Por: César Rodríguez
La Piedad se está hundiendo en un abismo de negligencia turística y parece que nuestro actual gobierno municipal está más que contento de empujarla hacia abajo. Durante los últimos dos años, hemos sido testigos de cómo la dirección de turismo ha sido relegada a un rincón, eclipsada por una dirección de promoción económica que parece consumir todo el oxígeno de la sala.
La única «iniciativa» notable ha sido la instalación de guías turísticas en diversos puntos de la ciudad, una medida tan vacía y desesperada como parece. Reflejando la mediocridad de su visión, extremadamente corta en creatividad. Estas guías, que apuntan a edificios históricos, están diseñadas para engañar a los ciudadanos y visitantes, haciéndoles creer que se está haciendo algo para promover el turismo. En realidad, son simplemente un intento de maquillar la negligencia de la dirección, un vendaje en una herida que necesita cirugía.
La directora de turismo, que también lleva la batuta de la promoción económica, ha demostrado claramente dónde se encuentran sus prioridades. Un evento al año, tianguis artesanales y ferias exclusivas para mujeres de vez en cuando, no constituyen una estrategia contundente para atraer visitantes a La Piedad, sino para regodearse entre amigos y familiares, que son los que aparecen mayoritariamente en la lista de expositores.
Nuestro «precioso» atractivo turístico, la Cascada del Salto, está siendo estrangulado por la contaminación, en una triste ironía que habla sobre el manejo de nuestros recursos turísticos. ¿Qué sentido tiene tener una cascada si el río que la alimenta está lleno de porquerías? La construcción de una plazoleta en la cascada es simplemente un lavado de cara que intenta ocultar la realidad.
Es un engaño total y una vergüenza para los ciudadanos de La Piedad. Necesitamos un departamento de turismo que no solo se preocupe por aparentar, sino que tenga un plan estratégico real para atraer turistas y mejorar nuestros atractivos.
Los ciudadanos de La Piedad merecen algo mejor. Merecen un gobierno que no les mienta con falsas promesas de guías turísticas y plazoletas. Merecen un gobierno que valore su historia y sus atractivos, y que trabaje incansablemente para promoverlos. Y, sobre todo, merecen un departamento de turismo que se preocupe por promover su tierra. Es hora de exigir cambio. Es hora de salvar a La Piedad del fraude turístico en el que se ha convertido.
Y es que no se trata de poner al frente de las direcciones al más sumiso y «compa». Parece que no desean que La Piedad sea reconocida por su grandeza pues más hacen páginas en redes sociales que la inverosímil dirección de turismo que hasta el día de hoy ha sido un fantasma que no ha aparecido.