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DIOS Y LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA

Por: Rafael Ayala Villalobos

Lectora, lector queridos, hoy les platico que si en el mundo occidental –México incluido- la democracia es un ideal a alcanzar y una realidad medianamente construida, en parte es porque el cristianismo le ofrece bases filosóficas, políticas y teológicas. ¿Cómo así? Te explico:


Desde chicos aprendemos que la Santísima Trinidad -Padre, Hijo y Espíritu Santo- forman juntos un solo Dios verdadero, como la única flama que producen tres cerillos ardiendo juntos, es decir que Dios no es la soledad del uno, sino la comunión de tres Únicos, que por ser únicos no son números y ya, sino un movimiento dinámico de relaciones entre diversos igualmente eternos e infinitos, manteniendo relaciones tan íntimas y entrelazadas que impiden que haya tres dioses y establecen un solo Dios trinitario.

El del cristianismo y, por ende, el del catolicismo, es un monoteísmo trinitario. En esto se distingue el cristianismo del judaísmo, de las variantes mahometanas y de otras tradiciones monoteístas.

Ésta concepción societaria de Dios (Trinitaria) ha venido siendo confirmada por la física cuántica desde hace más de medio siglo: Dios es relación y comunión de amor infinito y que de Él se derivan todas las cosas, que en el universo todo es participación, relación, entrelazamiento de todos con todos, formando una red intrincada de conexiones que forman el único y mismo universo.

El universo es, efectivamente, una imagen y semejanza del Creador, fuente de interrelaciones infinitas entre diversos, que actúan bajo la representación del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Esta concepción, a veces no mencionada y hasta negada por algunos cristianos, quita el fundamento a todo centralismo social, privado, familiar o político, contradice cualquier idea monarquista, patriarcalista, caudillista, antidemocrática, pone freno al autoritarismo que en los hechos nulifica la división de los poderes del Estado y pone en su lugar a los que creen que la participación ciudadana es imposible.

Estas posturas antidemocráticas, han encontrado en un único Dios y único Señor su pretexto egoísta, supuestamente respaldados por propagandistas filosóficos y teológicos partidarios de los regímenes de explotación, contrarios al derecho natural y al destino universal de los bienes del planeta.

El Dios societario proporciona, sin embargo, el soporte metafísico –filosófico, teológico y hasta político- a todo tipo de socialidad, de participación y de democracia.

Pero como los predicadores por lo general no se refieren a la Trinidad, sino solo a Dios (solitario, bonachón y único, viejecito y castigador) se desaprovecha una fuente de crítica de la realidad para mejorarla, se pierde un manantial de creatividad para impulsar las necesarias transformaciones sociales, políticas, económicas y jurídicas en la línea de la democracia, del Estado de Derecho y de la participación ciudadana, a mar abierto y sin reversa.

Es de cristianos debatir con razón y pasión, defender con garra la pluralidad y las instituciones democráticas, participar en la vida comunitaria, proteger la vida y el Planeta, elevar la dignidad humana de todos, sin distinciones, y hacer que amorosamente y con perdón los beneficiarios de todo tipo de autoritarismos, sean camerales, sindicales, económicos, partidistas o gubernamentales, abracen a la sociedad entera a fin de facilitar la construcción del reino de Dios en la Tierra.

¿Esto es ser revolucionario? !Cristo lo fue…, en cierto modo! ¿No que seguimos sus pasos? ¿O somos de los que recibimos la gracia (regalo) de Dios y nos nutrimos de ella, pero socialmente no servimos?

Hoy, el momento histórico nos está dando la oportunidad de ser cristianos socialmente responsables.

Finalmente tres comentarios. Primero: la democracia exige la participación de la sociedad. Segundo: la democracia es una cosmovisión. Las cosmovisiones conservan todo, ordenándolo de otra manera. Cada pueblo organiza su democracia de acuerdo a su cosmovisión, abarcándolo todo. Tercero: La construcción de la democracia participativa necesariamente afecta a toda la sociedad, edifica su propio orden democrático a partir de su historia, de su conocimiento, de su tradición, de su memoria, de lo que tiene y de la manera como es capaz de proyectarse al futuro.

Y todo esto no se contrapone sino que antes bien se deriva de la concepción del Dios Trino.

Sean felices.