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EL MAL DEL PUERCO AFECTA A LA PIEDAD

Por: Rafael Ayala Villalobos

“Me dio el mal del puerco”, aseveramos cuando luego de zampar opíparamente, en pleno postprandio sentimos pesadez, sueño, urgencia de dormir y flojera por un buen rato. Pero no me refiero a ese “mal del puerco” sino a otro: a la crisis que azota a la porcicultura nacional, incluida la de La Piedad y Santa Ana, Guanajuato, que está afectando la economía de nuestra región como por lo menos yo no recuerdo haberlo visto ni en el porfiriato ni desde los años sesentas del siglo pasado. En el porfiriato porque aún no nacía, o mejor dicho, me nacían, y desde los sesentas por la sencilla razón de que el Estado cuidaba la soberanía alimentaria. Y con razón: antes no desgobernaban Morena ni López Obrador.


El otro día un amigo miembro de la Unión de Porcicultores de Guanajuato, que agrupa a las Asociaciones de Porcicultores, como la de Santa Ana, me decía amargamente que los porcicultores están perdiendo en promedio mil pesos y pico por cada puerco mal vendido en granja.

En efecto, los porcicultores de ésta región, como los del país entero, están trabajando con números rojos, no porque les guste este color, sino por culpa directa del presidente inútil, con un precio caído hasta el subsuelo.

Incontables granjas están cerrando aquí, también en Nayarit y Jalisco, en Nuevo León, Sonora, Sinaloa y en otros estados, perdiéndose miles de empleos, dejando el gobierno de recibir impuestos, impactando negativamente a la industria farmacéutica veterinaria, forrajera y cárnica, mientras el gobierno federal del presidente López, prefiere seguir construyendo su entramado de mañas para asegurar ganar las elecciones de 2024, en lugar de tener la mínima empatía con éste sector, pilar, junto con otros, de la soberanía alimentaria de México.

Cuando digo que muchas granjas están cerrando quiero decir que muchas familias emprendedoras, ya de tres y hasta cuatro generaciones, la están pasando mal: no completan su gasto corriente, se están endeudando y pierden patrimonio. Y es que como se dice: “Negocio que no da, quita”.

Dicho sin ambages: al gobierno morenista le ha valido madres la crisis de la porcicultura, no tiene estrategia para impulsar a este sector, nunca la tuvo, la dejó a su suerte, permitió la entrada de granos en condiciones desventajosas para los productores nacionales, admitió la importación de carne de puerco de otros países que fomentan el “dumping”, o sea que venden por debajo del precio de producción debido a subsidios gubernamentales, cosa que aquí no hace el gobierno de la cuatroté.

Además no atendió los focos rojos de la inflación de los precios.

Tampoco resolvió los cuellos de botella del proceso agua-insumos-producto-consumidor que sólo están beneficiando a unos cuantos.

Ignoró las distorsiones del mercado.

Rehusó -como buen gobierno neoliberal- ejercer la rectoría económica del Estado con prudencia y por consenso.

La intervención económica del Estado mexicano se realiza de dos modos, según el modelo de la Revolución Mexicana: uno con el control del Estado sobre la economía, a través de su poder legal, regulador y coactivo, conforme al nacionalismo económico; otro, con las empresas propiedad del Estado, a través de las cuales dirige y encauza el desarrollo económico nacional y administra los enormes recursos naturales que la Constitución le ha confiado.

Este último aspecto constituye lo que se llama la economía mixta, que es un sistema de doble sector: un sector de empresas del Estado y un sector de empresas de propiedad particular.

Lo que pasa es que López Obrador no sabe de esto y ya se le hizo bolas el engrudo de la economía nacional.

Prefirió ignorar a los productores y seguir los cánones del pacto populista de Sao Paulo…

Abrevó en ideologías extranjerizantes en lugar de oxigenarse en la filosofía de la Revolución Mexicana en materia económica.

Lo peor es que nada, ni tantita sensibilidad ha mostrado el gobierno federal, mucho menos ha brindado apoyos, lo que provocó que hace semanas los porcicultores del país se manifestaran para protestar en la Ciudad de México y publicaran en el diario El Universal el pasado 27 de marzo, un desplegado en el que explican y denuncian la crisis de la porcicultura, proponen soluciones y demandan justamente apoyo de la federación.

¿Y qué pasó?

Nada.

Ya sabe usted: el gobierno inútil y corrupto no atendió nada, igual que tampoco resuelve sino que empeora los grandes problemas nacionales.

Ayer un piedadense me dijo que en realidad en La Piedad ya casi no hay porcicultura, que más bien existe en Santa Ana y Pénjamo, como queriendo afirmar que a La Piedad no le afecta tanto ésta crisis.

No es así.

La economía de La Piedad es enormemente beneficiada por la economía de Santa Ana y Pénjamo en flujo de efectivo, productividad anual por persona y empleo, por lo menos.

Por eso a los piedadenses nos importa el problema de la porcicultura, hasta por razones de solidaridad, ya que por muchos años la porcicultura y sus negocios periféricos fueron el sector precursor de la economía local y el que traía dinero fresco de fuera.

Mucho de lo que es hoy La Piedad se lo debemos a la porcicultura y a la Economía Mixta.

Les doy un dato del IMSS para la reflexión: en el municipio de La Piedad el 3 % de la Población Económicamente Activa, PEA, trabaja en el sector primario, esto es, en el campo; en tanto que el 25 % de la PEA labora en el sector secundario, comercio y servicios, con una alta rotación e inestabilidad laboral; y el 47 % de la PEA labora en el sector terciario de la economía, o sea en la industria.

