Por: Rafael Ayala Villalobos
Es fácil sacar la basura de nuestra casa o empresa para que se la lleve un camión recolector. Así pasa del ámbito privado al público. La responsabilidad deja de ser del ciudadano para recaer en el gobierno municipal que por ley debe recoger, procesar y guardar la basura.
Suena sencillo y es cómodo: en un tris nos deshacemos de la basura. Nuestra única obligación es caminar a la esquina o al contenedor a dejar las bolsas, ni siquiera debemos separarla en vidrio, plástico, comida orgánica, etcétera, como tampoco a hacer compostas.
La comodidad es para todos: para el gobierno que evita fricciones y hacer inversiones para establecer procesos ecológicos y saludables, para los trabajadores municipales porque les conviene, para la población porque se le exige un mínimo esfuerzo. Pero lo cierto es que ya no se puede seguir recolectando, procesando y resguardando la basura en La Piedad tal y como lo venimos haciendo porque atenta contra la vida, la salud, la ecología y la misma viabilidad política del municipio.
No tenemos un sistema de gestión de basura eficiente, operado con recursos sujetos a la transparencia, se trabaja con tiradero a cielo abierto, con relleno insuficiente e insalubre y sin un sistema de vertederos para una adecuada disposición final de los desechos, situación que se complica por la maraña de intereses económicos y políticos que pululan alrededor de la basura cuya gestión representa uno de los grandes retos a superar en La Piedad para elevar la calidad de vida de sus habitantes, mejorar en su competitividad y frenar a tiempo amenazas a mediano plazo, porque “ahí viene la basura”.
Veamos el tamaño del problema: La Piedad es el segundo municipio del estado de Michoacán con mayor densidad de población, 373 habitantes por kilómetro cuadrado y eso sin contar a la población de los municipios que lo circundan y a la de Santa Ana, Guanajuato, lo que agrava el problema. Tiene 106 mil 490 habitantes y se recolectan todos los días un promedio de 120 toneladas de basura, lo que significa que cada habitante produce 1 kilo 126 gramos de basura diariamente. La mayor cantidad del estado después de Morelia, lo que presenta un reto a vencer: reeducarnos con otros criterios de consumo para producir menos basura.
Hay quienes le apuestan a más contenedores para que la basura no esté en el suelo de las esquinas escurriendo exliviados contaminantes o creando infestación de fauna nociva como cucarachas y pulgas, chinches y gatos, perros y ratas, pero los casi 250 contenedores que actualmente hay en la zona urbana ya demostraron no ser la solución y que incluso agravan el problema.
Otros han opinado aumentar el personal del servicio de limpia, cuando los alrededor de 90 trabajadores municipales dedicados a barrer y recolectar basura son un número mucho mayor, proporcionalmente, a los que tienen otros municipios.
Aquí hay otro reto a vencer: reorganizar las rutas de recolección y mecanizar algunas tareas, involucrar a la población en, por ejemplo y como parte de un plan mayor, la separación de basura.
Otro reto es que solo se cuenta con un tiradero de basura ubicado muy cerca de la carretera La Piedad – Numarán, es a cielo abierto, sin infraestructura y equipamiento adecuado, tiene casi 10 hectáreas, su saturación se debe a que tiene alrededor de 30 años de uso.
Existe la intención de crear un plan metropolitano e integral para recoger, trasladar, tratar y resguardar finalmente los desechos de los municipios de La Piedad, Churintzio, Yurécuaro, Tanhuato, Penjamillo, Numarán y Zináparo. La planta o centro de concentración sería operado mediante el esquema semi-privatizador de Asociación Pública Privada (APP). Aquí hay otro reto: con la mala experiencia actual de que Zináparo, Ecuanduero y Numarán traen su basura sin separar al tiradero de La Piedad y no pagan (la deuda es grande), esto es, trayendo a La Piedad su contaminación, ¿estarían los piedadenses de acuerdo en que la nueva planta reciba aún más de otros municipios? ¿No ameritaría consultar a los piedadenses, de por si lastimados por la contaminación del río Lerma, la pirotecnia y otros desechos químicos industriales? ¿Aceptaran que todavía más basura descargue sus lixiviados aquí? Y a todo esto ¿qué son los lixiviados? Son esos líquidos que vemos escurrir de la basura, son contaminantes que al contacto con la humedad, el agua del subsuelo o la lluvia, escurren contaminando el subsuelo, las aguas freáticas (las de debajo de la tierra) y el aire, son altamente tóxicas y muchas veces mortales por su abundancia de nitrógeno orgánico y amoniaco, así como por su alta demanda de oxígeno y mucha salinidad.
