La Piedad, Mich. – Margarita Arzola Ramírez, conocida afectuosamente como la «Madre Paz», ha sido un faro de amor, bondad y sacrificio a lo largo de toda su vida.
Nacida el 4 de agosto de 1946 en La Piedad, Michoacán, es la segunda de seis hijos de Andrés Arzola y Teresa Ramírez, quienes compartieron una modesta vivienda en la calle 5 de Mayo de esta ciudad.
Desde temprana edad, Margarita demostró su vocación de servicio. A los 15 años, ingresó a la Congregación «Hermanas de los Pobres, Siervas del Sagrado Corazón de Jesús», fundada por el obispo piedadense José María Cázares.
Ha dedicado impresionantes 64 años de su vida a actividades religiosas, siendo un pilar de apoyo para los más necesitados.
Desplegó su talento como maestra en el Centro Escolar Juana de Asbaje en Zamora, Michoacán, y asumió el rol de directora en el Colegio de Nueva Italia. Para alcanzar estas distinciones, Margarita se esforzó arduamente, cursando estudios en la Universidad Pontificia de la Ciudad de México.
En 1984, su devoción la llevó a Perú, donde fue una de las fundadoras de la congregación en Lima y alcanzó el título de provincial madre superior. Además, desempeñó un papel crucial en la fundación «Caritas», contribuyendo al bienestar de la comunidad peruana.
Durante su estadía en Perú, la «Madre Paz» destinó gran parte de su tiempo a proporcionar alimento, educación y cuidados a niños en situación de desamparo, dejando una huella indeleble en las vidas de aquellos a quienes tocó con su compasión.
En enero de 2019, la salud de la «Madre Paz» se vio afectada por una enfermedad neurológica derivada de la altitud de Lima sobre el nivel del mar. A pesar de las adversidades, su fe y amor inquebrantables continúan siendo un ejemplo para todos.
Actualmente, Margarita Arzola Ramírez permanece convaleciente, pero su legado de generosidad y devoción perdura, inspirando a quienes la conocen a seguir su camino de amor y servicio desinteresado. La «Madre Paz» es, sin duda, un faro de esperanza en medio de la adversidad