Por: Rafael Ayala Villalobos
Muchachos: en las elecciones del próximo 2024 no la vayan a regar.
No van a votar por Xóchitl o por Sheimbaum.
Votarán por un proyecto de país.
O por una República democrática o por un régimen autocrático.
O votan por la separación de poderes con equilibrios entre ellos o por un centralismo dictatorial.
O por la transparencia y la rendición de cuentas o por que siga la asignación directa en obras públicas y compras en más de un 80 por ciento, con opacidad.
O por construir una estrategia de seguridad efectiva, o porque siga el periodo más sangriento en la historia de México con más de 173 mil muertos en cinco años, sin contar con los desaparecidos.
Miren, dejen el whatsapp y el Facebook un rato y piensen en que escogerán el modelo de país en el que van a estar.
Lo que decidan les afectará por muchos años.
El presidente de la República, que no es demócrata ni liberal, bueno, ni siquiera de izquierda, ha anunciado que mandará al poder legislativo una iniciativa para desaparecer a los organismos autónomos porque según él no sirven para nada.
Curioso es que el PRD fue el principal impulsor de muchos de ellos y hay que recordar que el ahora inquilino de palacio no solo fue miembro de ese partido sino que hasta llegó a presidirlo.
Dice hoy, traicionando su propio pasado, que son onerosos y que solo benefician a las élites. Su cantaleta de siempre, pues. Lo que pasa es que, por ejemplo, le molesta el INAI porque gracias a que existe hemos podido saber corruptela y media del pasado y de su propio gobierno.
Al desaparecerlo estaría atentando contra el derecho humano a la información pública, ya que la gente tiene derecho a saber qué se hace con su dinero.
Pero no solo eso, hay infinidad de trámites que el ciudadano realiza ante la administración pública que se atoran por que el ciudadano no tiene la información. Entonces acude al INAI que se la exige por ley a la entidad de que se trate. Un ejemplo: cuando alguien quiere tramitar su pensión y entra en controversia con tal o cual secretaría para demostrar que ha cumplido con sus años de servicio.
Dijo el presidente una mentira: que gastan mucho y que ese dinero lo destinaría a becas y a apoyos, antes que promover una reforma fiscal impopular que eleve los impuestos de cierto tipo, cosa ya inevitable porque se le acabó el dinero en tanto dispendio, corrupción e ineficiencia.
La verdad es que ni sumando todo el dinero de los organismos autónomos durante los seis años venideros se podría cubrir el agujero que le hizo a las finanzas públicas. Por eso en el presupuesto 2024 pidió autorización para endeudar a México por 2 billones de pesos.
Al presidente podrán disgustarle pero a nosotros como ciudadanos nos sirven y mucho. Se trata de organismos autónomos en el sentido de que toman decisiones internas para su organización y gestión, pero no con la rienda suelta ya que están obligados a guiarse con las leyes que los rigen.
A ver muchachos: cuando ustedes todavía no nacían o estaban chiquitos, México vivía lo que el escritor Vargas Llosa calificó como “la dictadura perfecta”. Por ejemplo, nadie podía tener un permiso de taxi si no pertenecía a alguna organización del partido oficial. Los periódicos no podían imprimir sus ejemplares si no era en papel comprado a la Secretaría de Gobernación a través de una empresa pública llamada por sus siglas PIPSA. Las elecciones eran organizadas, desarrolladas y calificadas por la Secretaría de Gobernación mediante su brazo electoral que también se encargaba del padrón electoral: por eso hasta los muertos votaban. Si tenías un grupo musical no podías ser contratado para tocar en una boda si los miembros del grupo no estaban afiliados a alguna de las centrales obreras del partido oficial que practicaba el corporativismo.
En fin, que la democracia era un disfraz para un cuerpo autoritario, hasta que precisamente fueron jóvenes estudiantes los que empezaron a agolparse sobre el portón del autoritarismo, venciendo resistencias y ensanchando poco a poco la vida democrática nacional.
