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Difícil, amamantar en la piedad; lactarios públicos y laborales, la solución

Por: Rafael Ayala Villalobos

“Jalan más dos tetas que dos carretas”, escuché por vez primera este dicho de boca del Dr. Marco Antonio Aviña Martínez, amonestando a un joven por incumplir en su trabajo debido a que pasaba todo el día en la delectación del turgente y ubérrimo, portentoso y exquisito busto de su novia.


“No te lo tomes tan a pecho”, le dijo el expresidente de La Piedad que como buen Marco, marcó una rayita en el ejercicio público municipal aún no brincada por nadie.

Los bellos hemisferios femeninos enternecen y dulcifican aún al hombre más bruto y soez, rupestre, vulgar y feroz ya que le recuerdan el amor que para con él tuvo su madre nutricia de amor y alimentación, rememorándole, el tetámen de la mujer, además, la fuente de la fertilidad y por ello la continuación de la vida.

Eso no es raro. Ya el Génesis de la Biblia, capítulo 3, versículo 7, dice respecto de Adán y Eva cuando despertaron del sueño: “Y fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos”. Entonces pasaron dos cosas: la primera es que no perdieron tiempo, luego luego le pusieron Jorge al niño y tuvieron dos hijos, Caín y Abel; y la segunda que como es cierto que “Jalan más dos tetas que dos carretas”, Eva mangoneó a Adán al punto de que lo sonsacó a desobedecer a Dios padre. Así les fue y así nos fue.

Desde la más remota antigüedad el busto femenino ha sido objeto de religiosidad, arte, organización social y familiar y políticas públicas. Es cosa de recordar las esculturas prehispánicas mexicanas representando mujeres de pierna gruesa y pecho protuberante, o las famosísimas pinturas y esculturas que por todo el orbe hay sobre mujeres desnudas proponiendo por delante el pecho: La Venus del espejo, de Diego Velásquez; El Nacimiento de Venus, de Botticelli; La Maja desnuda, de Goya; La Olympia, de Manet; La puerta del ocaso, de Draper; La Ninfa dormida, de Chessériau; La Afrodita o La venus, de Willendorf, entre muchas otras obras de arte pictórico y escultórico que ponen de relieve –literal y materialmente- la sexualidad, la belleza y la maternidad del pecho femenino.

En efecto, se trata de una tricotomía: lo bello, lo sexual y la maternidad. Triada muy influenciada, ya se sabe, por la cultura patriarcal que exalta el amor sacrificial de la mujer que brinda su pecho en aras de la preservación de la vida humana. Por eso la Venus de Milo, de Falguiere, presenta a una mujer con cara triste, serena y lánguida, parecida a la mujer semidesnuda en El Triunfo de la Revolución o en la Diana, de Pellegrini.

Mucha tinta ha corrido versificando el busto de la mujer, como éste que encontré en la pared de la Central de Autobuses de Monterrey: “Déjame beber en la fresca fuente / de tus senos / la suave esencia de un amor que no se / acaba”.

O éste otro: “Son tus senos melodías no escuchadas / envidia de las diosas y las hadas / que tiemblan en mis manos al tocarlos / mientras llenan de placeres toda mi alma”.

O bien aquél: “Tus senos, dos frutas ya maduras / un éxtasis de amor sobre mis labios…”.

Aquí hago una interrupción porque me llama el editor. Ya regresé. Dice que me deje de mamadas y de darle vueltas al pozo; que ya vaya al grano con el tema de la lactancia materna en La Piedad, el tercer aspecto de la tricotomía del busto femenino.

Vamos pues.

En La Piedad cada día son más las mujeres que trabajan, al punto de que hay empresas con más de 60 % de mujeres en su plantilla laboral. Esas mujeres podrían ser mamás que deben amamantar.

Parece lógico y normal que esas mujeres puedan ejercer el derecho y la responsabilidad de dar pecho a sus hijos, y sin embargo, se les dificulta porque muchos empleadores no lo facilitan, por ejemplo, acondicionando un espacio para lactario dentro de la empresa, la oficina, el taller o la fábrica, ahorrando mucho dinero al tener menos ausentismo y permisos y menos rotación de personal, pero sobre todo, incrementando el compromiso y la lealtad de las mujeres de la clase trabajadora para con la empresa de la que forman parte. Así mismo se elevaría la buena fama de las marcas de la empresa.

En la lactancia materna deben sumar esfuerzos las mamás, sus parejas y los empleadores, y si una de las dificultades es que las madres tienen que ir a trabajar en turnos rigurosos, la solución es poner lactarios en sus empresas, situación prevista por la ley como obligación para la parte patronal cuando hay más de 20 mujeres en edad reproductiva –de 15 a 49 años- en un centro de trabajo, que no en una empresa.

