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MENTIR, COMO FORMA DE VIDA Y DE GOBIERNO

Por: Rafael Ayala Villalobos

“Miente, que algo queda”, dice el refrán.


Dominar el arte del engaño en la cacería y en la política ayuda a alcanzar objetivos deseados; es decir, mentir. Desafortunadamente muchos así lo entienden y así lo hacen.

Hay una estrategia apoyada en la llamada Ventana de Overton, que consiste en saber cómo se puede cambiar una idea que las masas tengan, o manipular con falsedades a la opinión pública y a la verdad misma, incluso acerca de temas que antes fueran impensables o se creyeran imposibles.

Esta teoría o estrategia fue ideada por Joseph Overton, vicepresidente del Centro Mackinac de Política Pública y explica los trabajos que unas personas pasan a la hora de distinguir entre la verdad y la mentira, o entre lo cierto y el engaño.

No es una teoría política de izquierda o derecha, ya que Overton creó un esquema vertical, colocando hasta arriba lo “más libre” y hacia abajo, gradualmente, lo “menos libre”, y diseñó mecanismos para manipular a la opinión pública para que el político pudiera tener el clima social adecuado a fin de poder llevar a buen puerto lo que desea, ya electoralmente o en cuanto a la administración pública.

Overton propone cinco pasos:

El primero consiste en llevar una idea de lo totalmente “increíble” o «inconcebible» a ser entendida como “transformadora” y «radical», términos más disimulados que decir “impensable” o “imposible”.

Para lograr posicionarla y que las mayorías la “compren”, contradictoriamente se recurre a la ciencia; se realizan foros de discusión y análisis, así como asambleas para hablar de casos donde sí podría suceder. Mientras más ruido haga el vocerío, más se aturden las masas, lo que facilitará la manipulación de la opinión pública.

No se trata de situaciones o circunstancias donde se pudiera entender, mas no justificar, como acabar con una democracia so pretexto de la corrupción para instaurar una dictadura, o como asesinar a un asaltante, robar para comer, las mentiras piadosas o incluso las guerras. No. Se explica por alegatos pseudo-científicos de frente a situaciones antes inimaginables, poco frecuentes, exageradas, como el canibalismo, pero justificado por «situaciones extremas», el aborto «por violación», o la pederastia, quizá por «el consentimiento» de un menor inocente que fue engatusado. El propósito es suavizar lo inconcebible para que se facilite eliminar el tabú y empezar a hablar de él.

El segundo paso, como resultado de los foros y apoyándose en lo dicho por los supuestos científicos y opinantes de los medios de

comunicación, un puñado se presenta ante la opinión pública como minoría respetable, haciéndose las víctimas.

Así, una minoría de antidemócratas, caníbales, abortistas o pederastas -son ejemplos- comienzan a hablar ruidosamente del tema para que pueda ser gradualmente aceptado por la población. Se “visibilizan”, dicen.

Estas minorías transitan de victimarios a víctimas y machacan mil veces al estilo de Goebbels, el de Hitler, que no se debe tener prejuicios, que es “progresista” pensar como ellos y comienzan, ahora sí, a atacar ferozmente a quienes no compartan sus ideas.

En este paso es donde lo inmoral, anormal, e inhumano se «normaliza» y se condena públicamente a quienes no coinciden con sus antivalores llamándolos intolerantes, fanáticos, conservadores, etc.

Para facilitar su propaganda de lo “nuevo”, cambian el discurso o “narrativa” de canibalismo a antropofagia, de aborto a “libertad de decisión”, de tiranía a “democracia del pueblo” y de pederastia a “diversidad sexual”, siguiendo los ejemplos dados.

El paso tres en el adoctrinamiento consiste en meter a los “derechos humanos” para pasar de lo aceptable a lo sensato. Claro, se escudan denunciando que un ser libre tiene derecho a decidir qué comer, en este caso carne humana; a decidir sobre su cuerpo, el aborto; y sobre su preferencia sexual, incluso el delito atroz de la pederastia; o que una algarada manipulada por un demagogo tome una decisión política.

Para este momento ya aparecen algunos fanáticos que injurian y gritan ofensas, pero no argumentos, y ya dividen a la sociedad entre los “progres” y los “conservadores”.

Para los que no lo consideren sano, natural o correcto, se les avientan pedradas tales como “odiosos”, “corruptos”, “privilegiados”, “extremistas”, “retrógradas”, se les relaciona con las peores imágenes de la historia de la sociedad y con sus peores personajes; entonces se invierten los papeles etiquetando a los antes denunciantes de radicales y derechistas.

