Por Mayra Teresa Gaxiola Soto
Los saludo con el gusto de siempre, agradeciéndoles por dedicar un ratito de su tiempo para comentar e interactuar sobre los diversos temas que aquí se abordan. Empezaré por pedirles que recordemos juntos la imagen de nuestro padre cuando estaba en casa. Creo que coincidirán conmigo en que nos parecía lo más normal verlo sentado en un sofá viendo la tele o leyendo el periódico, mientras mamá hacía diversas tareas de un lado a otro.
Mamá preparaba y nos servía el desayuno, la comida y la cena. Por supuesto, siempre era ella quien recogía y lavaba los trastes, nos apoyaba con las tareas, iba a las juntas escolares, nos llevaba a la papelería, a hacer tareas en equipo, a la escuela, a clases extracurriculares, al doctor, al dentista, etcétera, etcétera y más etcéteras.
Jamás vimos a papá cambiar pañales a ninguno de nuestros hermanos pequeños, arrullarlo a medianoche o hacer cualquiera de los deberes de la casa. Para nosotros siempre fue normal que mamá se encargara de todo en el hogar.
Esos tiempos, cuando era normal que mamá se encargara de hijos, marido, del hogar en general y papá fuera el proveedor quedaron muy lejos ya, obviamente con sus excepciones.
Hoy, la mujer sigue siendo una todóloga y lo peor, con tareas que la mayoría de las veces resultan invisibles, aunque si no se hacen todo sería un caos. No sólo cuida a los hijos, los lleva y trae a todo lo que necesitan, tiene limpio el hogar, hace las tres comidas y las sirve, atiende al marido y cientos de tareas más, sino que además trabaja y al igual que papá provee de todo lo que se requiere.
Partiendo de lo anterior, lo justo sería que las responsabilidades de casa e hijos que son infinitas y sin remuneración (porque en el trabajo hay un horario y una paga), sean compartidas en pareja. Afortunadamente ya ocurre así en muchos hogares, pero aún falta mucho para lograr esa equidad tan necesaria.
MUJERES NO SE CONFORMEN, NO LES ESTÁN HACIENDO ‘UN FAVOR’
Siendo realistas, no es sólo el hombre el culpable de que todas las tareas las asuma la mujer en la casa, porque así fuimos criados ambos, así nos educaron, es lo que vimos y creemos que es normal.
A las mujeres nos cuesta soltar el control, creemos que sólo nosotras haremos las cosas bien en casa y en todo lo que concierne a los hijos. Sentimos que el marido ‘nos hace el favor de apoyarnos, aunque sea un rato’ y ellos, los maridos, así nos lo hacen creer también (porque les conviene), hasta realizan tareas cotidianas mal, ‘para que prefiera hacerlo ella’. O sea, no estamos entendiendo lo que es la corresponsabilidad de pareja.
AL SORDO HAY QUE GRITARLE
Hay hombres que siguen o pretenden seguir el modelo aprendido en casa, -el que relatábamos al inicio- y hasta presumen el famoso ejemplo ‘yo sí ayudo a mi mujer, pongo la lavadora cuando se junta ropa sucia’.
Tan solo con esa frase no han entendido nada. No es ‘ayuda’ sino su obligación, su responsabilidad, al igual que la de su esposa.
Sí, tal vez meten la ropa, el jabón, encienden la lavadora y hasta ahí. Pero esa ropa se tiene que sacar, tender, recoger y doblar cuando está lista, tarea que hace la pareja y todavía agradece a su marido la ‘ayuda’. Volvemos a lo mismo, tanto hombres como mujeres repetimos modelos aprendidos.
FALTA CAMBIAR EL CHIP A AMBOS
La mujer no debe conformarse, debe quitarse de la cabeza esa frase de que ‘mi marido sí me ayuda en casa y con los niños’; no está apoyando, es una obligación que deben compartir y mientras no aprendan a exigir, a delegar tareas, con amor, con comunicación, las cosas seguirán igual. ‘Al sordo hay que gritarle dice el dicho’, sin que eso signifique que deban pelear, sino platicar en pareja estos detalles, hasta que la tarea del ejemplo de la lavadora se haga completa.
Les decía que hay algunos muy listos que hacen las cosas mal para que su mujer no les vuelva a poner a lavar los platos, a trapear o cualquier otra tarea del hogar; otros más se exaltan al menor error de los hijos al hacer la tarea, para que su mujer prefiera encargarse personalmente de todo.
Seguramente es más cómodo vivir sin los pendientes cotidianos de los hijos y del hogar. Sin lugar a duda, es más agradable sentarse a ver la tele y descargar en su mujer todas las tareas.
EL EJEMPLO, LA MEJOR EDUCACIÓN
Sin embargo, si queremos que nuestros hijos sean adultos responsables en todos los sentidos, las mujeres deben hablar a tiempo antes de que su cansancio las haga explotar y los hombres ser más conscientes asumiendo lo que les corresponde dejando su zona de confort. Se debe hacer equipo.
Si no se ponen las pilas a tiempo, pasarán a formar parte de las estadísticas; en México, al menos 31.7 por ciento de los matrimonios terminan divorciándose; la edad promedio en la que se presenta este proceso es, en el caso de las mujeres, a los 39.1 años, mientras que en los hombres es a los 41.6 años.
Claro, ello no significa que todas las parejas o la mayoría, se divorcien por esta causa, pero sí llega un punto en el que el cansancio se acumula en la mujer y todo explota. Simplemente analicen, cuántas de ellas trabajan 8 horas, tienen hijos, casa y marido que atender solas. Aman a su marido, adoran a sus hijos, pero su cuerpo les avisa que ya no pueden más, que necesitan ayuda.
Y si no hacen visible esa necesidad de ayuda, si no hablan, o, aunque lo hagan no son escuchadas, la situación se desborda. Esa creo que es la principal tarea de entender, aprender y aplicar: la corresponsabilidad.
Debe haber compromiso mutuo, esfuerzo y mucho diálogo entre las parejas porque obviamente, las mujeres nos incorporamos a la vida laboral mucho más pronto de que los hombres aprendieran que eso implica que ellos deben involucrarse en las labores domésticas y cuidado de los hijos.