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LA OPCIÓN ELECTORAL ES ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE

Por: Rafael Ayala Villalobos

Lectora, lector queridos, hoy sábado termina una semana harto interesante.


En un ambiente de campañas electorales sucedió el equinoccio de primavera, fenómeno que indica que el hemisferio norte del planeta se empieza a inclinar poco a poco hacia el sol, lo que provoca días largos y luminosos, asimismo que el día sea igual a la noche en tiempo, esto es, que la luz –energía positiva- venza a la obscuridad que es ausencia de luz.

El equinoccio de primavera, que por lo general sucede los días 19, 20 o 21 de marzo, ahora ocurrió en esta parte del mundo el 19 de marzo, día de san José, y pasó lo de siempre: el centro del sol se colocó directamente sobre el Ecuador de la Tierra.

Hay que decir que el equinoccio de primavera coincide con la Luna llena, que fue súper-luna, esto es, muy grande, brillante y visible, como coqueteándole al sol.

Desde la más remota antigüedad este fenómeno anual ha despertado curiosidad y respeto a diversas y distantes culturas como los druidas, mayas, toltecas, egipcios y otros que lo han estudiado e interpretado desde las ciencias ocultas, la ciencia oficial y las religiones.

En la pirámide de Chichén Itzá se puede apreciar el maravilloso fenómeno de que en esta fecha, al empezar el ocultamiento del sol, se ve como que una serpiente hecha de sombra va bajando de la punta de la pirámide hasta su base. Esa serpiente representa a Quetzalcóatl, el dios-serpiente emplumada de los mayas, muy conocedores pero grandes depredadores del ecosistema.

Cabe decir que con el equinoccio de primavera en el hemisferio sur es al revés, en vez de empezar el calor, inicia el frío.

El equinoccio de primavera es la renovación del fuego nuevo, el reinicio de la vida, la resurrección de la vida, del amor, de lo bueno, desde la muerte.

Es el renacer de la luz en todo, incluida la sociedad que tiene cada año en esta fecha la oportunidad de reemprender los trabajos para construir la civilización del amor, de la vida, de la verdad y de la libertad, que es lo que en México está en juego. Es eso o la muerte.

Más claramente: es optar por la muerte o por la vida, apoyar a los que insisten en seguir quemando combustóleo contaminador para producir gasolinas y electricidad, o respaldar a los que impulsan las energías limpias, amigables con el planeta.

El cristianismo no es ajeno al equinoccio de primavera. En 325 después de Cristo, en el Concilio de Nicea, en Turquía, se realizó la primera reunión ecuménica del cristianismo mundial que hasta entonces se regía por el calendario juliano, el del emperador populista Julio César.

En ese Concilio acordaron determinar las principales fechas de las efemérides cristianas por la astronomía, para dotar de una nueva y verdadera interpretación a los fenómenos astronómicos, contrarrestar el paganismo, pero también para buscar la Verdad.

En el Concilio de Nicea, la Iglesia determinó que la Pascua, festejo alegre por la Resurrección, se celebrara el primer domingo después de la primera luna llena que tiene lugar posteriormente al o durante el equinoccio de la primavera boreal, el 21 de marzo, más o menos, y que no se comiera carne desde la toma de ceniza hasta la Pascua de resurrección, y como el equinoccio es variable, por eso en este año 2024 la Cuaresma se adelantó en su inicio.

Expliquemos un poco: antes se llevaba el calendario juliano, pero no se ajustaba a los acuerdos de la Iglesia. Entonces el Papa Gregorio XIII, ungido Papa en 1572, logró que el manejo religioso del equinoccio de primavera se apegara al calendario gregoriano que entre otras cosas, resolvió los “detalles” como que no todos los años son iguales. Así fue a partir del Concilio de Trento, Italia.

Los jerarcas de la Iglesia reunidos en el Concilio no tomaron los acuerdos por simple ocurrencia, ni siquiera por la sola inspiración del Espíritu Santo, sino que se apoyaron en la ciencia, particularmente en el astrónomo Luigio Lilio y su hermano Antonio, asimismo en el matemático alemán Chistoph Claudius, que fueron convocados al Concilio.

Así que el equinoccio de primavera es un canto a la vida, y por lo tanto a la verdad y a la libertad, vale decir al amor.

Por eso mismo se celebra a san José, el santo varón, el 19 de marzo, para dar significación masculina al sol haciendo equinoccio con la Tierra, fecundándola de vida. De ahí también que por eso el 19 de marzo se celebre en el mundo el Día del Hombre.

En el México electoral de hoy las opciones a elegir son la muerte o la vida: por un lado la obscuridad de la información financiera escondida dizque por seguridad nacional, las mentiras de los otros datos de Morena, el mal de la violencia y la inseguridad que atemoriza a las familias, la corrupción que pudre al Estado, asimismo el ragateo a la democracia y a la libertad y la desatención a la salud.

Y por el otro lado la opción a elegir significa vida, verdad y libertad, dicho en pocas palabras.

Por eso la semana que termina, con el fenómeno del equinoccio de primavera, nos regala la oportunidad de reflexionar durante la Semana Santa en lo que verdaderamente está en juego en nuestro país.

Mira, lectora, lector, date un tiempo y vamos más al fondo: en uno de los más hermosos himnos de la liturgia cristiana de Pascua, que data del siglo XIII, se canta que “la vida y la muerte trabaron un duelo; el Señor de la vida fue muerto, pero ahora reina vivo”.

Este y no otro es el sentido cristiano de la Pascua: la inversión de los términos del combate.