Una vez que la idea increíble, irrealizable o que la ocurrencia ya es vista como aceptable y razonable, además de que la opinión pública la entiende como solución a alguno o a varios de sus problemas, entonces el cuarto paso es convertir esos conceptos en populares y novedosos: hacerlos “tendencia” o “moda”.

Por alguna rara causa, dichas ideas «progresistas», por absurdas y hasta antinaturales que sean, resultan muy atractivas para algunos grupos de artistas, actores, conferencistas y “snobs”; asimismo escritores motivacionales y medios de comunicación quienes las convierten en su bandera considerándolas como las nuevas modas.

Estas ideas se socializan a través de pláticas estudiantiles y grupos de activistas, conferencistas y canciones, películas y novelas, publicidad comercial y series, discursos políticos y espectáculos. Así se masifica la idea absurda y falaz como razonable y verdadera.

Este gran empujón, convierte a los antidemócratas, caníbales, abortistas y pederastas en famosos personajes y hasta en modelos de vida a seguir, por lo menos en cuanto a que ejerció su “libertad” y sus “derechos humanos” y no les faltarán seguidores atolondrados que les rindan culto a su personalidad, casi viéndolos como dioses.

El quinto paso de la Ventana de Overton es llevar estas “ideologías” a la esfera pública, al campo político para legalizarlas y, ya encarrerados, elevarlas a rango constitucional.

Para ello, las “pobrecitas” minorías a las que antes les cerraban las puertas, hallan un campo fértil para plantarse. Desde allí las perversas ideologías emplean técnicas de persuasión para pasar de un rechazo a la legalización -a través de engaños, mentiras y falacias, aprovechándose de la ignorancia del “pueblo bueno y sabio”- hacia la siembra de una nueva “conciencia” colectiva.

Una vez que estas doctrinas antihumanas y falsas –o antidemocráticas- se hacen ley, condenan a quienes no las apoyen, acusándolos penalmente de antropofobia, sociofobia, homofobia o por atentar contra el “proyecto de transformación”, porque para entonces el “proyecto” está arriba de la persona, de la sociedad y hasta del Estado.

Utilizar la Ventana de Overton para manipular las mentes, retorcer principios que parten del derecho natural, o para dividir a la sociedad y destruirla, y que unos cuantos saquen ventajoso provecho, o peor, para inducir a pueblos enteros a hacer el mal consciente o inconscientemente, es del todo reprobable y requiere que los que logran zafarse de esta diabólica manipulación luchen con todas sus fuerzas contra el mal, lo cual es harto difícil, porque mientras los “progres” o “transformadores” lanzan propagandísticamente frases facilonas y engañabobos, pegajosas, falaces (verdades a medias) y acusaciones calumniosas, los que aún razonan tienen que esgrimir y explicar argumentos y datos duros, a veces difíciles de comprender o de publicitar a personas con poca información o que padecen diversos traumas formativos.

¿Cómo cual? Por ejemplo, hay estudios serios que demuestran que la falta de padre, o que la niñez y adolescencia con padre ausente (aunque esté, está ausente), muy característicos en México, hace a la persona proclive a aceptar con mayor facilidad la arbitrariedad del poder y una tiranía paternalista que resuelva por ellos.

La ansiedad neurótica derivada del déficit paterno conduce a aceptar el exceso de poder tiránico que inconscientemente se ve como remedio. Es la relación esclavo-amo que explicó Aristóteles.

La verdad es que en el México actual todo lo anterior suena muy conocido y lo podemos constatar con ideologías destructoras del tejido social, pero aceptadas por emocionados que no logran razonar y hacia quienes, por sus traumas, debemos tener conmiseración.

Pasando por allí podemos escuchar a alguien que dice que la “estrategia” de seguridad es “correcta”, o que es actualmente “atinado” perdonar a los corruptos cercanos al poder por la sencilla razón de que “están con el proyecto”.

Podemos toparnos con alguien que asegura que los “abrazos, no balazos” son la solución, o que es acertado regresar a explotar y usar combustibles fósiles.

O escuchar a un amigo justificar los ataques a la democracia republicana, a los científicos, a las madres buscadoras, a los deportistas, a los ecologistas, a los emprendedores, al INE, a la Iglesia católica, a la familia, a la Constitución que garantiza la propiedad, las libertades y los derechos humanos de la persona ante el Estado, o que defienden de las dictaduras, etc.

Podríamos también agregar que éste proceso mentiroso ha sido utilizado en determinados momentos de la historia, por el secularismo trasnochado, por ejemplo para “sacar legalmente” a Dios de la sociedad, de la educación, del trabajo y de los negocios; también de la familia y de la vida de todos los días.

Lo deseable es que tengamos o cultivemos en nosotros la sabiduría para acercarnos a la Verdad.

Sean felices.