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A los 35 años, muere oficialmente el PRD como partido nacional

El Partido de la Revolución Democrática (PRD), que durante más de tres décadas fue uno de los pilares de la política mexicana, ha dejado de existir como partido político nacional en 2024.

Esta desaparición marca el fin de una era en la que el PRD jugó un papel central en la democratización del país y en la promoción de importantes luchas sociales y reformas políticas. Sin embargo, la pérdida de su registro ante el Instituto Nacional Electoral (INE) refleja la profunda crisis que enfrentó en los últimos años.


Orígenes y Ascenso del PRD

El PRD fue fundado en 1989 tras una escisión del Partido Revolucionario Institucional (PRI) liderada por figuras clave como Cuauhtémoc Cárdenas, quien había competido en las elecciones presidenciales de 1988, y otros destacados líderes de izquierda.

Desde su origen, el PRD se consolidó como una fuerza de oposición que impulsó reformas políticas en México, luchando contra el dominio hegemónico del PRI y promoviendo agendas de justicia social, derechos humanos y transparencia electoral​.

Durante la década de los 90 y principios de los 2000, el PRD vivió su auge, conquistando bastiones importantes como la Ciudad de México, donde figuras como Andrés Manuel López Obrador (AMLO) gobernaron y consolidaron su liderazgo.

El partido fue clave en la transición democrática del país, participando activamente en reformas que permitieron mayor pluralidad y competitividad electoral.

Declive y Crisis

Sin embargo, con el paso de los años, el PRD comenzó a perder su capacidad de aglutinar a la izquierda mexicana. La salida de López Obrador y la creación de Morena en 2014 representaron un golpe letal para el PRD.

Morena atrajo a una gran parte del electorado de izquierda que veía en AMLO una figura más cercana a sus demandas, lo que dejó al PRD en una posición marginal.

La crisis del partido se evidenció en las elecciones recientes. En las elecciones federales de junio de 2024, el PRD no logró alcanzar el 3% de los votos necesarios para mantener su registro como partido político nacional, según lo estipula la ley electoral.

Esta falta de apoyo en las urnas marcó el destino final del PRD, que vio cómo el INE formalizó su extinción en septiembre de 2024​

El Fin de una Era

El INE, en una sesión con 10 votos a favor y uno en contra, decidió la desaparición del PRD como fuerza política nacional, dejando a sus militantes con la posibilidad de reorganizarse como partido político local en aquellos estados donde lograron superar el umbral del 3% en las elecciones locales previas. Sin embargo, el camino hacia la recuperación parece incierto y lleno de obstáculos.

Ángel Ávila, representante del PRD ante el INE, lamentó la desaparición del partido y describió el día como un «luto para la democracia».

A pesar de reconocer los errores cometidos, Ávila defendió el legado del PRD como uno de los principales contribuyentes al sistema democrático mexicano y recordó las luchas sociales que impulsaron desde su fundación​.

Un Futuro Incierto

Con la desaparición del PRD, el panorama político mexicano se reconfigura aún más hacia el dominio de Morena, que se ha consolidado como la principal fuerza política del país. Sin embargo, la pérdida del PRD también deja un vacío en la izquierda tradicional mexicana, y aunque algunos militantes puedan buscar reorganizarse en partidos locales o unirse a otras fuerzas, el partido que una vez fue símbolo de resistencia frente al PRI ha llegado a su fin.

El fin del PRD no solo representa la desaparición de un partido, sino el cierre de un capítulo importante en la historia política contemporánea de México, donde el equilibrio entre las diversas corrientes políticas se ha vuelto cada vez más asimétrico, con Morena como el principal beneficiario​.

El PRD, que alguna vez fue uno de los partidos más influyentes de México, cierra sus puertas a nivel nacional después de no haber alcanzado el umbral mínimo de votos para mantener su registro. Su legado queda en la memoria de la transición democrática, aunque su futuro como fuerza política, ya sea local o integrada en otras corrientes, es incierto.