Lo que parecía derrota era en verdad una estrategia para vencer al vencedor, es decir, a la muerte.

Por eso la hierba no creció sobre la sepultura de Jesucristo.

Resucitado, garantiza la supremacía de la vida sobre la muerte.

Y así en todo: la persona, la familia, la sociedad, el Estado…

El mensaje religioso brota del alma humana, de lo inmaterial, pero su significado no se agota en lo espiritual.

Cobra una relevancia grande, especialmente en los días electorales que corren, en que se traba física y realmente un duelo entre la vida (Xóchitl) y la muerte (Sheimbaum).

No por ellas, sino por lo que representan: dictadura o democracia, muerte o vida, libertad o esclavitud.

Este duelo se realiza en todos los frentes y tiene como campo de batalla una elección, pero va más allá envolviendo a toda la comunidad.

Ocurre esto porque, a destiempo como hacemos los mexicanos, nos estamos dando cuenta de que el estilo de vida que escogimos en los últimos tiempos, implica una verdadera guerra total contra la Tierra.

Y no pensemos en la Antártida sino en México.

En el afán de buscar riqueza, y aumentar el consumo indiscriminado (el 63% del PIB mexicano se forma por el consumo) todos los recursos y servicios posibles de la Madre Tierra mexicana están

siendo saqueados por cada uno de nosotros en forma indirecta y por Morena en particular, de manera criminal, corrupta e irresponsable.

En los últimos tiempos ha crecido la conciencia colectiva de que se está entablando un verdadero duelo entre los mecanismos naturales de la vida y los mecanismos artificiales de muerte desencadenados por nuestro sistema de vivir, producir, consumir y tratar los residuos.

Todo ello como sucedáneos del modo de producción capitalista depredador, que facilita la acumulación de capital en pocas manos, y que en México es cobijado por el capitalismo monopolista de Estado que Morena y su presidente han afianzado y radicalizado.

Por eso se equivoca quien afirma que Morena y Amlo son de izquierda. Son populistas y antidemocráticos, su discurso es demagógico y sus acciones son de derecha y conservadoras.

No puede ser de izquierda quien no es demócrata y encima deja intocada la infraestructura económica de la sociedad, favoreciendo al gran capital en perjuicio de las mayorías que empobrecidas, festinan las migajas que como dádiva les lanza el Estado.

Las primeras víctimas de esta guerra total somos los propios mexicanos. Pero sobre todo los pobres entre los pobres.

Gran parte vive con insuficientes medios de vida, sin buenos servicios de salud y súper-explotados en su fuerza de trabajo.

La clase trabajadora del campo y de la ciudad vive con miedo, tiene dolor, desesperanza, frustración y humillación de tiempo atrás, pero ahora está peor.

¿Cómo entonces algunos anhelan ser candidatos por Morena? Simple: porque son malas personas y tienen corazón ennegrecido.

Vivimos una nueva barbarie, la del partido fascista Morena que empobrece y hace seres humanos crueles y mentirosos que en realidad son víctimas y victimarios directos de la vida, de la verdad y de la libertad al mismo tiempo, pero también que hacen víctimas indirectas a todos los ecosistemas, a la biodiversidad y en general al planeta Tierra como un todo.

Que Morena esté produciendo nuevos ricos militares y empresarios no es mera casualidad sino algo estratégicamente planeado para reproducir el mismo estado de cosas que hace, digamos, 10 años, solo que ahora con personajes proclives a la dictadura, mientras al pueblo se le aturde con pan y circo.

Para el sistema morenista vigente, y debemos decirlo con todas las letras, la acumulación corrupta e ilimitada de ganancias del círculo más cercano al presidente López y a la delincuencia autorizada, es “inteligencia”, “política atinada”; la rapiña de recursos públicos y naturales es “destreza”; el fraude es “habilidad”; la compra de votos es “popularidad”; la corrupción es “sagacidad”; y la explotación desenfrenada es “sabiduría gerencial”.

Es así que la lucha de Morena es por la obscuridad y la muerte.

Pero no por mucho tiempo, porque la luz siempre vence a la obscuridad y la vida supera a la muerte, como Jesucristo, desde la muerte misma.

El equinoccio de primavera y la Resurrección de Cristo nos lo enseñan.

Lo que podemos decir con toda seguridad es que en esta guerra no tenemos ninguna posibilidad de ganar a la Tierra.

Ella existió sin nosotros y puede continuar sin nosotros.

La Tierra se está sobrecalentando porque la enfermamos en México y en el mundo.

Por eso tiene fiebre.

Pero somos conscientes de que necesitamos a la Tierra.

El sistema dentro del cual vivimos es de una espantosa irracionalidad, propia de seres realmente dementes. Del homo sapiens pasamos al homo brutus.

Analistas de la huella ecológica global de la Tierra nos advierten de que, debido a la conjunción de las muchas crisis existentes, podremos conocer y padecer en un futuro no muy lejano tragedias ecológico-humanitarias de extrema gravedad.

Por eso en México no podemos apoyar eso de que “siga la cuarta transformación”, debido a que es la muerte.

En este contexto sombrío cabe actualizar y escuchar el mensaje cristiano de la Pascua 2024 porque la Doctrina Social de la Iglesia es rica y atinada en su propuestas, muy vigentes, por cierto.

Mira, lectora, lector queridos, tal vez no nos escaparemos de un doloroso viernes santo, pero recordemos en Cristo que luego seguirá la resurrección de la vida, de la verdad y de la libertad…, si trabajamos para eso.

México, la Tierra y la Humanidad todavía vivirán.

Eso espero en Cristo.

Sean felices.