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¡CONOCE MEJOR EL SANTUARIO DEL SEÑOR DE LA PIEDAD!

Por: Rafael Ayala Villalobos 

 Ayer me explicó mi amigo Rupertino Malacara que se dice “ceguera de taller” cuando alguien ya no nota algún detalle  a fuerza de costumbre de tanto verlo. Como cuando alguien tiene una descarapelada en la pared de la sala de su casa y ya no la nota, como sí un visitante repentino que de inmediato la observa y critica en su fuero interno. 


Así nos pasa a propios y a extraños cuando asistimos al Santuario del Señor de La Piedad, ya que pasamos por alto muchos detalles que son verdaderas joyas artísticas de gran simbolismo religioso. 

Mucho comentamos que el Templo tiene la cúpula más grande de América Latina de la que cuelga un gran y precioso candil traído de Austria que tiene 870 luces, que mide casi 7 metros de altura y 4 de ancho y que pesa casi una tonelada, pero la sagrada edificación posee otros detales también dignos de admiración. 

Hoy veremos algunos de ellos, si me permiten, lectora, lector  queridos. 

Aquí vamos. 

En la puerta del acceso sur hay un medallón de cantera rosa en altorrelieve sobre la clave del arco de la puerta, como un rosetón, aunque no es ventana, labrado fina y hermosamente que por discreto pasa imperceptible

Sin embargo está muy ligado al cristianismo ya que representa una de las simbologías más profundas que existen desde la más remota antigüedad. 

Se trata de un águila de frente con las alas abiertas sobre el Alfa y el Omega, el principio y el fin de todo.  

¿Quién no tiene ni principio ni fin? Dios.  

Pero para conocerlo y dejarse guiar por Él se precisa de las virtudes que representa el águila desde los antiguos egipcios: valor y vitalidad, nobleza y valentía, renovación y fidelidad. 

El águila también simboliza a San Juan Evangelista: sabio y clarividente, mira al sol como las águilas cuando vuelan; su Evangelio es el más profundo, abstracto y teológico y contiene conocimientos ocultos al ojo sencillo. 

Los antiguos reyes de Persia dedicaron el águila al sol, lo mismo que en el antiguo Egipto y en Roma la asociaron con Júpiter. 

El águila no es para todos ya que no a todos se les da la investigación, el genio, la audacia de llegar a contemplar la luz de la Verdad ni de conectar con su parte divinal. 

Por todo ello, sin ser un símbolo originado por el cristianismo, sí está asociado a él en la figura de San Juan y en el Alfa y el Omega. 

La próxima vez que vayas a tan magnifico Templo en La Piedad, Michoacán, observa éste y otros místicos detalles que tiene.  

Recuerda que el que busca, encuentra, y que el Maestro llega cuando el alumno está listo. 

Seguimos. 

Dentro del Santuario del Señor de La Piedad existe, además, una sobria y serena capilla donde siempre está expuesta con solemnidad la Santísima Eucaristía. 

En su costado sur se encuentra una alegoría impactante: un Pez enredado en un ancla con una Cruz. Todo esculpido con preciosismo en cantera rosa extraída de la ribera del río Lerma a dos cuadras del templo, porque haz de saber que el río Lerma tiene enormes bancos de cantera y que en La Piedad hay excelentes cantereros. 

Desde los cuatro primeros siglos del cristianismo la simbología cristiana de la Cruz en el ancla representa la voluntad de no dejarse arrastrar por las sensibilidades y emociones humanas; en vez de eso se fija la voluntad a la Cruz de Cristo como fuente de gracia para anclarse a la Fe y no andar a la deriva enredándose en las pasiones mundanas por culpa del ego. 

El Pez representa a Cristo desde el inicio del cristianismo. Se trata de dos líneas arqueadas que al intersectarse forman un pez denominado ICHTUS, pez en griego, o HIESOUS, que se trata del acrónimo HIESOUS CHISTOS THEOUS HUOS SOTER que significa Jesucristo Hijo de Dios y Salvador. 

Imágenes y grabados similares existen en los templos de diferentes países, siempre para recordar que la Cruz-ancla con el Pez invitan a evitar el naufragio espiritual en las impredecibles y embravecidas aguas de la vida terrenal. 

Esta es una de las grandes obras de arte que posee el Santuario del Señor de La Piedad, el más grande e iluminado, por lo menos de Michoacán. 

Es de lamentar que no se sabe bien a bien el nombre del canterero piedadense escultor de esta obra de arte que data de los años setentas del siglo XX. 

Aún hay más. 

El Templo tiene hermosos detalles poco advertidos, como la gárgola de cantera en forma de perro saltando o corriendo, ubicada en su fachada oriente. 

Se trata de una gárgola de desagüe de azotea, un tubo de piedra muy usada desde la Edad Media. El perro en las fachadas, ya en altorrelieve o ya en escultura, que representa el amor incondicional, fue utilizado desde el antiguo Egipto para ahuyentar la lujuria, la concupiscencia, el deseo sexual desordenado. 

El perro del santuario piedadense data de la construcción del anterior templo, del que por cierto, fue Señor Cura el Padre José Antonio Gallaga por allá en 1761, tío de Miguel Hidalgo y Costilla que de niño y jovenzuelo gustaba pasar sus vacaciones de verano en La Piedad. Para entonces La Piedad tenía 608 habitantes, según don José Martínez Álvarez, en su libro Cronología de La Piedad. 

Bueno, el caso es que ese antiguo templo, más bien pequeño y sobrio fue remodelado y ampliado entre los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. 

