Por: Rafael Ayala Villalobos
Siempre he admirado a los policías. Cuando fui niño decía que de grande sería policía o bombero. Es una profesión fundamental para la vida social.
Los policías son guardias y en Europa, desde la antigua cultura teutona “guaranteé” era la palabra con que se designaba a los fortachones que con el uso de la fuerza física si era necesario garantizaban el orden comunitario. Garantía deriva entonces de guardia.
Ya en la antigua Grecia, en la “polis”, había personas que cuidaban el orden público, igual que en la antigua Roma en la “civitas”, esto es en la ciudad.
Desde entonces y hasta ahora el policía es el guardián de la buena convivencia social, el guardián de la ciudad.
He tenido amigos policías desde que en La Piedad; en los años sesentas había una única patrulla verde que por su color se le conocía como “la papaya”. Había 14 policías en 1970. Fue el presidente doctor Marco Antonio Aviña quien aumentó su número y les mejoró sus condiciones laborales en los años setentas. Y fue el presidente municipal Eduardo Villaseñor quien años más tarde elevó su número, su profesionalización y su equipamiento.
En el gobierno del presidente José Mena fui regidor por el PRD y junto con mis compañeros de bancada propusimos –y se hizo- la policía de barrio como una idea para generar confianza y cercanía, muy atentos a la prevención del delito y a diluir conflictos derivados de la convivencia.
La policía de barrio tuvo un programa de radio los jueves en la noche en la radiodifusora XELC, a donde las personas llamaban y presentaban quejas directamente al director del programa de policía de barrio, tan exitoso en su tiempo que fue adoptado por otros municipios como Irapuato de donde vinieron a observarlo.
Pues bien, en días pasados me di a la tarea de platicar con algunos policías municipales de La Piedad y con ciudadanos que de un modo o de otro han tenido contacto con ellos.
Pude entonces comprobar que los guardianes del orden se ven como servidores públicos pero también como trabajadores, se sienten gente del pueblo y en general están agusto con pertenecer al cuerpo policiaco piedadense, orgullosos incluso, aunque señalan algunos aspectos que quisieran mejorar sobre todo en el aspecto laboral y social.
La ciudadanía, por su parte, califica bien a la policía, se siente protegida y apunta que en La Piedad no se viven situaciones violentas como en otros municipios, pero quisieran una policía más robusta, más rápida y eficiente.
De las entrevistas desprendo los siguientes comentarios, vertidos con el ánimo de mejorar porque ese es el interés ciudadano.
Hay que partir de que de cada peso del presupuesto federal el gobierno central se queda con 80 centavos y los restantes 20 los reparte entre todos los estados y municipios del país, lo que de suyo es inequitativo, injusto y anti-federalista, dejando a los municipios con raquíticos recursos para proveer a la población del principal servicio público: la seguridad.
Hay que agregar, de entrada, que en el actual sexenio de la cuatroté se han reducido las participaciones y los recursos para seguridad pública a los municipios. La Piedad ha sido enormemente afectada por ello en perjuicio de las familias.
No miento: los recursos que la federación destinó a los gobiernos estatales y municipales para la seguridad en el 2012 fueron 36 mil 100 millones de pesos. En el 2022 bajaron a 25 mil 500 millones y para 2024 la disminución en términos reales será de 12 por ciento. Es cosa de revisar los presupuestos de esos años.
En lugar de fortalecer a las policías y a los municipios en este renglón, se les ha debilitado con el pretexto de la austeridad y la corrupción, canalizando enormes recursos a la Guardia Nacional y a la Fuerzas Armadas, sin que en realidad estén dando buenos resultados, ya que cuando mucho hacen presencia, pero no actúan. Por eso México está bañado en sangre.
Hace unos quince días, por ejemplo, anduvieron en La Piedad miembros de la Guardia Nacional y de la policía estatal haciendo rondines o retenes que según varios testimonios vulneraron los derechos humanos, pisotearon los procedimientos conforme a derecho y, para acabar pronto, molestaron a la gente, particularmente a los jóvenes de clase obrera que ya se convirtieron en “clientes” de esas corporaciones.
Como sociedad y como gobierno le debemos mucho a los policías municipales.
Nos falta valorar el papel fundamental que desempeñan, incluso arriesgando su vida, para que la sociedad funcione.
La apuesta a centralizar en el estado y sobre todo en la federación la operación de la seguridad pública, va en detrimento de los municipios.
De ahí que la delincuencia organizada busque cooptar a la policía local o atemorizarla, sabedores de que a niveles estatal y federales muy altos, la delincuencia organizada tiene un pacto de impunidad aceitado por la corrupción con las altas esferas del poder. Los hechos hablan.
Sin embargo en La Piedad, en general, la población confía en su policía y pide que se atienda la fortaleza institucional y operativa de la corporación. A su vez los policías quieren que se les mejoren sus condiciones laborales.
Es este el punto a tratar porque las condiciones laborales de la policía repercuten directamente en su eficacia, en su rendimiento.
