En 2024, México experimentó una notable reducción en su producción de maíz, con un volumen estimado de 25.1 millones de toneladas, lo que representa una caída respecto a los 27.5 millones de toneladas alcanzadas el año anterior.
Esta disminución ha sido atribuida principalmente a las condiciones de sequía que afectaron a diversas regiones productoras del país.
A pesar de los esfuerzos por mantener los niveles de producción, los estados más importantes en la producción de maíz, como Sinaloa, Jalisco, Estado de México y Michoacán, se vieron gravemente impactados por la falta de lluvias, lo que redujo significativamente el rendimiento en los campos.
Estos cuatro estados concentran más del 50% de la producción nacional de maíz blanco, uno de los cultivos más relevantes para la alimentación y la industria en México.
Ante la caída de la producción interna, México ha tenido que recurrir con mayor frecuencia a las importaciones para satisfacer la creciente demanda de maíz. Durante el primer semestre de 2024, las importaciones de maíz desde los Estados Unidos aumentaron un 35%, alcanzando 14.3 millones de toneladas.
Se estima que al cierre del año, las importaciones podrían superar los 22 millones de toneladas, lo que representaría aproximadamente el 47.5% del consumo nacional.
Este aumento en las importaciones se debe principalmente a la escasez de maíz en el país y la necesidad de abastecer a la industria alimentaria y otros sectores.
La situación plantea un reto importante para el futuro de la seguridad alimentaria en México, especialmente en un contexto donde el maíz no solo es esencial para la dieta mexicana, sino también para una amplia gama de industrias que dependen de este grano, como la de los alimentos procesados, los biocombustibles y la producción ganadera.