Basta una visita al tiradero de basura, respirar su hedor nauseabundo, platicar con quienes ahí laboran, para desilusionarnos de nuestro estilo de vida supuestamente racional, para atisbar en la absurdidez de nuestro cotidiano modo de producir y tratar a la basura, para constatar que para muchos los derechos humanos son letra muerta, para comprender que vivimos la comodidad irreal y criminal que nos regala el servicio de recolección de basura que ahora tenemos y que como por arte de magia hace que nuestra basura desaparezca… pero solo en apariencia.
El tiradero nos pinta de cuerpo entero como una sociedad irresponsable con sus desperdicios, distraída en el consumo inconsciente de residuos y como practicante de una cultura gubernamental paternalista que a cambio de poder nos soluciona el problema sin animar la responsabilidad ciudadana por reducir la producción de desechos, separarla y conocer su destino final.
Y con otra: no podemos con nuestra basura y por poco nos traen la de otros lados. Hay que decirlo: algunas de las voces que opinan de espaldas al pueblo a favor de que una Asociación Público Privada opere la basura en La Piedad, y que ya hicieron un proyecto, puede ser que técnicamente estén calificadas -que no todas- pero también es cierto que están ligadas por diversos intereses particulares a grupos de presión muy identificados, lo que les resta imparcialidad. Asimismo hay que agregar que tal vez hayan hecho muchas reuniones, estudios, proyectos y debates, pero también es verdad que a los usuarios del servicio de limpia, a la ciudadanía de a pie, no se le ha consultado y el tema no es menor, se trata de la salud y la viabilidad ecológica y política de todos los piedadenses, no solo de algunos que colegiándose se echan porras unos a otros, se sienten todólogos y en realidad no son representantes de la población. De entrada hay que enfocar el problema con visión ciudadana y popular.
Es conocido que éste tema preocupa a la mayoría de los miembros del actual Ayuntamiento y que el presidente municipal está abocado a la atención de ésta oportunidad para que La Piedad mejore en beneficio de sus habitantes, por lo que se propone algo inicial, mínimo, para dar un paso al frente aquí en la tierra en lo que los del Olimpo terminan sus disquisiciones.
Primero: Realizar una prueba piloto en algunos barrios para reeducar a la ciudadanía en la producción y tratamiento de la basura, inducir a la separación más elemental: la basura orgánica de la inorgánica y generar menos basura. Asimismo para elaborar compostas familiares y su adecuada utilización. Ello implica, convertir al ciudadano en agente principal del cambio ecológico en cuanto a la basura se refiere, por lo menos. Podrían involucrarse trabajadores sociales, maestros y jubilados, prestadores de servicio social escolar y voluntarios, provocando la participación ciudadana. Esto casi no requiere dinero sino voluntad e imaginación.
Segundo: Elaborar y ejecutar comunitariamente un programa de reciclaje. Por ejemplo: acercar residuos secos a puntos limpios y predeterminados para que el servicio de limpia los recoja, separe y compacte. Se pueden vender y la ganancia reinvertirla para expandir el plan a más barrios y comunidades del municipio.
Como se ve, el dinero no sería el problema para dar un primer paso, más bien lo son las resistencias humanas creadas por años de estar haciendo mal las cosas en perjuicio de las generaciones presentes y futuras.
¡Ahí viene la basura!