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¿CREES QUE TIENES AMIGOS EN LAS REDES SOCIALES?

Por: Rafael Ayala Villalobos

Corrido del poder y del ambiente político por el dictador Julio César, en los ayeres del Imperio Romano, Marco Tulio Cicerón (106-43 a C.), se fue a su rancho cercano a Roma. Cicerón, honesto él, era, además de novio de Publila, un gran orador y jurista, pensador de los grandes, escritor y político de los buenos.


Julio César, demagogo y manipulador de masas, era duro enemigo de Cicerón ya que éste se oponía a sus mentiras, corruptelas, nepotismos, ocurrencias y excesos (cualquier parecido con Amlo es mera coincidencia).

Estando en su rancho criando chivas y bebiendo vino tinto, escribió un texto bello y sabio: “El arte de cultivar la verdadera amistad”, con consejas atinadas acerca de la amistad que si uno las relee y las adapta a nuestra realidad actual, donde casi todo es virtual, quedarían como enseguida, lector, lectora queridos, les platicaré, ya que siguen vigentes y útiles.

En el texto Cicerón afirma que hay diferentes amistades: los conocidos y los que en realidad pueden ser llamados amigos. Igualito que en las redes sociales, porque si se fijan no es lo mismo un amigo de Instagram que uno de Facebook.

Según Cicerón existen distintos tipos de amistad: los conocidos y los verdaderamente amigos. También sucede así en las redes, no es lo mismo un amigo de Instagram que uno de Facebook y ni qué decir de uno de Twiter y menos con el lenón, perdón, con el Elon.

En Instagram no te siguen por amistad, sino por una mezcla de envidia y masoquismo, incluso por odio o coraje del malo. Aquí, un amigo más o menos sincero es el que te da repost o retweet, si no, nada más está de metiche.

Cicerón sostiene que solo la gente buena puede ser buen amigo, o sea, verdadero amigo. Así que las buenas personas de hoy en día son las que procuramos en amistad mediante WhatsApp, porque ahí sí están identificados en tu lista de contactos; son los que casi es seguro que alguna vez los hayas visto aunque sea de pasadita, lo que significa que con ella hay un lacito de relación.

Nuestros padres nos decían que no tuviéramos malas amistades, que supiéramos identificar dónde estaba el mal y dónde el bien. Cicerón recomendaba escoger con cuidado a nuestras amistades, cosa posible en el Facebook que permite aceptar o no a quien nos solicita amistad, siendo dable, inclusive, bloquearlas si algo no nos gusta o si se dedican solo estar fregando en nuestra cuenta, con la ventaja de que puedes pretextar que fue un error de dedo si nos reclaman.

¿Se acuerdan de Roberto Carlos, un cantante brasileño? El de la melodía que decía: “Yo quiero tener un millón de amigos…”. Ah, pues fue el iniciador de la idea del Facebook. Una ventaja del Facebook es que puedes volver a traer al presente a viejos amigos de los que ya ni te acordabas y agregar nuevos, a veces medio latosos, sin que tengas que verlos en persona.

Cicerón recomendó para la posteridad hacer nuevos amigos pero conservando a los antiguos. O sea que si usas Twitter no lo dejes porque te inicias en Facebook, sin soltar a Tinder, eh, que es la opción primaria para conocer nuevas víctimas, perdón, nuevas personas

Una ventaja de las formas cibernéticas de amistad es que gastas poco en ropa: solo te vistes de la cintura para arriba y ya está. En cuanto a lo demás, solo erogas en electricidad y ya, ni cafecito, ni cerveza, ni nada, puro Skype y Zoom y a hipocritear se ha dicho.

El filósofo Cicerón afirmaba que los amigos deben ser muy sinceros entre sí, que los amigos de veras no te siguen la corriente sino te dicen lo que te conviene, lo que es ético y positivo, aunque te duela.

Así que en Twiter, que es donde más tiran a la yugular y a veces hasta parece una carnicería, no bloquees a nadie y más bien di gracias al atacante, incluso si es un fanático amlover. (Qué ridículo que alguien se dijera calderónlover o peñanietolover, bueno pues igual de ridículo se oye amlover).

Recuerda que los likes a veces son hipócritas pero los insultos siempre son de verdad.

Cicerón sentenció que la amistad es un premio, un don y un tesoro en sí misma. Al jurista le asistía la razón. Y lo podemos comprobar en estos cibernéticos días en que si aumentan nuestros seguidores o los likes recibidos sentimos un gran placer y nuestro narcisismo se siente premiado.

Si ni siquiera llegas a un millón cien mil seguidores ni pienses que vales la pena. Si investigas sabrás que el más seguido del mundo es un tal Cristiano, pero no Cristo, eh.

Cicerón sigue teniendo razón cuando asegura que sin amistad la vida no vale nada. Bueno, esto último lo dijo José Alfredo Jiménez, pero se le parece. ¡Cuánta razón hay en ello! ¿A qué le tiran, qué caso tiene que vivan esos que pasan por la vida sin Tiktok o Tinder, sin Instagram, Twiter o Facebook?

Lo que hacen o comen o viajan nadie lo sabe y entonces es como si no viajaran, no comieran y no hicieran. O sea que transcurren por la vida como muertos, sin history.

Pero, señoras y señores, no es tarde para que empiecen a vivir las amistades virtuales, porque causan pesar los que para platicar con un amigo todavía tienen que invitarlo a comer o a tomar un café. Se están perdiendo la oportunidad de vivir una amistad virtual.

Marco Tulio Cicerón también dijo en su tratado que las verdaderas amistades verdaderas son atemporales, esto es que superan el tiempo. Es verdad como que Amlo amenaza la democracia en México.

Si revisas tus estadísticas verás que muchos se han ido, que ya no te quieren o que les importó poco y ya no te siguen. Ah, pero te enterarás de cuántos te siguen siendo fieles.

El caso es que en las redes sociales van y vienen las amistades destilando hipocresía, odio y una capacidad de ofender del tamaño de la torre Eiffel.

Las redes serían supuesto espacio de libertad y amistad, pero se convirtieron en terreno para las ofensas, los linchamientos, las burlas, escándalos y como herramienta o arma que censura o limita la libertad de pensamiento y opinión.

Así, mejor uno se calla, porque hay quienes actúan como si fueran policías y jueces de lo que otros publican.

Y es que las redes mezclan y confunden impúdicamente lo público y lo privado, saturándolo casi todo de odio, burla y sin razón, también de codicia, narcisismo y engaño.

Las redes deberían ser para buscar, aceptar y enriquecer uno de los grandes valores de la humanidad: la amistad.

También para procurar mejoras en la vida familiar, social y política y cambiar para bien nuestra manera de convivir con los demás.

¿Estás de acuerdo?

Sean felices.