Y no solo estudiantes. Hubo movimientos de ferrocarrileros en los cincuentas, de médicos en los sesentas, de estudiantes en el 68 e inicios de los 70’s; también movimientos campesinos y del magisterio, entre otros. Bueno, hasta movimientos guerrilleros.
Luego vino el parteaguas. En 1988 varias organizaciones sociales y partidistas junto con ciudadanos formaron un Frente Democrático Nacional que desafió electoralmente al régimen con el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.
Contundentes movilizaciones en todo el país, incluida La Piedad, exhibieron la antidemocracia y la caducidad del régimen, ganando algunos pocos cargos de elección popular y logrando cambiar algunas reglas del juego.
Más tarde se creó el Partido de la Revolución Democrática que hizo eso, una revolución para tener más y mejores instituciones democráticas. Hoy algunos trasudan su ignorancia cuando dicen que este partido está muerto y enterrado. Lo cierto es que sigue siendo el eje, el pivote de la alianza de la ciudadanía con los partidos que quieren avance democrático.
Mientras las causas democrática y de justicia social estén inconclusas y amenazadas, este partido tiene razón de existir. Es cierto que electoralmente es menos productivo que antes, pero en el campo de las ideas y de las propuestas a favor de México y del municipio sigue siendo punta de lanza. Finalmente podrá perder su registro, quién sabe, pero no desaparecerá como proyecto de nación republicana.
El PRD al principio fue satanizado y las inercias se le opusieron. Hubo lucha, encarcelados, heridos, muertos, marchas, plantones, etc. Pero afortunadamente algunos sectores del régimen y algunos grupos del partido oficial comprendieron que México había cambiado.
Entonces se empezaron a realizar cambios. Gobernación ya no hizo las elecciones, los medios de comunicación se liberaron y diversificaron, se fortaleció y liberó un régimen de partidos y de organizaciones sociales, entre otros adelantos.
Luego, ya con mayor calma y concordia, el PRD empujó los derechos humanos de tercera y cuarta generación, así como junto con grupos de diversos partidos crearon el IFE, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la Comisión Reguladora de Competencias, entre otros organismos autónomos que permiten a la sociedad civil empoderarse frente al Estado.
Los primeros organismos creados en los años noventa’s fueron el Instituto Federal Electoral, ahora INE, el Banco de México y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. El aliento que los creó consiste en que si el gobierno en turno tiene una ideología, no por eso debe imponerla a la sociedad.
Tal vez ustedes no saben con qué esfuerzo se logró avanzar en la democracia y en la división de Poderes. Pregunten a sus padres y a sus abuelos cómo el poder ejecutivo antes tenía sometido al judicial y cómo los integrantes del legislativo estaban al servicio del ejecutivo y no de sus electores, igualito que ahora.
Ustedes saben o intuyen que, por ejemplo, es importante contar con un INE funcional y autónomo para poder tener elecciones confiables y limpias, no como en el pasado a donde el presidente nos quiere regresar.
De otros organismos autónomos no se habla mucho pero su tarea es vital para la República democrática, por ejemplo el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, el INEGI que proporciona datos reales y sin carga ideológica sobre diversos temas de relevancia nacional. El INEGI no hace, por ejemplo, la encuesta sobre salud para dar lata, sino para conocer datos confiables sobre qué tanto se avanza o retrocede en materia de salud, entre otros datos como el ingreso familiar y su gasto.
Del Banco de México se dice poco. Antes estaba manipulado por el gobierno, al punto que si éste necesitaba dinero, le obligaba a imprimir billetes y ya, que lanzados a la circulación con despilfarro provocaron grandes crisis de inflación y devaluación del peso.
Imprimir billetes daba la percepción de que todo iba bien, pero la clase obrera pagaba los platos rotos con desempleo y pérdida del poder adquisitivo del salario.
