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FAMA NO, MEJOR AMIGOS

Por: Rafael Ayala Villalobos

Lo primero que un político hace en su camino al poder, es darse a conocer, posicionar su imagen, popularizar su nombre, o sea, hacerse famoso.


Luego aplica otras acciones según su manual de marketing político, pero lo primero es lograr fama.

«Ser famoso parece muy bonito, parece que estás en las nubes, pero la fama no te cura las enfermedades, ni te trae sopa caliente a la cama». Así dijo la actriz Sandra Bullok en una memorable entrevista.

Y no solo los políticos buscan afamarse, también los médicos, los fabricantes, los artistas, todos podemos en un momento dado sentir la tentación de alimentar nuestro ego y conducirnos narcicistamente. Grandes errores cometeremos entonces.

Algunos yerran las metas de su vida. Dan todo su tiempo y fuerzas para conseguir fama, poder y dinero. Son capaces de trocar relaciones sentimentales y amistosas por poder y posesiones. Incluso le dan la espalda a Dios con tal de saciar sus ambiciones. Creen que son muy listos, hasta que se enteran de que necesitan a alguien y no hay nadie. Hasta que se percatan de que la fama o el dinero no alivian, por ejemplo, la soledad.

Lo más valioso que hay no lo podemos comprar, y una de las más importantes es la amistad.

Tú sabes que muchos escuchan lo que dices, pero sólo los buenos amigos escuchan incluso lo que no puedes o no quieres decir, y sin embargo te comprenden y tienen compasión por tí, en el sentido amoroso de la palabra.

Un amigo es aquél que llega cuando todos se van, cuando pierdes un negocio, la salud, una competencia electoral, el poder, riqueza, honor…

Un verdadero amigo es alguien que conoce la canción que hay en tu corazón y puede cantarla cuando tú la estás olvidando.

Y sin embargo con qué facilidad los chismes, los malos entendidos, la política y los negocios estropean buenas amistades y hasta relaciones familiares.

Todos tomamos decisiones en determinados momentos, pero como sea, siempre llevamos con nosotros un pedacito de nuestros amigos.

Cierto es que les extrañamos, y que nos gustaría abrazarlos y estar a su lado, pero aún cuando estando en posiciones diferentes o muy lejos, nuestros amigos son la manera en la que Dios nos enseña que nos cuida. No es cursilería, es la verdad.

Tenemos que aprender a gozar con nuestros amigos ahora, abrevar de la sustancia buena de cada quien, más allá de las circunstancias cambiantes que nos rodean.

Sólo tenemos una vida y un momento para platicar con ellos, abrazarlos, para llamarlos…

Cuando estén lejos vamos a recordar las oportunidades que perdimos y las tonterías que hicimos.

Empleamos mucho tiempo en nuestras cosas dizque importantes, creyendo que lo importante es dedicar tiempo para tener más y «ser» más, para que nos conozcan más, para ganar más, para hacernos de ese cargo, para que todos hablen bien de nosotros; mientras olvidamos que nada puede compararse a una plática sabrosa y sencilla con las palabras entrando en cada corazón de dos buenos amigos. Eso sí cura enfermedades del cuerpo y del alma.

No recuerdo quien dijo que si cuando mueres tienes al menos cinco amigos, es que tu vida ha sido exitosa.

En los últimos momentos, ni la fama ni el dinero, ni ninguna otra cosa que poseas puede ayudarte cuando estás solo o sola.

Lo que realmente merece la pena son las personas. Aquellas a quienes puedes acercarte y abrazarlos.

La búsqueda de fama hasta nos puede hacer pensar que ni a Dios necesitamos.

Nos olvidamos de que Dios es nuestro mejor amigo, si sabemos conservar su amistad.

Eso sí que es poder: saber que la mano de Dios está con nosotros. De Él viene nuestra confianza y el secreto de no caer en la desesperación cuando suceden cosas que no podemos o no sabemos controlar.

Hasta pronto amigos.