Cuando en los años setenta del siglo veinte se rediseñó y construyó parte de la fachada oriente, un sacerdote muy querido, gran intelectual, de apellido Botello, notando que los varones piedadenses son muy proclives a la práctica del sexo, al punto de enfadar a las mujeres, casi siempre sosegadas en este aspecto, y queriendo darles un poco de paz, mandó sacar de una bodega la antigua gárgola para que fuese colocada en donde ahora está. 

Para infortunio de las pobrecitas mujeres, la gárgola perruna no funcionó por dos razones: porque nada más es una ya que quizá ni con una docena de perros hubiese aminorado la libidinosidad de los piedadenses, famosos en todo México por ello. 

La segunda razón es que las aguas del río Lerma a su paso serpenteante por La Piedad, adquieren características miríficas, sobre todo si se recoge la espuma que desprende en su caída en la cascada de El Salto, la más ancha del país. 

Esa espuma se deja reposar y ya líquida se hierve con corteza del árbol de casahuate, emblemático de La Piedad. Luego se guarda en el refrigerador y se bebe un vaso diario a cualquier hora. Es potentísimo para mejorar la erección peneana, contimás tomado una hora antes del actio connubis. 

Conozco señores ya embargados por la usura del tiempo, que viviendo en lejanas latitudes llegan a La Piedad por un litro o dos de ésta agua y por un puñado de cáscara del árbol casahuate. Por esta razón en la Piedad casi no se venden ni Viagras ni Cialis ni fármacos similares para ese fin. 

Si la intención del padre Botello fue buena al querer procurar un poco de reposo a las mujeres, falló porque sabía de teología pero no de botánica; su perro quedó en mero adorno y atractivo turístico. 

Las mujeres por su parte, parecen haberse resignado: entendieron que es lugar de sufrir, le gozaran, porque  ¡ha cómo algunas le dan vuelo a la hilacha! 

Seguimos con más. 

Discretos pero hermosos, ahí están. Uno a la izquierda del altar mayor grabado en una puerta de madera de cedro del bueno. El otro, labrado con excelencia en cantera, en la nave derecha, bajo un altar. 

Se trata de un pelícano que habiendo ido a pescar, regresó sin peces porque el mar estaba embravecido. Entonces con su pico rasgó su pecho  para que sus polluelos se alimentaran con su sangre. 

Es el padre que, generoso, se da. Es la imagen del gobierno mayestático en el que el rey se debe al pueblo, contrario al tirano que sacrifica su pueblo para su beneficio. En lugar de darle bien común, le extrae riqueza, aplausos, sumisión y fanatismo. 

Es una imagen de leyenda que data de miles de años atrás y que luego en muchos templos la Iglesia lo ha instalado valiéndose  de todo tipo de materiales, incluso en vitrales afamados mundialmente. 

En el catolicismo el pelícano alimentando con sacrificio a sus polluelos, representa la Pasión de Jesucristo, que por nuestra salvación murió en la Cruz, derramando su Sangre Preciosa. Muchos templos del mundo la tienen, como la catedral de Sevilla, en España. 

Cuando visites el Santuario del Señor de La Piedad, ya sea motivado por la Fe o por la curiosidad turística, en vez de fisgonear quién estrenó ropa y quién no, acércate a admirar estos magníficos detalles. 

Y sigue la mata dando. 

En la fachada oriente del Santuario del Señor de La Piedad, por la calle Ocampo, hay una puerta de herrería forjada y cuajada de artísticos vitrales. Sobre ella hay una hermosa y sugerente escultura de cantera rosa adosada a la pared que te invito a ir a ver. 

La obra, de dificilísima factura porque la cantera rosa es blanda y al esculpirla se rompe, representa al Agnus Dei o Cordero de Dios, como lo dijo San Juan, sobre el Libro Mayor, el de la Sabiduría, la Biblia, pues. 

Ambos están enmarcados por un corazón que representa la buena voluntad de Dios para todos sean del partido político que sean. 

El corazón, a su vez, está custodiado por dos ángeles, para subrayar el origen divino del Cordero. 

San juan afirmó que el Cordero del Dios  aniquila el pecado por el sacrificio de su vida, salvando no solo a los judíos que mucha lata le dieron, sino a todo el mundo. 

Si la cruz era un instrumento de muerte deshonrosa, el Cordero simboliza el martirio y la muerte excelsa de  Cristo. 

Cabe recordar que mientras a Dios se le representa a veces con un león, por ser símbolo de fuerza y poder, como lo es Yahveh, a Cristo el cristianismo lo presenta como un Cordero, esto es la cría de borrego antes de un año de vida. 

El cordero se lo comían los judíos en su festín anual de pascua. Por eso, en la Vida Nueva que Cristo nos ofrece, el Cordero representa su muerte salvífica de nuestros pecados. 

Como el pecado es muerte, entonces el Cordero es la Vida. 

No se quién esculpió la obra, me parece que en los años sesentas del siglo pasado.  

Lo que sí sé es que a quien la observa con detenimiento y serenidad, conmueve, reconforta y anima. Y es que Cristo es la pura Vida. 

La última y nos vamos. 

Al final de la nave principal, sobre las dos columnas que cargan la cúpula, uno puede  regocijarse admirando los Mandamientos de la Ley de Dios esculpidos en cantera con exquisitez, finura y gran realismo, que impactan hasta al más tranquilo. 

Por si fuera poco, por  el otro lado de las citadas columnas están labrados los Sagrados Sacramentos como el del Bautismo que aquí te traigo.  

No desdeñes los trabajos en cantera del Santuario del Señor de La Piedad, nada más te digo que la cantera es mucho más difícil de tallar que el mármol, por ejemplo. 

Si sabes quienes fueron los constructores y cantereros del Santuario del Señor de La Piedad, escríbelos aquí como un sencillo pero merecido homenaje. 

Luego seguimos. 

Sean felices.