Inicio Destacados En La Piedad, está «cañón» ser joven

En La Piedad, está «cañón» ser joven

Por: Rafael Ayala Villalobos

“A los jóvenes de ahorita nos ha ido mal, ya nada más falta que un perro nos orine los pies”, me dice Ana María, egresada del Tecnológico hace tres años y que no encuentra trabajo. “Para colmo, por la inseguridad, nuestros papás no nos dejan ir a casi ningún lado porque tienen miedo”, agrega.


“La pandemia nos descarriló, tengo amigas que dejaron de estudiar, una se metió a SuKarne, otra a Coppel y dos se van los fines de semana a un teibol de León, y los que terminamos la carrera andamos del tingo al tango”, se queja amargamente. “Es que no hay trabajo”, remata.

“¿Qué hacemos aquí aparte de aburrirnos? La diversión es cara y no hay nada cultural, puras micheladas y alitas, vatos presumidos que no son buenos partidos porque andan de mañosos, tienen mamitis y jefes que luego se quieren meter con nosotros. Es la neta”, concluye.

Luis, de 27 años es más breve: “Ahorita está cañón ser joven en La Piedad”.

¿Cómo viven los jóvenes por estos lados? ¿Cómo se relacionan con su municipio? ¿A qué le tiran? Estas preguntas nos dan línea para acercarnos a la problemática de los jóvenes en el espacio municipal en el que viven y del que reniegan.

De inmediato vemos que el municipio como comunidad política y social moldea las maneras de ser joven y de vivir la juventud con dificultades económicas, de salud, desempleo, interrupción en la transmisión y vivencia de valores, sexualidad con consecuencias indeseadas, escaso acceso a la cultura general y a las artes, ambientes favorables a las adicciones, inseguridad y violencia de todo tipo, empezando por la familiar. El más admirado no es el mejor portado sino el que más tiene. Es el reino del tener y no del bien ser.

Pero también vemos que los jóvenes influyen en el espacio público que los moldea, aunque no con mucha capacidad activa ni propositiva en parte porque el espacio público está restringido por normas, actores y usos que suelen llevar a que la relación joven – espacio municipal tenga un toque de violencia. Cuando hablamos de espacio no me refiero a lo físico, sino sobre todo al municipio como comunidad creada, como espacio plural, abierto, como plaza pública, como construcción cultural.

Otra característica es que los jóvenes en desempleo son un grupo vulnerable por varias razones, y así debería ser considerado por el Ayuntamiento a la hora de establecer políticas públicas para los jóvenes. Esto lo veremos más adelante.

Otro rasgo es que las relaciones de poder entre las generaciones nuevas y viejas y con el gobierno no están dadas sino que se construyen socialmente, lo que favorece que se diluyan y hasta parezca que no existan, lo que en la práctica ignora a los jóvenes.

Otro aspecto: es frecuente que los políticos, incluidos los políticos jóvenes, hablan de la juventud como una sola cosa, como si no hubiera diferencias y desigualdades económicas y de clase social. Cuando políticos jóvenes hablan o escriben sobre “la juventud”, de que “es tiempo de los jóvenes”, buscando filtrarse en el ambiente político, casi siempre dejan de lado las desigualdades y abordan el tema desde una visión socio-céntrica de las clases medias añadiéndole su condición social, sus actitudes, sus subculturas propias a su estilo de vida pequeñoburgués, anteponiendo lo individual y su carrera política a lo colectivo, muchas veces con tintes narcisistas. En contrapartida no se notan posturas jóvenes con contenido de clase trabajadora ni de género.

La supuesta identidad biológica de los jóvenes (solo tienen en común la edad) no supone una misma identidad socioeconómica. Un estudiante de una universidad de paga no es lo mismo que un joven peón de albañil o que una trabajadora de algún invernadero. Hay diferentes condiciones materiales y sociales de existencia derivadas de su colocación en la estructura social y económica.

Ya se sabe que la igualdad jurídica de derechos está muy divorciada de la desigualdad de condición, que más bien es un conjunto de desigualdades e injusticias que impiden a muchos jóvenes tener acceso real a las oportunidades que la ley en el papel establece.

Toca al gobierno mediante políticas públicas específicas disminuir las desigualdades, mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los jóvenes para que puedan acercarse a la realización plena de sus derechos humanos y sociales en el nivel municipal.

