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La Magia de los Límites: Mejorando la Vida Familiar y Social

Ana Gabriela Campos Ramirez – Hoy en día, hablar de límites para nuestros hijos resulta un tema muy controversial. Como padres, nos enfrentamos a factores culturales y sociales que a veces hacen que poner límites se torne complicado y sea una tarea compleja. Sin embargo, sabemos que debemos hacerlo.

Nuestros hijos necesitan límites porque aún no saben qué decisiones les convienen más. Les «cuesta comportarse bien» porque su cerebro aún es inmaduro y está en construcción. Por eso, como padres, debemos hacer uso de esta herramienta de crianza, que mejorará la calidad de vida de nuestros hijos, nuestra familia y nuestra sociedad.


Debemos guiar y orientar a nuestros hijos para que tomen las mejores decisiones, formando una conciencia en ellos y ayudándolos a responsabilizarse poco a poco de sus acciones y sentimientos.

Es importante señalar que los límites no deben imponerse desde el autoritarismo, sino desde el amor, la empatía y el respeto por la dignidad humana. Estos límites deben estar basados en la escala de valores y la dinámica de cada familia, sabiendo que nos ayudan a controlar el comportamiento del niño y a darle estructura y seguridad.

Los límites no son sinónimo de castigos y tampoco son negociables, aunque pueden ajustarse según la edad y madurez de nuestro pequeño. Establecer límites no es una tarea fácil; implica manejar un sinnúmero de emociones como malestar, frustración y enojo por parte de nuestros hijos. Como padres, debemos estar ahí para validar y acompañar sus emociones, y hacerles comprender que en el mundo exterior existen normas que deben cumplirse. Para ello, debemos empezar desde casa, invirtiendo en conversaciones y tiempo con nuestros hijos para guiarlos y orientarlos.

Cabe destacar que en ocasiones es más fácil no establecer un limite por la comodidad tanto del niño como de los papás, por evitarnos un berrinche o pasar un mal momento. Se llega a pensar que por la corta edad de los pequeños no es necesario el establecimiento de los mismos, sin embargo, si empezamos a fijarlos desde temprana edad lograremos una buena tolerancia a la frustración.

Poner limites no es una tarea fácil, se necesita mucha paciencia para hacerlo, pero el amor que tenemos por nuestros hijos, nos ha de llevar a aceptar la tensión y malestar que implica establecerlos, sabiendo que estaremos creando infancias sanas y más felices.