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Las cigarras y el sonido que nos ha acompañado durante la cuarentena

La Piedad, Mich.- En las últimas semanas, una especie de zumbido con cascabeleo ha invadido la intimidad de cientos de hogares de la zona urbana de La Piedad. Para quienes viven en el área rural, tal vez esto no tenga nada de extraño, pero para muchas personas ha resultado intrigante y hasta molesto el ruido que surge de improviso al caer la tarde.

Se trata de cigarras o chicharras, que se encuentran ocultas en las ramas altas de los árboles y que ahora, con han aprovechado dos circunstancias para reproducirse: la primera es el incremento en la temperatura que se ha registrado en las fechas recientes y la muy próxima llegada de la temporada de lluvias.


Si acaso no las podemos ver es por dos razones simples: son muy pequeñas y solo algunos ejemplares pueden llegar a medir seis centímetros de longitud, además de que su instinto de supervivencia las hace ocultarse en cuanto perciben la presencia de cualquier riesgo, utilizando para ello el tono de su piel que puede confundirse con las ramas de los árboles.

De acuerdo con un artículo publicado en el sitio web de National Geograpihc este sonido tan característico de la especie proviene de las membranas vibratorias que los machos tienen en su abdómen. El sonido de la cigarra tiene infinidad de variantes y en unas especies suena mucho más musical que en otras. Aunque a los oídos humanos este sonido parezca siempre el mismo, lo cierto es que emplean diferentes tonos para expresar alarma o para atraer a las hembras.

Las cigarras son también famosas por su tendencia a desaparecer completamente durante varios años para reaparecer con renovado vigor a intervalos regulares. Sólo unas pocas de las aproximadamente 3 mil especies de cigarra existentes tienen esta costumbre (la cigarra periódica es un ejemplo de ello).

Otras se conocen como cigarras anuales debido a que, aunque los ciclos de vida de los individuos son de varios años, algunos adultos aparecen anualmente. La cigarra canicular, por ejemplo, aparece cada año a mitad del verano.

Cuando las larvas de cigarra salen de los huevos, se entierran bajo el suelo para absorber la savia de las raíces, y pasan en sus escondrijos subterráneos las primeras etapas de crecimiento hasta que emergen a la superficie ya adultas. La duración de este proceso es variable, pero normalmente se prolonga durante varios años.

Las cigarras de ciclo periódico no forman plagas destructivas, como ocurre con algunas especies de langosta, aunque docenas o centenares de estos insectos pueden congregarse en espacios muy reducidos. Los enjambres muy grandes pueden inundar árboles jóvenes y dañarlos al alimentarse y aovar en ellos, pero los árboles más viejos no sufren por lo general graves daños.

El sonido emitido por los machos puede ser captado por las hembras a más de un kilómetro de distancia. A esa acción no se le llama cantar, sino estridular.

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