De este 47 %, el 79 % está en un puesto de trabajo ligado directa o indirectamente a la porcicultura. Ahí piénsenle…

El caso es que la crisis de los granos junto con la de la porcicultura parecen ser la mecha de una bomba que estalle social y políticamente en el país y en el municipio nuestro.

En la Piedad el precio por kilo de carne de cerdo en granja anda en 30 pesos más o menos, en Yucatán en 50 y en Sonora 25, ocasionando grandes pérdidas a los porcicultores como nunca antes y perjudicando al consumidor final.

¿Porqué razón el mal gobierno de Morena ha permitido la importación indiscriminada de carne de cerdo brasileña sin los debidos controles sanitarios, por ejemplo?

Dizque por la inflación.

En lugar de atender los negativos efectos de la inflación aquí, la dejaron caminar, qué digo caminar: correr es la palabra, y cuando vieron los del gobierno el relajo que hicieron, abrieron las puertas del país a la importación masiva de carne de mala calidad. Por eso hay tanta diarrea.

Los de La Piedad tenemos que tomar en cuenta que los porristas de Morena, sus precandidatos y operadores políticos de pacotilla que ya sienten pasos en la azotea porque huelen su derrota, no se han solidarizado con los piedadenses ante las penurias que pasamos por el desastre en el sector salud, por la caída de la calidad educativa, por la inseguridad y la violencia, por el desastre en la economía, en el empleo y por la desatención al río Lerma, sin excluir las cancelaciones y/o reducciones a múltiples apoyos al municipio que nos impiden crecer como queremos y nos lo merecemos; por eso cacarean lo del Fortapaz y unas camaritas, porque no tienen más. Nos quieren apantallar con migajas cuando son por lo menos 10 programas de fondos federalizados los que el Único canceló para mandar ese dinero a sus obras inútiles.

Así que ahora mucho menos votaremos por ninguno de ellos porque alaban y aplauden al mayor destructor de la economía y de la porcicultura de nuestra región.

¿Con qué cara saldrán a pedir el voto?

Si ahora no están con La Piedad, ¿porqué los piedadenses habrían de estar con ellos en el 2024?

Si dijeron “primero los pobres”, y ahora hay más pobres, y si los meros ricos, los que frecuentemente visitan al Venerable Gran Tlatoani de Petate en palacio nacional, los que hacen negocios con el gobierno corrupto, son más ricos, ¿cómo porqué habríamos de votar por ellos?

¿Si el Único dijo que las empresas y los empresarios se rascaran con sus propias uñas, ignorado de paso a todos los que su empleo depende de esas empresas, porqué la clase trabajadora debería apoyar a Morena, destructora de la porcicultura nacional y regional?

Miren, en otros países también hay inflación y crisis en la industria cárnica, pero por lo menos sus gobiernos le hacen la lucha e implementan estrategias fiscales de apoyo a tan prioritaria actividad.

Hasta en Estados Unidos los consumidores compran cortes de res y pollo más baratos. En México se consume más la sopa de fideos con mollejitas de pollo, y en Sudamérica usan huevos y frijoles en vez de carne.

La crisis de este 2023 no es nada en comparación con la que se viene en el 2024 y el 2025 para la industria cárnica a nivel mundial, con alzas al consumidor de hasta 35 por ciento, según empresas mundiales como Tyson Foods, Pilgrim’s Pride y Beyond Meat, por lo que muchos gobiernos en alianza con los consumidores y los productores están diseñando estrategias que los mantengan a flote sin que disminuya el nivel de nutrición de sus poblaciones. Algo impensable para el gobierno morenista de México que solo piensa en sus caprichos y en robar a manos llenas.

Estos países están atendiendo su logística, sus cadenas de producción y de consumo, aplicando políticas fiscales de emergencia, mientras que los consumidores cambian al consumo de proteínas más económicas debido al golpeteo de la inflación, pero con la perspectiva de mejorar su situación alimentaria.

El caso es que el asunto del puerco se ha convertido en un asunto de soberanía.

¿O del puerco soberano?

Cuando uno dice: “se armó un soberano problema”, quiere decir que se hizo un gran lío. Entonces el mal del puerco ya es un problema de soberanía.

Pero como vemos que el problema del puerco se encochinó, uno no puede menos que pensar que el soberano es eso: un cochino, aunque sin que la ciencia política otorgue argumentos para afirmarlo, sino más bien por las ganas de convertir al gobernante en turno en longaniza o chorizo.

Los del gobierno de la cuatroté han encochinado un asunto de soberanía alimentaria.

Eso de que los transformadores expertos en encochinar conciencias y en comprar votos dirijan la producción alimentaria al grito de “¡el puerco es de todos!”, y de que propongan que al tiempo que la muchedumbre vote por los ministros de la Suprema Corte de Justicia, de una buena vez los puercos sean los que voten por las políticas públicas para la porcicultura y los granos, es una soberana marranada muy al estilo de Lopecitos.

La locura, pues.

Muchas decisiones de este sexenio así han sido: marranadas.

¿Porqué? Quien sabe.

Eso es un asunto de psicólogos y divanes que no alcanzo a entender, pero que ellos, los psicólogos, tardarán muchos años en comprender.

Por lo pronto recuerdo lo que decía don Emiliano, el de la birria sabrosa de la Central de Autobuses: “En el puerco todo es negocio y en el negocio todo es puerco”, que actualizado a los tiempos de la cuatroté puede ser: “En la cuatroté todo es negocio, y en el negocio todo es puerco”.

Aquí viene a mi memoria la novela “La Granja” del inglés George Orwel que trata de una granja.

El escritor aseguró que en esa granja “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”.

Sean felices.