Dicen las Malas Lenguas que el show de sillazos en Lázaro Cárdenas dejó más que moretones: dejó abierta la guerra entre el ex candidato frustrado a la gubernatura, Raúl Morón, y el que sí ganó, Alfredo Ramírez Bedolla.
Y es que, a Morón no le cuadró nada que en plena asamblea informativa (donde él pensaba lucirse) le armaran la rebambaramba y luego lo dejaran como si él fuera el organizador de una fiesta de pueblo mal controlada. Dicen algunos que el profe Raúl terminó más enojado que cuando le bajaron la candidatura en 2021… y que ahora ya ni las formas guarda: anda diciendo que desde Casa Michoacán le mandaron los sillazos.
Incluso, anda sentido con algunos de sus colaboradores, ya que la frustrada asamblea nos hizo recordar los tiempos en que la elección de Reina de las Fiestas Patrias la hacían en el Motel Cerro Grande y acababan las señoras encopetadas y los funcionarios trajeados con sillazos volando, gritos y manotazos. El caso es que los operadores políticos de Morón, en vez de calmar la bronca, nomás se hacían guajes (o sacaban el celular para grabar y compartir el video con sus compas).
El gober, por su parte, nomás dijo que “hay que respetar el movimiento”, pero entre líneas dejó ver que a Morón ya no lo quieren ni de mandadero. Y mientras ellos se pelean, el verdadero problema de la inseguridad, el desarrollo del estado y la falta de inversión sigue igual… o peor.
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Dicen las Malas Lenguas que donde ya aprendieron bien el arte de ganar perdiendo es en Movimiento Ciudadano, y es que ahora resulta que el excandidato a diputado local, Octavio Ramírez Mercado, ya se acomodó muy a gusto como coordinador de Cultura y Turismo en Tanhuato.
Es secreto a voces que el buen Octavio solo se presenta de vez en cuando a la oficina —cuando se acuerda o cuando hay quincena— y todo con la bendición del alcalde Daniel Herrera, quien anda más preocupado en presumir el «gran logro» de su gobierno: mover las letras del municipio a otro lado (y eso porque las anteriores ya estaban más quemadas que su administración).
El caso es que, mientras los asuntos importantes del municipio siguen sin resolverse, en el Ayuntamiento ya se volvió costumbre repartir favores entre amigos y prestando la lana del municipio, como fue el caso de la regidora Leticia Guillén a quien, por órdenes del edil, le financiaron sus vacaciones con ¡20 mil pesotes! sacados del erario.
¡La neta no se vale! Pues mientras a toda la gente que va a presidencia a pedir apoyo para medicinas y otras necesidades le argumentan que no hay dinero, a la regidora le prestaron a seis meses sin intereses, sin aval y con entrega inmediata. Esos créditos no los tiene ni el Banco del Bienestar.
Así que ya sabe usted: en Tanhuato hay letras nuevas, pero los problemas siguen siendo los mismos… y los mismos de siempre, funcionarios que no funcionan y servidores públicos que se sirven a sí mismos pero no al pueblo.
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Dicen las Malas Lenguas que en Numarán las cosas siguen igual o peor, sobre todo ahora que el calor arrecia y el agua potable escasea cada vez más. El problema ya no solo es para los habitantes de la colonia Santa Cruz sino que afecta a casi toda la zona centro.
Al presidente José Díaz Camarena y su equipo de colaboradores ya ni tienen necesidad de inventar excusas, porque los ciudadanos ya saben la respuesta de memoria —»No hay dinero»—.
Y pos ora sí que ni a quién echarle la culpa, porque son los mismos que venían arrastrando los problemas desde la administración pasada. Nomás cambiaron de sillas, pero no de mañas.
Así que en Numarán, entre el calorón y la falta de agua, las promesas se evaporan más rápido que los charcos bajo el sol.
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Dicen las Malas Lenguas que atrás quedaron aquellos años románticos donde los alcaldes de La Piedad y Pénjamo presumían una zona metropolitana y los proyectos de conurbación encaminados al desarrollo regional, y hasta proyectos verdes (aunque fueran puro PowerPoint) que hacían soñar con el saneamiento del Río Lerma y la puesta en marcha del CITIRS:
Hoy ni Samuel Hidalgo, alcalde de La Piedad, ni Yozajambi Molina de Pénjamo, y mucho menos el Cocoy Díaz de Numarán o el Moy Navarro de Yurécuaro, se han dignado a organizar siquiera una carnita asada para verse las caras.
La seguridad, la movilidad, el medio ambiente, el desarrollo económico y la gobernabilidad simplemente no figuran en la agenda común. ¿Será que los ciudadanos tenemos que pagar por el precio de la animadversión que entre estos personajes se tienen por ser de diferentes partidos?
¡Que gacho!
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Dicen las Malas Lenguas que debe ser todo un acto de fe vivir en Santa Ana Pacueco: tan lejos de Pénjamo y tan cerquita de La Piedad donde casi no hay servicios para los santanenses. Entre estas dos localidades los puentes que cruzan el río Lerma dividen en vez de unir. Y es que, es precisamente esa línea geográfica la que hace que los accidentes tarden siglos en ser atendidos, y más vale que las heridas no sean graves porque en la sala de urgencias de Santa Ana lo más que se puede hacer es poner un “curita” o colocar fomentos de agua con sal. Lo peor es que en el Hospital Regional de La Piedad no reciben a esos pacientes “por ser de Guanajuato” (A parte, hay días que no ha ni gasas y otros días que tampoco).
