agravan por la corrupción y el populismo, por la demagogia y por priorizar el “proyecto” –en este caso el de la 4T- y no la atención al modelo de desarrollo y de crecimiento, asimismo a los problemas de la infraestructura económica y social.
Por eso creo que conviene que los piedadenses conversemos sobre la problemática de las mujeres, sobre todo de las más desiguales y pobres, tratando de converger en soluciones objetivas que atiendan causas y puedan convertirse en políticas públicas exitosas que el próximo gobierno municipal aplique de la mano de las mujeres y de la sociedad civil.
En La Piedad, hay buenas políticas gubernamentales en favor de las mujeres, pero no hay políticas públicas, que es distinto.
Políticas públicas que abonen a la gobernabilidad y a la gobernanza democráticas, con perspectiva familiar y de género, no hay.
Por eso es importante crear mecanismos de diálogo entre la sociedad civil, y sobre todo las mujeres, con el gobierno, para construir una agenda que atienda con objetividad la problemática aquí y ahora de las piedadenses.
Como en todo, primero hay que diagnosticar los problemas, hurgar su tamaño y entrever sus causas. Para ello es atinado conocer algunos números. Veamos.
Con datos del INEGI, aquí el 27 % del trabajo productivo corresponde al trabajo de los cuidados realizado en un 94 % por mujeres de las que se dedican “al hogar” sin recibir paga y que preparan comida, limpian, cuidan plantas, niños, ancianos, enfermos, personas con discapacidades, ropa, enfermos mentales, etcétera, según la tradición inveterada de que “trabajo doméstico y cuidados es igual a mujer”, lo que les limita su movilidad social y su progreso económico, educativo y político. Las mujeres, aquí, sostienen el 75 % del cuidado no pagado, en 43 horas semanales de trabajo, en promedio, ni siquiera agradecido. Así, se truncan y frustran. O sea: no se les paga por ayudar a reproducir la fuerza de trabajo.
Va el dato duro: 14,611 mujeres trabajan en el hogar en forma no remunerada.
Por ahí anda una iniciativa de Ley General del Sistema Nacional de Cuidados y Reformas constitucionales a los artículos 4 y al 73, pero en lo que son peras o perones, conviene diseñar en el municipio una estrategia que atienda este problema hasta hace poco invisibilizado a fin de incentivar la movilidad social de las mujeres dedicadas a los cuidados. Por movilidad social hay que entender el cambio de las condiciones socioeconómicas de las personas en ingresos, ocupación, salud, educación, etc.
El asunto se agrava porque el 63 % de las mujeres económicamente activas están en el sector informal y por lo tanto sin seguridad social.
Veamos datos del desempleo: De 12 a 14 años, el 15 % de desempleados son mujeres; de 15 a 19 años el 10.8 %; de 20 a 24 años el 5.4 %; y de 25 a 29 años el 4.2 %.
El 59.09 % de desempleados son hombres y 40.91 % son mujeres.
De cada 10 mujeres entrevistadas, 4 denuncian que haciendo el mismo trabajo que sus compañeros varones, ganan menos que ellos, lo que es discriminación salarial en razón de género. O sin razón…
De cada 10 mujeres entrevistadas 2 aseguran haber sido molestadas sexualmente por vecinos y/o familiares y 3 de cada 10 por compañeros de trabajo y/o patrones, a veces en forma disimulada con indirectas y fisgoneos.
A 9 de cada 10 se les dificulta lactar a sus bebés por causa del trabajo y varias de ellas han tenido que renunciar y perder antigüedad.
En La Piedad existen 17 mil 474 personas con alguna discapacidad para caminar y moverse, o para ver, escuchar, hablar o comunicarse, para atender el cuidado personal, poner atención o con problemas mentales.
De esas personas, el 53 % son mujeres de diferentes edades. No existen políticas públicas para atender a estas personas.
Según datos del INEGI, en la encuesta ENIGH, en La Piedad, los hogares aumentaron su gasto en salud del 9 % en 2018 al 21 % en 2023, porque el desbarajuste que el presidente hizo en las instituciones de salud golpeó sobre todo a las mujeres y a los niños.
En cuanto al ingreso el 43 % de las mujeres que trabajan remuneradamente obtienen menos de 5, 533.00 pesos al mes.
En La Piedad hay 29 mil 562 hogares, de ellos, en el 2018 en el 25 % tenían como cabeza de familia a una mujer. Al 2022 subió al 29 %, un tercio.
Hay que recordar que la población de La Piedad es de 106 mil 490 habitantes.
No asisten a la escuela teniendo edad para ello: 6,109 hombres y 5,711 mujeres.
Mientras que las mujeres tienen en promedio un nivel de estudios de segundo de secundaria, los hombres de primero.
¿Cuál es la situación conyugal de las mujeres en La Piedad? El 30.75 % son solteras; el 43.32 % casadas; el 9.94 %viven en unión libre; el 5.42 % están separadas (aquí hay un sub-registro enorme, son muchas más); el 2.54 % son divorciadas; y el 8.01 % son viudas.
Veamos la población que es derechohabiente: el IMSS tiene 41,642 y el ISSSTE 6,987. En el ISSSTE estatal están 112 piedadenses, 41 están
afiliados a Pemex, Marina o en la Defensa Nacional, en tanto que 968 personas tienen seguros de salud privados. Pues bien, el 64 % de esta población derechohabiente son mujeres, en general.
Disponen de internet 16,792 personas; el 64 % de ellas son mujeres.
En La Piedad, hubo 15 desaparecidos en 2021, de 10 a 88 años. La cifra aumentó silenciosamente en 2023 a 256 personas. Del año 2000 al 2021 hubo en La región de La Piedad 549 personas desaparecidas y solo en el 2023 hubo casi 260 desaparecidos, 37 de ellas mujeres.
El 31.7 % de la población joven tiene de 12 a 29 años, o sea, son 31,522 personas jóvenes. El 52 % son mujeres.
Jóvenes que estudian: de 15 a 24 años es el 34.60 % del total de la población, o sea 18,323.
Hay 6,340 jóvenes estudiantes en niveles media superior y superior, el 55 % son mujeres, y 11,983 jóvenes no son estudiantes. La preparatoria es el gran atorón.
En fin…, hay muchos más datos que servirán de radiografía o análisis situacional de las familias y de las mujeres en La Piedad.
Lo que falta es airearlos y alentar la conversación pública.
Es necesario consensar políticas públicas con perspectiva familiar y de género.
Empecemos por lo municipal.
-Oiga, y eso que propone, ¿me incluye? ¿A poco yo también podré opinar? –pregunta doña Meche frotando las palmas de sus manos, muy entusiasmada, sin dejar de masticar su chicle-.
– ¡Pues claro! Váyase preparando.
– Oiga doña Meche, y los señores de las casas ¿la molestaron?
Doña Meche se encoge de hombros.
-Casi todos andan tan ocupados en sus negocios y trinquetes que ni cuenta se dan de lo que pasa en sus casas. Uno de ellos llegaba borracho a media noche oliendo a leña de otro hogar y creía que yo era su mujer. Sobre todo porque yo le gritaba y pedía dinero, no por otra cosa. El me daba unos billetes y se iba a otro cuarto. Pero mmm, su esposa cuando dizque iba al gimnasio también regresaba oliendo a leña de otro hogar, nomás que de leña más verde.
– ¡Ya cállese doña Meche!
Sean felices.