Por Rafael Ayala Villalobos
Esta semana leí dos noticias impactantes para mí que me provocaron escalofrío desde la nuca hasta por allá. Una asegura que para mayor felicidad humana la ciencia casi logra que la inteligencia artificial combine la inteligencia de varios hombres (se entiende que de todos los hombres inteligentes. Obviamente Amlo está excluido). Pienso entonces en las implicaciones éticas y jurídicas de esto.
La otra noticia afirma que para alcanzar la felicidad, en el 2045 se logrará vencer a la muerte, o sea que la muerte va a morir: el ser humano podrá ser eterno. Desde tiempos de la alquimia, cuando algunos empezaron a buscar la piedra filosofal no han dejado de hacerle la lucha a eso de vivir por siempre. Imagino entonces a la vida eterna como fastidiosa y hartante.
Para mi buena suerte, en el 2045, primeramente Dios, yo ya estaré bien muerto y a la izquierda del Padre. A la derecha no, porque ahí ya está muy lleno y no me gustan los apretujamientos.
Me llama la atención que vencer a la muerte y sumar inteligencias sea visto como un aumento de felicidad, con lo que no coincido. Yo creo que siempre lo sencillo y natural es lo mejor, no lo que lo complica. Por ejemplo, a las claras se ve que el agua es agua, pero luego aparece la química para insistir en que es H2O nada más para fastidiarlo a uno.
A mí, que me gusta hablar claro y ronco, que trato de ser modesto hacedor del bien común, pero también opinador, me parece que el político ha de buscar la felicidad de los pueblos de manera sencilla, entendiendo que no hay felicidad posible en lo individual sino que ha de ser comunitaria, y ahí es donde está el detalle, porque cuando ya son dos o más las voluntades a conciliar, el piso se empieza a poner chipotudo.
Otros dos aspectos que el político debe tomar en cuenta son, primero, que la felicidad impuesta no es felicidad, o sea que la libertad es premisa de libertad, y segundo, que la disciplina es condición para ser libres.
Me gusta la definición de felicidad de Jean Paul Sarte: “La felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace”.
Si bien es cierto que esta columna periodística es virtual, trata de cumplir bien su papel de sensibilizar y proponer, así que hoy no será la excepción por lo que comentaremos sobre la felicidad de los piedadenses. Agárrense que aquí vamos.
Empecemos por preguntar ¿son felices los piedadenses? En su mayoría no, porque siendo un buen lugar para vivir, no lo es tanto para crecer y desarrollarse como personas humanas, no porque no sepamos qué hay que hacer para lograrlo, sino porque padecemos un federalismo asfixiante de los municipios, situación agravada en el gobierno lopezobradorista.
La Piedad es un municipio abortivo de sus gentes, sobre todo de sus talentos. Los que logran salir tratan de no regresar. Muchos se sienten atrapados aquí, de ahí su infelicidad y enfermedades psicosomáticas.
Claro que no estamos tan mal como en otras partes, y que incluso tenemos como ciudad muchos aciertos, fortalezas y oportunidades para superarnos, pero esta es la hora de que juntos busquemos cómo elevar la felicidad de las familias piedadenses. Estamos bien, dentro de lo que cabe, pero sabemos cómo llevar a La Piedad al siguiente nivel.
Cuando digo juntos me atengo a que una de las virtudes de la piedadensidad es la tolerancia.
Miren, en 1972 Jigma Singye Wansghuck, Rey de Bután, propuso medir la felicidad con un conjunto de indicadores que agrupó como Felicidad Nacional Bruta, FNB, como antítesis del Producto Interno Bruto, PIB.
Como el Rey de Bután relacionaba la infelicidad con la pobreza y la falta de amor, él tenía mucho dinero y cuatro esposas. Pero no era egoísta y quería que los de su pueblo también fueran felices, no dándoles más esposas, sino analizando cómo andaban los de su pueblo en cuanto a la felicidad.
Así que mandó medir la felicidad así: 1.- Promoción del Desarrollo Socioeconómico Sostenible e Igualitario; 2.- Preservación de Valores Culturales; 3.- Conservación del Medio Ambiente; y 4.- Establecimiento de un Buen Gobierno.
Cuando hago un ejercicio para saber qué tan felices somos los piedadenses, invariablemente concluyo, entre otras cosas, en que se tiene que reformar el sistema federalista que tenemos porque nos tiene la bota en el cuello derivándose de allí muchos males antes de Amlo y más ahora con él. ¿Sabes cuántos apoyos a los municipios ha cancelado el muy ingrato?
La federación de antes y peor la de ahora, no han cumplido su deber de cuidar el río Lerma, no nos proporciona educación ni servicios de salud de calidad, nos tiene viviendo con miedo, no incentiva la actividad económica y de pilón se queda con 80 centavos de cada peso del presupuesto federal, dejando para todos los estados y todos los municipios los restantes 20 centavos. Y pues ¿así cómo?
Por eso veo bien los esfuerzos que los gobiernos municipales han hecho para con muy pocos recursos, paliar siquiera un poco los negativos efectos de tener una federación que se porta con nosotros como madrastra mala.