Ya se sabe que los bebés alimentados con leche materna, aparte de que fortalecen el vínculo con sus madres y elevan su autoestima, tienen seis veces más probabilidades de sobrevivir, según la Unicef. La leche materna previene infecciones, obesidad y diabetes, leucemia y alergias; además cáncer infantil, presión arterial y colesterol altos, así como enfermedades digestivas.

Con datos del 2017 en La Piedad solo el 14.4 por ciento de las mamás alimentó a sus bebés con leche materna, cuando el promedio en Michoacán fue del 37 por ciento, pese a que la lactancia materna ya es un derecho laboral que no debe ser visto solo como una prestación graciosa del patrón sino como una obligación.

El artículo 170 de la Ley Federal del Trabajo mandata desde febrero pasado por aprobación del Senado por 81 votos a favor, que las mamás tienen derecho a un periodo de lactancia de 2 años, considerado así: dos reposos de media hora para alimentar a sus hijos o para sacarse la leche y refrigerarla con el fin de llevársela a su casa, “en lugar adecuado e higiénico que designe la empresa”, y cuando no sea posible, “previo acuerdo con el patrón, se reducirá en una hora su jornada de trabajo durante el periodo señalado, sin que su salario le sea rebajado.

Los salones lactarios deben ser limpios, privados, cómodos, tranquilos, accesibles también; tendrán el mobiliario adecuado, lavamanos, refrigerador y otros enseres necesarios para facilitar la lactancia.

Hay que recordar que en una situación normal las mamás amamantan cada tres horas, y necesitan de la succión para producir más leche, sin embargo la ley establece dos periodos, lo que biológicamente es insuficiente.

La Piedad es un municipio progresista que no solo invierte tiempo, energía y recursos en mejorar su infraestructura y equipamiento urbanos, sino que acrecienta sus cualidades para ser más competitivo y más humano.

En esa ruta debe poner mayor empeño en ser un municipio más amable con las familias, las mujeres y la infancia. He aquí la propuesta para éste y el próximo gobierno.

Considerando que en La Piedad hay en promedio 82.9 embarazos por cada mil mujeres, cuando el promedio nacional es de 74.4 embarazos, vale la pena hacerlo entre otras cosas, incentivando el establecimiento de lactarios laborales y algunos públicos, en sitios estratégicos.

Habría que diseñar una estrategia integral que abarque estímulos fiscales, educación sexual, oportunidades laborales, mejoramiento del entorno legal e institucional, servicios de salud suficientes y oportunos, seguridad en general, y prevención y atención a la salud sexual.

Y propongo algo muy importante: becar así sea con poco a las mujeres que amamanten, previo estudio socioeconómico. Como apoyo y estímulo. El PRD ya lo ha expuesto.

He aquí un quehacer para la Comisión de Gobernación y Trabajo del Ayuntamiento. Y para la de Salud. Y para la de Educación. Y para la de Equidad y Género o como se llame. Total: para todo el Ayuntamiento.

Cabe recordar algunos datos que aquí hemos publicado:

El 25 % de las familias de La Piedad tienen como cabeza a una mujer.

En 2016, el .39 % de mujeres menores de 15 años tuvo un bebé.

En ese mismo año, el 17.84 % de mujeres de entre 15 a 19 años se convirtieron en mamás.

O sea, el 18.23 % de mujeres menores de 20 años dio a luz. Y sigue en aumento.

La edad promedio de la primera relación sexual es de 17.9 años en las mujeres.

El 54.11 % de las mujeres de la Población Económicamente Activa, PEA, está en edad reproductiva.

En 2015 nacieron 9978 niños. Un porcentaje de 72.11 % de la tasa de natalidad.

De esos 9978 el 37 % de mamás trabajaban.

El 31.7 % de la población tiene menos de 29 años.

Son datos del INEGI que van a la alza. Y sin embargo La Piedad no tiene la tasa de crecimiento de población de ciudades como León, por ejemplo, o Morelia, porque se trata de un municipio con muy alta densidad de población, la segunda del estado, pero en condiciones no retentivas, y uno de los más abortivos de su gente. Aquí muchos de sus pobladores sólo están esperando la oportunidad de irse a otro lado.

La propuesta es que el gobierno municipal tome en sus manos la tarea de hacer realidad el que las mujeres-madres puedan ejercer su derecho y responsabilidad a la lactancia materna mediante la concertación entre los factores de la producción, las clases patronal y trabajadora, estímulos administrativos y fiscales, apoyos directos en insumos o equipos, entre otros.

Contar con políticas públicas que tiendan a hacer realidad los derechos humanos, que mejoren la vivencia de valores en el municipio como un lugar amable para vivir y crecer como personas, atendiendo la salud y el arranque parejo en la vida, respaldando al binomio madre-hijo en la primera infancia, será algo que las generaciones presentes y futuras le reconocerían al gobierno.

He aquí una necesidad social que debería ser bandera de lucha ciudadana.

Sean felices.