Este tema hay que ponerlo a la vista de todos y hablarlo, porque está bien invertir en la infraestructura urbana, pero también es necesario invertir en la juventud, en sus valores, en sus neuronas, en su capacitación y en su realización como personas humanas a fin de que La Piedad deje de ser un municipio abortivo de sus jóvenes, que en cuanto pueden se escapan de La Piedad y si se quedan, reniegan. Por eso hay tanto enojo social que aprovechan malos políticos perversos para exacerbarlo en su provecho.

El actual gobierno municipal está desarrollando buenas acciones de atención a la juventud y tiene programas fructíferos que seguramente pueden ser reforzados con algunas políticas públicas diseñadas mayormente con la activa participación de los jóvenes del campo y de la ciudad, trabajadores manuales e intelectuales, incluidos pero no solo, los estudiantes. Ello partiendo de entender a la juventud como problema social y no solo como un grupo de edad, propuesta que el PRD ha reiterado en varias ocasiones.

Cualquier cambio social a fondo, cualquier transformación social y moral que cale profundo, solo se da por vía de las clases sociales, éstas son su motor y su contenido, no las nuevas generaciones en abstracto, aún con que sean portadoras de nuevos valores y nuevas promesas y liderazgos.

Tras la “unidad de la juventud”, no existe una unidad social, hay que abandonar ese romance, esos adornos discursivos. Entendamos que no hay “juventud”, hay “juventudes”, esto nos ayudará a comprender a la juventud, repito, como problema social, aportando un mejor enfoque a la hora de elaborar con ellos, con los diferentes núcleos juveniles, las políticas públicas mediante mecanismos abiertos, plurales y democráticos de participación ciudadana.

El problema no es chico: en La Piedad, según datos del INEGI del 2015 la población es mayoritariamente joven, los de 15 a 29 años son casi el 27 % de la población total, mitad y mitad hombres y mujeres y la edad promedio del piedadense es de 27 años.

Decíamos que los jóvenes en desempleo son un grupo vulnerable porque al no trabajar hasta en su casa los hostigan e incomprenden. “Ya trabaja en lo que sea”, les dicen, sin advertir que los trabajos son muy precarios, abusivos, sin seguridad social y bajos salarios, lo que frustra y desesperanza a los jóvenes a quienes siempre les dijeron “estudia para que seas alguien en la vida” o “para que te vaya bien”, y resulta que tienen secundaria o preparatoria y el dicho de sus abuelos resultó no-verdad.

Aquí el desempleo juvenil es mayor que el que padece la población de 30 años en adelante. Va un dato: el 54 % de los desempleados de la Población Económicamente Activa (PEA) tiene entre 15 y 29 años. Solo este dato nos obliga a contar con políticas públicas que fortalezcan la capacidad del municipio en su atención a éste sector. El estado no lo hace ni federación tampoco. Hay que establecer procesos sociales y políticos, que faciliten la participación de especialistas, empresarios y jóvenes en la toma de decisiones, buscando la igualdad de oportunidades y la realización de derechos para que de verdad La Piedad sea un buen lugar para vivir y crecer y en donde se cuide y valore su principal riqueza: sus jóvenes.

El tema del desempleo, subempleo o empleo en el sector juvenil es más grave de lo que suponemos y es fuente de un gran malestar social. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) dice que la desocupación en mexicanos de 15 a 24 años de edad es de 21% en 2021, preocupante esta cifra que refleja el empleo en cantidad, sin embargo ya analizado en su calidad la situación es peor. Los jóvenes encuentran empleo más rápido que los adultos pero es porque aceptan empleos mal pagados, precarios, sin seguridad social, en condiciones de informalidad y de abuso patronal.

Ahora, los jóvenes preparados tienen mayor problema para hallar trabajo. De cada 10 desempleados, 3 tienen de 13 a 24 años y estudios de secundaria.

Lo de la experiencia laboral se los dificulta 3 veces más. Pero hay otras variables como que al tener ingreso bajo en un empleo formal o informal, se les dificulta seguirse preparando y atender su salud ya que solo el 16 % tienen seguridad social (IMSS).

No es cierto que a mayor nivel de preparación académica tengan más posibilidades de encontrar empleos y ganar mejor. Aquí son más los desempleados con mayor nivel educativo. Del total de desempleados en La Piedad, casi el 50 % tienen educación de preparatoria en adelante. Los que tienen hasta secundaria solamente son el 35 % de los desempleados y ganan mejor. Increíble pero cierto.

¿Así cómo van a querer estudiar? Por eso el promedio de escolaridad en La Piedad es de primero de secundaria y en el resto del Bajío de sexto de primaria. Aquí, solo el 47 % de quienes terminan secundaria se inscriben a la preparatoria, según datos de la Secretaría de Educación, y de los inscritos la termina solo el 57 %.

