La Piedad, Mich.- Cada vez es más difícil ver por las calles de la ciudad a los camoteros, esos personajes que empujan un carrito elaborado de manera artesanal a base de lámina para comercializar camotes, platano macho y hasta nopal horneado endulzado con miel, piloncillo o azúcar.
Se trata de una tradición gastronómica mestiza, pues los plátanos son un producto de origen asiático, originalmente introducido en las Islas Canarias, que llegó a la América continental tras haber sido aclimatado por los españoles en África y las islas del Caribe.
Salidos del horno, estos barrocos alimentos se sirven al consumidor con una cobertura que puede incluir leche condensada, mermelada, miel, chocolate o grageas coloridas, dependiendo del precio, la preferencia de cada vendedor o del área que le toca cubrir, y con ello hay que notar que este alimento adoptó también elementos culinarios marcadamente europeos.
Plátanos y camotes se cuecen en ese artefacto rodante en un tiempo que oscila entre los treinta y los sesenta minutos dependiendo de la temperatura que alcance la caldera; hay que decir que ésta varía también en función de la velocidad con que es empujado el carrito, pues este horno rodante funciona alimentado por leña introducida a su parte baja por una ventana frontal que, al entrar el vehículo en movimiento, permite la alimentación de oxígeno a la cavidad ígnea.
Lo más peculiar de éste artefacto, es el silbido que despide y que se genera a través del vapor que sale del agua caliente con que se mantiene el cocimiento de los camotes.