Ya se sabe que por ley deben recibir prestaciones laborales mínimas, cosa difícil ahora con finanzas municipales insuficientes. Agravan el problema la centralización de recursos y facultades legales así como no pocas contradicciones normativas que al final de cuentas hacen que el contrato que firma el policía no esté apegado cabalmente a lo que la ley dicta.
Y sin embargo desde el presidente municipal, hasta los policías de menor rango, pasando por sus mandos, traen bien puesta la camiseta de La Piedad.
Nuestra propuesta es que desde el actual gobierno municipal y el próximo se mejore y aplique el marco regulatorio que rige a la policía.
Los lineamientos legales que guían las prestaciones laborales de las y de los policías municipales tienen su engarzamiento con la Constitución, la Ley Federal del Trabajo, la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública y el Modelo Nacional de Policía y Justicia Cívica, éste último marca el mayor número de lineamientos, desde la extensión máxima de los turnos hasta procesos de profesionalización policial y de evaluación de confianza y desempeño.
Aún sigue siendo discrecional, a criterio de los comandantes, cubrir o no los beneficios para los policías, esto es que no hay mucha claridad al respecto y quedan sin cubrirse algunas de las prestaciones en favor de los elementos.
Hay pues contradicciones legales entre lo que se establece en leyes estatales, regulaciones internas de la secretaría de Seguridad Pública y el contrato que finalmente firman las y los policías.
Incluso esas normativas no especifican las fuentes de financiamiento con recursos previamente etiquetados, por lo que el gobierno municipal se las ve negras para cubrir las prestaciones y los beneficios.
Los poco más de 90 policías de La Piedad que tienen algo así como 30 vehículos motorizados, se atienden médicamente en el ISSSTE y tienen seguro de vida, bono anual, vacaciones y prima vacacional, pero no se cubren todas las condiciones específicas de trabajo exigidas por la legislación federal ya que el gobierno centralista actual restringe arbitrariamente los presupuestos para éstos fines aprovechándose de que la cuatroté tiene mayoría de diputados federales, quienes no se atreven a modificar ni una coma al proyecto de presupuesto de egresos que les envía su amo y señor.
¿Cuáles beneficios?
Bueno, como apoyo a vivienda, fondos de retiro, recreación y otras como beneficios patrimoniales tales como crédito para vivienda, crédito para automóvil o comercial y pensiones de jubilación digna.
Los policías se perciben en la pobreza, sin bienes ni patrimonio ni la expectativa de un retiro suficiente, lo que dificulta alentar la carrera policial y que los jóvenes vean en ella una aspiración de vida.
Lo que propongo es mejorar las condiciones de trabajo de los policías municipales que redundarán en una mejora de su calidad de vida, y por consecuencia aumentará la eficiencia de la corporación en favor de las familias, así como retiraría tentaciones de corrupción. Se llama profesionalización.
¿Cómo hacerlo?
Con beneficios elementales consignados en la ley, con beneficios laborales complementarios acordados localmente mediante fideicomisos en los que participen los policías y la iniciativa privada, así como ciudadanos representativos de las organizaciones sociales. De esta manera los dineros de esos beneficios serían respetados para sus fines.
Ante el centralismo conservador del gobierno federal de la cuatroté que quita dinero a los municipios y los destina a proyectos corruptos e inútiles como el Tren Maya, es menester convocar a la sociedad y a la iniciativa privada a participar en la forja de una policía más confiable y efectiva, con mayor responsabilidad y cercanía con las familias, o sea, en darle viabilidad y continuidad a las mejoras.
Las mejoras básicas aludidas tienen que ver con derechos básicos de seguridad social como atención médica, licencias pagadas por maternidad o paternidad, accidentes y enfermedades relacionadas con el trabajo, pensiones de jubilación y préstamos para vivienda, uniformes y equipo.
En lo tocante a beneficios complementarios propongo: pago completo de horas extras, que ya tienen, apoyo psicológico por el alto grado de estrés que sufren, apoyo legal relacionado con el trabajo, becas para sus hijos o dependientes, seguro adicional contra riesgos, bonos por desempeño, caja de ahorro, vales de despensa, préstamos y crédito.
¿Es mucho?
Piénsalo así: los policías arriesgan su vida por proteger la tuya y la verdad es que, dígase lo que se diga, en materia de seguridad La Piedad está mucho mejor que otros municipios de la región y de Michoacán, particularmente que los gobernados por Morena ya que en muchos casos sus alcaldes llegaron apoyados por la delincuencia organizada y empresarios presupuestívoros como algunos quieren que suceda en La Piedad.
¿Que no se puede porque no alcanza el poco dinero que la federación da a los municipios para la seguridad?
Esto se puede superar con imaginación, voluntad gubernamental y social y liderazgo, buscando fórmulas o esquemas de co-financiamiento en los que participen diversos actores económicos, sociales y políticos.
Para eso existen los fideicomisos, la deducibilidad de impuestos y el aplicar con mayor amplitud las fuentes de ingresos municipales como por ejemplo, darle una buena revisada al impuesto predial.
Todo ello para que un nuevo modelo de policía municipal sea sostenible y viable porque las familias piedadenses se lo merecen.
La policía va bien pero debemos y podemos mejorarla.
Luego continuaré con el tema.
Saludos, amigos policías.
Sean felices.