Otro dato: Televisa va dirigida a una audiencia que tiene promedio de sexto, en tanto que TV Azteca de cuarto de primaria. Por eso según la organización periodística internacional Artículo 19 asegura que el 30 % del presupuesto del gobierno federal morenista para comunicación lo acaparan tres medios: el periódico La Jornada, Televisa y TV Azteca. De ahí puede usted concluir cuál es la base social del partido en el poder y porqué mediante medios de comunicación masiva reproduce la ignorancia y la enajenación como elementos que facilitan la manipulación…

Si en el municipio no hay crecimiento económico o este es bajo, se dificulta la capacitación y el empleo de los jóvenes por razones obvias. De ahí que cuando el gobierno municipal trata de reactivar la economía va en la dirección correcta, pero creo que también puede alentarse el autoempleo, el emprendimiento y el sector social de la economía (no todo debe ser privado) como las cooperativas.

Esto implica un diagnóstico preciso, estrategias, acciones y objetivos en los que directamente se involucren los jóvenes sobre todo los que a pesar de tener preparación sufren el desempleo.

Otro problema es que las universidades no van de la mano del sector productivo y empresarial, los planes de estudio no corresponden al mercado laboral y a la vocación económica del municipio. Hay muchos abogados y psicólogos, pero pocos técnicos o profesionales para el mercado local. Y aquí apuntamos otro sub-problema: ¿cuál es la vocación económica de La Piedad? Esto es, ¿cuál es su sector precursor de la economía? ¿qué rama o giro trae aquí más dinero de fuera? ¿o es más lo que de La Piedad sale? Es tiempo de voltear a ver estratégicamente al muy productivo sector de la salud…

Cierto es que algunos encuentran trabajo pero muy precarios. Los jóvenes sufren los problemas del mercado. Es menester atender el problema del empleo juvenil. No es solo hallar empleo, sino mejorar sus condiciones y que tengan seguridad social, salario digno y suficiente, derecho a pensión o jubilación.

Aproximándose al problema mediante diálogos con jóvenes inmediatamente brota la explotación de que son objeto y su malestar psicológico. La discriminación contra los jóvenes viola los principios de la igualdad de derechos y del respeto de la dignidad humana, dificulta la participación de los jóvenes en las mismas condiciones que los demás en la vida política, social, económica y cultural.

Además de que es un obstáculo para el aumento del bienestar de la sociedad porque los jóvenes son discriminados, mal vistos hasta por su aspecto, asediados por las fuerzas del orden, menospreciados en su familias, son carne de cañón de la delincuencia organizada, sufren situaciones de pobreza y por ello acceso mínimo a la alimentación, salud, enseñanza, capacitación y oportunidades de empleo…. Como me dijo Pablo el otro día: “Ahorita está de la chingada”. Y cómo no, si la mayoría de muertes dolosas son de jóvenes de 15 a 29 años. Este dato dice mucho, pero será tema para otro día.

Hay una realidad diferenciada e inequitativa para los jóvenes que hay que reconocerla y transformarla. El gobierno y los políticos, las organizaciones sociales, la academia y los empresarios, la pastoral social de la Iglesia, todos, tenemos que aplicarnos.

El gobierno municipal debe tener capacidad de dar respuesta a las demandas de los jóvenes; como gobierno democrático debe reforzar su legitimidad y su gobernabilidad al promover una relación de corresponsabilidad sociedad – gobierno en beneficio de los jóvenes.

Y no solo en el discurso sino destinar dinero en el presupuesto. Hay que etiquetar recurso en el presupuesto en dos rubros: en el gasto corriente, que no crea activos tangibles pero ayuda al bienestar de los jóvenes y los impulsaría hacia adelante, y en el gasto de inversión, que dejaría activos, administrativamente hablando, para que nuevas generaciones de jóvenes le sufran menos. Hay que irle pensando… Esto por lado gubernamental. Por el privado y social, creando mecanismos que vinculen la capacitación técnica y la academia con el emprendimiento y el empleo, por ejemplo.

Hace falta la participación activa, efectiva, constructiva, de los jóvenes.

Hacen falta mecanismos y herramientas para que los jóvenes puedan ejercer su ciudadanía.

Hace falta que la sociedad civil hable y elabore propuestas para mejorar la calidad de vida y el bienestar de los jóvenes.

Entonces abramos el diálogo.

Sean felices.