Inicio Destacados Llevaban consigo mil 300 pasaportes robados; también les hallaron drogas

Llevaban consigo mil 300 pasaportes robados; también les hallaron drogas

En la madrugada gris de Calpulalpan, la niebla cubría las calles como un manto de misterio. Los faroles parpadeaban, proyectando sombras danzantes sobre los adoquines desgastados. Mauricio «V» y Alan «C» avanzaban silenciosamente en su motocicleta, ajenos al destino que les esperaba.

Habían pasado semanas desde que la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) reportara el robo de más de seis mil libretas para pasaportes, un golpe maestro que había sacudido a las autoridades. La denuncia llegó rápidamente a manos de la Fiscalía General de la República (FGR) en Tlaxcala, donde se inició una investigación intensa. El Ministerio Público Federal (MPF) desplegó a sus mejores agentes de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), quienes, como sabuesos, rastrearon cada pista, cada rumor en las calles.


El robo no era un simple hurto; se trataba de documentos de seguridad nacional, y la Cancillería estaba decidida a recuperarlos. Bajo el liderazgo de la Policía Federal Ministerial (PFM), se autorizaron técnicas de investigación avanzadas y se planeó un operativo de inteligencia.

Mauricio y Alan, ignorantes del cerco que se cerraba a su alrededor, transportaban dos cajas de cartón, llenas con mil 328 libretas para pasaportes robadas. La noche era su aliada, pensaban, pero el destino tenía otros planes. En una esquina sombría, los agentes de la AIC observaban, sus siluetas fusionándose con la oscuridad.

La motocicleta se detuvo brevemente; Mauricio y Alan bajaron, abandonando las cajas por un instante. No hubo tiempo para escapar. Los agentes surgieron de las sombras, rápidos y silenciosos como el viento. Los detenidos, sorprendidos, no ofrecieron resistencia.

En la inspección que siguió, los agentes encontraron más de lo que esperaban. Veinticuatro bolsas con clorhidrato de metanfetamina, cinco bolsas de marihuana, una pipa de cristal, cinco cartuchos de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas y cuatro teléfonos celulares. La red de crímenes se desvelaba capa tras capa.

Los prisioneros y la evidencia fueron trasladados rápidamente a las oficinas del MPF. La noticia se esparció como pólvora: la caída de Mauricio «V» y Alan «C» era un golpe contundente contra el crimen organizado. La Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada (FEMDO) y la Fiscalía Federal en Tlaxcala trabajaban sin descanso para integrar la carpeta de investigación, asegurándose de que los culpables enfrentaran la justicia.

A medida que el sol se levantaba sobre Calpulalpan, las sombras de la noche se desvanecían, llevando consigo los secretos y las conspiraciones de una red criminal. Pero en las oficinas de la FGR, el trabajo apenas comenzaba. Las libretas de pasaportes estaban a salvo, y con ellas, la promesa de un México más seguro.

Mauricio y Alan, ahora encadenados al destino que ellos mismos forjaron, aguardaban el juicio que decidiría su futuro. Y así, en la quietud de la mañana, Calpulalpan volvió a la normalidad, con sus habitantes ignorantes del drama que había ocurrido bajo la cubierta de la noche, pero con un poco más de esperanza en la justicia que se erguía implacable frente al crimen.