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Las jacarandas, el obsequio de un japonés, que debemos preservar

La Piedad, Mich.- Poco a poco, los parques, jardines y principales avenidas de la ciudad se han teñido de violeta y de nostálgicos atardeceres que pueden tener hasta un sentido fúnebre, ahora que las calles se encuentran vacías por la contingencia sanitaria.

Los pétalos de la flor de jacaranda crean también una alfombra, donde algunos pequeños insectos conviven: entre ellos hay abejas, avispas, mariquitas y escarabajos. En lo alto de las ramas sobrevuelan algunas aves endémicas como el caso de los gorriones, colibríes y otras especies que se encargan de polinizar otras flores.


La avenida Michoacán, construida hace más de 40 años para unir al fraccionamiento Ciudad del Sol con el centro de La Piedad, habían sido plantados cientos de jacarandas, las cuales embellecían esa vialidad en estas fechas, la única vez del año en que florecen.

El crecimiento de la zona urbana y la edificación de casas y negocios en la zona se fue dando paulatinamente, casi al mismo tiempo en que uno a uno estos árboles fueron siendo arrancados para dar paso a solidas banquetas por donde nadie camina.

De esas jacarandas quedan muy pocas y estas son mutiladas cada año para “cuidar” el cableado eléctrico y de televisión que recorre largas distancias para comodidad de los ciudadanos.

Paradójicamente, el espacio con más vida (por la gran cantidad de árboles diversos: jacarandas, tabachines, ficus, paraíso) es el panteón municipal que alberga más de 30 mil cuerpos que han sido sepultados a lo largo de los mismos 40 años que tiene de haber sido fundado el fraccionamiento Ciudad del Sol.

“Construimos esta colonia con el propósito de crear el mejor lugar para vivir en La Piedad y en ese proyecto estaba incluida precisamente la preservación del medio ambiente y por ello se sembraron árboles frutales y de ornato como las jacarandas. Teníamos incluso un zoológico y un parque que era muy concurrido”, refiere Antonio Zendejas Álvarez, fundador de este fraccionamiento.

DÉFICIT EN ÁREAS VERDES

La Organización Mundial de la Salud, en su clasifica a las ciudades por sus grados de verderización y señala que para lograr un nivel óptimo en ese sentido es necesario que existen 15 metros cuadrados de áreas verdes por cada habitante.

En La Piedad, Michoacán, según el Colegio de Arquitectos del Occidente de Michoacán, la OEI y la organización denominada “Servicios Territoriales Especializados”, se cuenta solamente con 1.56 metros cuadrados de área verde urbana por habitante, siendo las jacarandas los árboles que predominan.

Al sustituir las áreas verdes por pavimento, las ciudades se vuelven “calientes”, así lo dio a conocer Fernando Tejeda Alvarado, presidente de la Organización Especial de Investigación (OEI) al revelar que un estudio efectuado por dicho organismo señala que en los últimos 25 años, la temperatura ambiental de la zona urbana de La Piedad se ha incrementado una razón de 18 grados centígrados.

Dijo que la compilación de datos de la estación meteorológica Alfa 1, registraba en el año de 1987 que la temperatura promedio en la región de la Piedad era de 22 grados y “actualmente estamos sintiendo día con día temperaturas de hasta 40 grados y sin rastros de una sola gota de lluvia”.

¿DE DONDE VIENEN LAS JACARANDAS?

El árbol de jacarandas es una joya para muchas ciudades de nuestro país, se cree que es endémico de México por la facilidad y la cantidad que puedes apreciar en las calles, pero ¿Sabes realmente de dónde viene?

Esta historia sobre las jacarandas en México empezó con la historia de un japonés llamado Tatsugoro Matsumoto que era un jardinero imperial en Tokio. Él estudió el antiguo arte de la jardinería japonesa que era reconocida de los años 1336 a 1573, cuando estaba de moda los arreglos de flores, los jardines y las ceremonias de tés.

Antes de empezar con la historia de los árboles de jacaranda en nuestro país, tenemos que conocer la historia de Matsumoto. Resulta que este japonés fue contratado en Perú, ya que su gobierno estaba en busca de alguien que pudiera diseñar hermosos jardines, y Matsumoto era el indicado. Antes de ir a ese país, pasó por México y se maravilló por el amor que los mexicanos teníamos por las flores y las plantas.

Fue en 1897, después de haber estado varios años en Perú, que llegó a México por una petición del gobierno japonés.

En 1910, para conmemorar el primer aniversario de la Guerra de Independencia de México, el Gobierno invitó a varios presidentes, entre ellos el gobierno japonés. En la cual hubo una exposición de productos japoneses en el “Palacio de Cristal” donde Matsumoto montó un jardín que inauguró el propio presidente de México, Porfirio Díaz, y la delegación diplomática de Japón.

Después de los conflictos políticos que hubo en esas fechas, los Matsumoto le recomendaron al presidente Álvaro Obregón (1920.1924) que plantara árboles de este tipo en las principales avenidas de la Ciudad de México, un árbol que introdujo desde Brasil y que, gracias a sus dotes en la jardinería, había logrado que las jacarandas se reprodujeran en su vivero. Además, comentaba que las condiciones del clima en México eran las ideales para que, en primavera florecieran y duraran más tiempo.

El proyecto de este japonés fue tan impecable que logró que se reprodujeran con éxito en la ciudad de México, con tanto éxito, teniendo tanta presencia que se ha confundido con una planta nativa. Desde esas fechas, las jacarandas adornan muchas ciudades en marzo y abril.