Han hecho su esfuerzo, repito, en cuidar el medio ambiente, mantener los servicios públicos, mejorar las escuelas, impulsar la economía local y el empleo, así como mantener la tranquilidad, si no totalmente, por lo menos no estamos como en otras ensangrentadas latitudes.
Pero hace falta darnos la oportunidad de dialogar y reflexionar, desde la perspectiva del futuro, sobre varias formas de hacer política municipal, con partido o sin partido. ¿Porqué? Primero porque los partidos no son los dueños de La Piedad, y segundo porque está claro que ningún partido ganará solo, y que hoy los comprometidos con los derechos humanos, con la democracia, con la libertad y con la justicia, con anhelar un municipio mejor, tenemos que ponernos de acuerdo.
En La Piedad no es difícil consensar sobre qué queremos hacer o cómo queremos nuestro municipio.
Basta dialogar buscando el bien común, anteponiendo la dignidad de la persona humana y estableciendo prioridades en función de que primero sean atendidos los más necesitados, siguiendo la sentencia bíblica: «Los últimos serán los primeros».
Aquí falta crecimiento económico y hay que lograrlo, sí, pero con desarrollo social, es decir un crecimiento compartido.
Falta ampliar la democracia a nuevas prácticas de gobernanza y gobernabilidad.
Falta ampliar a la participación ciudadana la transparencia que ya hay, para que cada día más podamos decir que hay un gobierno de la gente. Por ejemplo, ¿qué tal que por elección popular se designe al contralor?
Me dirán los estrictos que eso no está en la ley. Así, es, pero no lo prohíbe y, además, haciendo uso de su derecho de iniciativa legislativa, el Ayuntamiento puede proponer al Congreso del Estado que se modifique la Ley Orgánica Municipal para que sea así.
Falta un gobierno que sirva a los ciudadanos con mayor eficiencia y transparencia, sí, pero que funcione de acuerdo a un plan de desarrollo municipal cuyo presupuesto lo elabore la gente, un presupuesto participativo que atienda lo que la comunidad realmente necesita. Si el pueblo es el dueño del dinero, el pueblo debe decidir en qué se gaste y para eso la propuesta el presupuesto base cero y mecanismos para consensarlo, esto es para lograr un presupuesto participativo. No es fácil, pero es posible. Otro día detallaremos cómo hacerlo.
Propongo cinco temas, campos o ejes sobre los que se pude iniciar el diálogo:
- Lograr desarrollo humano con calidad de vida para todos los piedadenses.
- Tener crecimiento económico con generación de empleo justamente pagado.
- Avanzar en la integración sin exclusiones, que no haya piedadenses de primera y de segunda y construir oportunidades para todos.
- Practicar la participación ciudadana como forma de vida, como método de gobernar con la gente.
- Modernizar las instituciones y la administración pública para que sean eficientes, honestas y transparentes.
La tiranía del espacio no lo permite, pero al menos abundo en el primer punto:
Lograr desarrollo humano con calidad de vida mediante tres caminos:
1. Bienestar de la gente: a) Seguridad ciudadana; b) Seguridad alimentaria y agua (canasta básica); c) Transporte digno, eficiente y barato; d) Salud; y e) Vivienda..
2. Equidad con dignidad: a) Educación; b) Empleo; c) Pequeñas y medianas empresas; d) Combate a la pobreza creando cadenas productivas, fomentando el cooperativismo y con programas sociales alternativos.
3. Cohesión social: a) Mujer, juventud, adultos mayores y personas con capacidades diferentes (crear el Instituto Municipal de la Familia); b) Cultura, arte y deporte.
Hay que vencer algunas inercias negativas y hay que consolidar lo que ya se ha conseguido en La Piedad, avanzar y mejorar muchos puntos, especialmente aquellos que la gente reclama y que, resumiendo, son: empleo, seguridad, salud, buenos servicios públicos, una democracia participativa, en la cual los movimientos sociales y las asociaciones civiles puedan ayudar a discutir, pensar y decidir los mejores caminos, especialmente para los más vulnerables, y en su momento, gobernar con Consejos Ciudadanos integrados por personas conocedoras de los diferentes aspectos de la vida municipal (agricultura, vialidad, emprendimiento, urbanismo, seguridad, etc.)
Eso implica mejor educación, mejor sanidad, transporte digno y cultura donde el pueblo pueda mostrar lo que es y participar de lo que se hace en las distintas regiones del municipio.
Tenemos que avanzar en la reducción de la desigualdad, en la sostenibilidad ambiental, en tener un medio rural retentivo, y en la cultura generalizada.
Mediante la cultura se supera la mentalidad meramente consumista y materialista y se crea espacio para aquello que solo el ser humano puede realizar: creatividad en la industria, el comercio y los servicios, en las artes, música, teatro, en las letras y en otros campos en los que la cultura se expresa.
Porque en la cultura se revela más claramente el alma de un pueblo.
Vamos al siguiente nivel con un gobierno de las familias que lidere a la sociedad y acompañe y facilite los esfuerzos individuales y colectivos de los piedadenses, siempre con democracia, libertad y justicia.
Ciudadanos y partidos: agarren la onda porque sí hay de otra.
Sean felices