Por: Marco Antonio González Jiménez
Y se llegó la fecha del segundo debate presidencial amables lectores, nuevamente terrible, como ya dije antes, el formato no ayuda, no propicia el contraste de ideas, la figura de los moderadores es absurdamente limitada e irrelevante.
Y el escenario en que se verificó no influyó absolutamente en nada, da lo mismo hacerlo en un estudio de cine o TV que a media calle o sobre una panga en medio del río más caudaloso del país. Al fin, la esencia es lo mismo.
Xóchitl hoy se vio diferente, volvió a ser esa Xóchitl más desafiante, irreverente, por momentos hasta combativa e insultante con un discurso mejorado, más dirigido a su base ciudadana que no es suficiente para olvidar esa ciudadanización de su propuesta tan creíble y genuina como la historia de sus gelatinas.
¿Pero ver dos versiones de Xóchitl es decir tanto como que mejoró?
¿Es parte de su estrategia o simplemente ya no podía empeorar?
¿Será acaso que en algún momento veremos una tercera versión de Xóchitl?
La realidad es que no escuchamos un discurso que abordara los temas medulares de la problemática nacional. Y es que, ¿qué más le queda a la candidata opositora?
Si los males más grandes de la economía, inseguridad, desempleo, desigualdad, servicios de salud deficientes, etc., son todos éstos males que el sistema que la hizo candidata fraguó en sus administraciones.
No hay mucho que decir o que proponer más que mantener programas sociales actuales, atribuirse el nacimiento de algunos de ellos en los periodos presidenciales del priismo-panismo, descalificar a la candidata del Estado, acusar al actual gobierno, en especial a AMLO y familia para desviar los temas atribuibles al prianismo con esas acusaciones y como coloquialmente se dice: sacarle los trapitos al sol.
Tal vez es la Xóchitl que a la oposición de hoy les hubiera gustado ver en el primer debate y en cada una de sus declaraciones y posicionamientos.
¿Le alcanzará el tiempo para remontar?
Claudia Sheinbaum no necesita confrontaciones, no necesita más que recordar a la gente que el hartazgo vivido por una sociedad mexicana cansada del PRI y que no halló soluciones contundentes en los gobiernos panistas fue lo que llevó a MORENA a la presidencia que hoy busca retener.
Prometer, prometer, prometer, mantener la línea, el discurso, los “ideales” de AMLO podrían darle el triunfo en las urnas.
No necesita argumentos bien elaborados, sólo esquivar o ignorar las acusaciones de su no tan popular propuesta, presumir y repetir como letanía los “triunfos” desde el génesis de MORENA hasta el momento actual, disimular los múltiples desaciertos y soportar el desgaste que genera el poder y que AMLO ha sabido manejar como ningún otro presidente lo había hecho.
Máynez paso a pasito, va ganando punto a puntito, aunque es imposible que llegue a una posición competitiva.
Aun así, fue el único que puso propuestas reales sobre la mesa, proyectos de trabajo más puntuales, que tristemente se quedarán en propuestas porque ni remotamente tiene posibilidad alguna de ganar y hacerlas realidad.
Lejos de las acusaciones que pudieran hacerle debido a su incipiente carrera política, su lejanía en el debate nacional en el que muy tardíamente y por cosas del maldito azar se vio inmerso sin estar preparado para ello.
Sin embargo, creo que ha ganado algunos puntos en el porcentaje de intención de voto de los indecisos, de quienes no buscan una propuesta con motivo y fundamento, sino simplemente no quieren ni a MORENA ni a la alianza o simplemente votarán porque les gustó la singular cancioncita.
La realidad es que el debate ni lo gana ni lo pierde nadie porque las dos propuestas con posibilidades no debaten verdaderos ángulos políticos, mucho menos propuestas de un rumbo en los aspectos más trascendentales del quehacer nacional y mucho menos, como ya lo dijimos, el formato del debate permite el contraste de ideas, el cuestionamiento de planes y argumentos y mucho menos la réplica de los mismos.
El debate se ha limitado a los insultos y acusaciones, a las noticias en que se busca exhibir la corrupción, las mentiras y los fracasos del o los contrincantes y ésta es una película que ya hemos visto tantas veces que la sociedad ha dejado de creer en los políticos.
Y tal vez habrá a quien está parte de golpeteo, insultos, descaro y exhibición de vergüenzas políticas le guste, pero si buscas una postura argumentada, una discusión de posiciones y propuestas respecto de aquello que le duele a sociedad mexicana, definitivamente en el formato del debate no lo vas a encontrar.
Es difícil incluso calificarlo como debate como difícil debe ser medir cuánto influye los resultados de éste en la intención del voto.
Aquí sería prudente preguntarnos:
- ¿De verdad le da una visión distinta al votante el desempeño de los candidatos en el “debate”?
- ¿Esos insultos y acusaciones suben o bajan a un candidato en su posicionamiento?
- ¿El auditorio busca argumentos y propuestas o simplemente quiere ver sangre?
- ¿Y finalmente, los medios buscan debate de ideas o rating?
Lo dejamos como preguntas, la mejor respuesta la tiene siempre, siempre Usted.