La Piedad, Mich.- Cada año, miles de peregrinos de los municipios del norte de Michoacán emprenden una travesía agotadora hacia la ciudad de San Juan de los Lagos, Jalisco, para rendir homenaje a la Virgen de la Inmaculada Concepción, también conocida como «La Virgen de San Juan de los Lagos».
En La Piedad, la tradición se ha heredado de padres a hijos a través de varias generaciones. Algunas familias cumplen ya 70 años de peregrinar cada anualidad para ver a la virgencita.
Esta pequeña imagen milagrosa es venerada como la segunda más visitada en México, solo superada por la Virgen de Guadalupe en el Cerro del Tepeyac.
LARGO RECORRIDO
El viaje de los peregrinos, que puede durar hasta cuatro días, está marcado por sacrificios físicos y emocionales. Con los pies ampollados, rozaduras en la entrepierna, la boca seca y la piel irritada por el clima extremo, llegan a su destino para cumplir con «mandas», solicitar «favores especiales» o simplemente por tradición familiar.
En la ciudad de San Juan de los Lagos, ubicada en la región de «Los Altos de Jalisco», los michoacanos se mezclan entre la multitud de peregrinos, conocidos como «sanjuaneros», que llegan de todos los rincones de México e incluso de varios países de América Latina.
Abraham Villalobos, que ha sido parte de esta tradición durante décadas, comparte: «La primera vez que yo vine fue en el año de 1962, me llevaron mis padres».
Tenía 12 años, y desde entonces se volvió una costumbre ir cada año a San Juan de los Lagos. Su mujer, Mercedes Jiménez, es buena para caminar y Abraham, su nieto, le sigue los pasos. Viajan con otros familiares, a veces son hasta 30 personas.
Lo mismo ocurre con familias de barrios como Perros Bravos, Santa Juliana, Juárez, Río Grande, cada uno cuenta su historia y algunos llevan ya 70 años cumpliendo, cada vez, con el sacrificio y ofrenda a la virgen.
EL CLIMA, GRAN DESAFÍO
A lo largo del camino, los peregrinos enfrentan temperaturas que oscilan entre 1 y 35 grados centígrados.
Muchos duermen a la intemperie, cubriéndose con cobijas, mientras otros adquieren casas de campaña para resguardarse de los vientos helados de la madrugada.
En el trayecto, los habitantes de las comunidades rurales instalan puestos improvisados para ofrecer alimentos y bebidas reconfortantes.
Lo que más se disfruta es la convivencia familiar, las anécdotas y el cielo estrellado por la noche.
ES CANDELARIA, NO CONCEPCIÓN NI JUANITA
La Virgen de San Juan de los Lagos, a veces llamada Sanjuanita o Santa Juanita, es en realidad la Virgen María en su advocación de la Purísima Concepción, aunque algunos la identifican como la Virgen de la Candelaria.
El pueblo de San Juan de los Lagos, antes llamado Mezquititlán, cambió su nombre en el siglo XVII cuando comenzó a honrarse a San Juan Bautista y la imagen de La Limpia Concepción fue traída por Fray Miguel de Bolonia.
La devoción a esta virgen se ha consolidado a lo largo de los años con numerosas historias de milagros. Muchos peregrinos llevan a cabo «mandas» complejas, como cargar a sus hijos en brazos durante la travesía como agradecimiento por la salud recuperada.
La fe, la fuerza de voluntad y el deseo de cumplir promesas a la Virgen son los motores que impulsan a estos devotos a superar las dificultades del camino.
UN MILLÓN DE PEREGRINOS
La fiesta principal en honor a la Virgen se celebra el 2 de febrero, el Día de la Candelaria. Se estima que más de un millón de fieles visitan a la Virgen durante los diez días de festividades.
La tradición de caminar hasta San Juan de los Lagos data de 1682, y la imagen venerada, elaborada en pasta de caña de maíz por artesanos de Pátzcuaro, Michoacán, se considera hermana de otras imágenes jaliscienses, como la Virgen de Zapopan y la Virgen de Talpa.
La travesía continúa siendo un testimonio de devoción y sacrificio en busca de la protección y bendiciones de la Virgen de San Juan de los Lagos.