Ahora el gobierno maneja la economía, sí, pero el Banco de México autónomo pone medidas técnicas para bien manejar la inflación y cuidar las reservas monetarias. Por eso no estamos como Argentina con una hiperinflación. En Argentina el Banco Central no es autónomo.
Otro organismo autónomo es la Comisión Federal de Competencia Económica que garantiza arbitraje imparcial entre los proveedores de
bienes y servicios, además de no permitir ni monopolios ni prácticas que entorpezcan el funcionamiento de los mercados.
La COFECE regula la intervención del Estado en la economía, pero también la de los particulares. Tal vez rememoren que la COFECE ha tenido que regular a la Secretaría de Energía, a Walmart, a Telcel y a Google para que otros competidores entren al mercado y den más opciones a los consumidores.
El presidente también mintió cuando dijo que todos los organismos autónomos fueron hechos para controlar las decisiones del poder público. Es falso porque los organismos autónomos no definen las políticas públicas; solo protegen derechos fundamentales del pueblo consumidor.
Las palabras falaces del presidente denotan que quiere seguir centralizando el poder sin limitantes como sucedía en los tiempos de la “dictadura perfecta”, lo cual evidencia que el presidente por muchos años se disfrazó de demócrata para llegar al poder pero es un consumado autócrata.
La anterior generación a mí, la mía y la siguiente luchamos duro para que nosotros y ustedes no tuvieramos gobiernos corruptos, tramposos, centralistas y abusivos de las libertades, para que el voto contara, para empoderar al ciudadano frente al Estado, para que la sociedad tuviera mayor control sobre el gobierno, en fin, para que hubiera una República democrática.
Hoy vemos amenazados esos logros y no entiendo más que como traiciones a sí mismos que algunos que también lucharon, hoy estén apoyando los desmanes antidemocráticos de la 4T.
Resumo que apoyan la dictadura porque creen que ahí están los votos y las victorias electorales y porque su genética del antiguo régimen les aflora; siguen hombres y no principios. Es el caso de los tránsfugas del PRI, del PAN y del PRD que por desconocimiento, ignorancia o conveniencia burda andan en Morena. Más que un tema ideológico es un déficit ético. Reconozco que algunos pocos apoyan por convicción.
El gobierno quiere controlar el padrón de electores para así manipularlo según le convenga, como crecerlo o disminuirlo por distrito a fin de favorecer a sus candidatos, o vincular el padrón a los beneficiarios de los programas sociales. Eso ya lo vivimos en los gobiernos autoritarios de antes en los que se formó el presidente. Pregúntenle a sus mayores.
El Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información lo quiere desaparecer porque es a través de este organismo que podemos exigir la rendición de cuentas y enterarnos cuando hay fraudes encubiertos por cualquier autoridad, como la Estafa Maestra en tiempos de Peña Nieto o de SEGALMEX con López Obrador. Sus raterías se supieron por documentos oficiales vía el INAI.
El presidente sabe que tal vez no logre desaparecerlos porque en el Congreso necesita de dos terceras partes de los votos y no los tiene, dado que se trata de una modificación constitucional.
Pero va a insistir en septiembre del 2024 cuando ya esté conformado el nuevo Congreso y por eso, para que su 4T no chupe Faros, hace trampa y media, pisotea la normatividad electoral y gasta dinero público en apoyar la campaña de su partido, con la peregrina idea de dominar el poder legislativo.
Ojo muchachos: el presidente no solo quiere desaparecer los organismos autónomos, sino que también quiere debilitar y someter al Poder Judicial, de ahí que le quita recursos, para dificultarle su operación y por eso lo quiere colonizar con magistrados incondicionales y sumisos. Bueno, ese es otro tema.
Muchachos, su voto es importantísimo.
No se trata de Xóchitl o de Claudia, sino de ustedes, de su vida.
Ahora sí que, jóvenes, su futuro está en sus manos.
Sean felices.