Si no tienes carro, no puedes tomar un taxi que te lleve a cualquier otro hospital público o privado que están del otro lado del puente. Los estudiantes del Tec, la Univa o cualquier otra universidad tienen que caminar a veces tres o cuatro kilómetros para llegar al bulevar Lázaro Cárdenas y tomar uno de los destartalados microbuses que circulan en La Piedad.
Si vivimos en una zona metropolitana se supone que los servicios de salud, transporte, movilidad y acceso a la educación deberían ser iguales para penjamenses y piedadenses ¿no cree usted?
Para colmo, el servicio de Tránsito solo aparece por las mañanas, y no para poner orden, sino para ver a quién le dan cuello con una infracción.
Pobres de los santanenses que, ilusionados, participaron en la elección de delegados pensando que las cosas iban a cambiar. Eligieron a Javier Zaragoza, a quien no se le permite tomar ni una sola decisión, pues todo lo tiene que consultar con la alcaldesa Yozajambi Molina y esperar a ver si lo recibe.
Por eso digo, ¡qué difícil ha de ser vivir en Santa Ana y ser un ciudadano de a pie!
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Dicen las Malas Lenguas que ahora que Brenda Orozco se fue a chambear a Irapuato, más de un director en La Piedad se puso a sudar frío. ¿Quién va a sacarle las papas del fuego al secretario César Oceguera cuando haya que armar alguna presentación o informe de gobierno? ¿Quién le va a dar el visto bueno a las publicaciones del alcalde en redes, sin que lo dejen como meme? El más preocupado, cuentan, es Rodolfo Ramírez, el director de Comunicación Social, que ya anda buscando quién le pase el dato de dónde venden valeriana, lavanda y pasiflora para poder sobrevivir a todo el estrés que se le viene encima.
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Dicen las Malas Lenguas que la llegada de Mary Madrigal al DIF fue una jugada que nadie se esperaba… bueno, casi nadie, porque ya sabe usted que en este Ayuntamiento el secreto mejor guardado dura menos que una caguama abierta en partido de futbol. Y como suele suceder, hubo un alma caritativa —o mejor dicho, un chismoso profesional— que se le adelantó al mismísimo Samuel Hidalgo y soltó la sopa antes del anuncio oficial. Que si “¿ya viste lo de Mary?”, que “¿es neta?”, que “¡no puede ser!”…
A la oficina del alcalde entraban y salían directores, jefes de área y empleados de medio pelo con cara de ‘yo no fui’, pero todos preguntando lo mismo, como si el pasillo fuera ventanilla de rumores. Se suponía que nadie debía saber… pero ¿a quién le interesaba más que se corriera el chisme?
¡Claro! Adivinó usted.
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Dicen las Malas Lenguas que donde traen un verdadero relajo es en el municipio de Tanhuato, porque desde que Daniel Herrera encabeza la alcaldía (es un decir), los trabajadores municipales han tenido que despedirse de sus derechos laborales.
A los trabajadores les han reducido las vacaciones, bajo amenaza de que si no firman los contratos donde eso se establece, simplemente serán despedidos… ¡y sin liquidación! El regidor Homero Richardson ya le cantó las observaciones a la síndico María Consuelo Villanueva, que hasta ahora nomás se ha hecho la desentendida. Y mientras tanto, los empleados trabajan bajo amenaza. Bonito ejemplo de cómo no se hace gobierno.
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Dicen las Malas Lenguas que en La Piedad, como en casi todo el país, los incendios de pastizales traen al medio ambiente en terapia intensiva y al patrimonio de la gente convertido en cenizas. Que sí, llovió mucho y creció el monte como si fuera jungla tropical, pero también es cierto que nadie hizo su chamba a tiempo. Ecología, dirigida por Luis Humberto Ortiz, sigue siendo la cenicienta del presupuesto municipal; Protección Civil la componen solamente Juan Núñez y una secretaria ¿qué tanto pueden hacer? (Y encima, dependen de César Oceguera, imagínese usted).
Al 28 de abril ya van 56 vehículos quemados, 10 inmuebles afectados y más de 2 mil hectáreas hechas carbón. Pero eso sí, nada de campañas de concientización ni sanciones ejemplares para los pirómanos. Porque aquí todo arde, menos la voluntad.
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Dicen las Malas Lenguas que en el Gobierno Municipal de La Piedad les gusta jugar con fuego… y no hablamos solo de los incendios. Resulta que dentro la administración pública hay un gravísimo problema que, si no se atiende ahora, terminará colapsando a cualquier gobierno que venga.
Y esto tiene que ver con el empoderamiento de muchos de los sindicalizados. Al grado que son al menos cuatro directores de área que ya no saben cómo pedirles a sus subordinados que trabajen sin que les amenacen con armar un gran mitote. Estamos en vías de que sea más fácil correr a un director que a un trabajador desobligado.
Figúrese usted: ya hasta hubo un director lesionado tras la agresión de un empleado que fue descubierto durmiendo a pierna suelta en horario laboral.
Pero como aquí todo se arregla con una carnita asada y unas chelas, pues… que siga la fiesta. Porque en este Ayuntamiento, el fuego arde parejo: en carreteras, en pastizales, en oficinas y en la dignidad.
Ta cabrón, pero es la neta.