Inicio Destacados NO SIRVE ARREPENTIRSE. ‘EN VIDA HERMANO, EN VIDA’

NO SIRVE ARREPENTIRSE. ‘EN VIDA HERMANO, EN VIDA’

Por: Mayra Teresa Gaxiola Soto

Hablar, reír, desahogarnos, liberar nuestra energía platicando con nuestros amigos, con nuestros familiares ¿qué mejor terapia puede haber? Es una sensación de libertad, de despojarnos (aunque sea unas horas o unos minutos) de todas las obligaciones que tenemos en el día a día. Y mis tres lectores, -a quienes aprovecho para saludar y desearles un feliz domingo- estoy segura de que coincidirán conmigo en que todos y todas debemos darnos un tiempito para disfrutar esos momentos.


Lamentablemente en esta pandemia perdimos a muchas personas queridas a quienes no tuvimos oportunidad de verlas una vez más. Seguramente seguido experimentamos ese sentimiento de nostalgia, lamentado no haber aprovechado el tiempo para convivir arrepintiéndonos de haber pospuesto alguna reunión. Esa es una lección que nos debe servir para reflexionar que con cada amanecer tenemos una nueva oportunidad, ¡aprovechémosla!

Y desafortunadamente, pese a lo anterior aún hay muchos a quienes ‘no nos cae el veinte’, permitimos que gane el cansancio, o la flojera y ponemos un pretexto para no asistir a una reunión.

Preferimos quedarnos encerrados viendo tele, con lo que dejamos ir esas oportunidades de disfrutar uno de los placeres más simples de la vida: convivir en familia, que es algo que se ha ido convirtiendo en una práctica en vía de extinción. Por lo general, ese goce, que para la mayoría de nosotros es uno de los más placenteros, lo dejamos únicamente para festividades especiales.

En cuanto a las amistades, regularmente el trabajo, los hijos, el marido, la actividad cotidiana consume nuestro tiempo sin darnos cuenta. Y es que a medida que nos vamos haciendo mayores, las responsabilidades aumentan por lo que los días pasan mas rápido, las semanas vuelan, los meses se van como agua entre los dedos y cuando menos lo pensamos ya es diciembre de nuevo y ¡otra vez!, tenemos muchísimas cosas que hacer y no tenemos tiempo para las amigas que están ahí para apoyar, para escuchar, para conversar, celebrar, hacernos reír, o para consolar.

Además, hay estudios que indican que tener buenas amigas con quienes conversar y reír, aumenta la longevidad, así que dejemos la flojera, los pretextos y organicémonos para dedicarles tiempo antes de hacernos viejitas y llenas de achaques que nos impidan salir y disfrutar la vida platicando frente a una taza de café, un tequila o una cerveza.

¿Les parece una misión imposible? Piensan: ¡esos tiempos con las amigas quedaron atrás!; ¡ahora tengo otras responsabilidades!, pues déjenme decirles que de nada servirán los arrepentimientos después y nos quedaremos con ese sentimiento de nostalgia por haber desaprovechado la oportunidad de reír a carcajadas y por no habernos dado un tiempito para ese disfrute.

Así que mis apreciables lectores, les invito a encontrar un hueco en nuestra agenda para atender y disfrutar con nuestras amistades, compartir un buen rato con conversaciones a veces interesantes, a veces intrascendentes, pero no dejemos que sea demasiado tarde y jamás nos quedemos con ese sentimiento de culpabilidad porque ya no habrá un después. ‘En vida hermano, en vida’.

Volviendo al tema de la familia, de las reuniones con los parientes, debemos tomar en cuenta que, como dicen los especialistas, no sólo es fundamental el constante vínculo afectivo y la estrecha relación entre padres e hijos, sino fomentar la unión con los familiares de ambos lados y aprovechar los beneficios que puede generar la unidad y armonía.

Si como padres y pilares de cada familia, fomentamos esta costumbre, los primos, tíos, abuelos y demás parientes, pueden compartir temas de interés común y nuestros hijos con esta práctica y este ejemplo, harán a su vez lo mismo de manera natural.

Está comprobado que los valores no se transmiten por genética sino con el ejemplo y si nuestros hijos crecen con estas costumbres, al formar su propia familia, estarán plenamente conscientes de la importancia de ese vínculo afectivo y de los beneficios de vivir y convivir en armonía.

Hay miles de formas para retomar estas costumbres con las que la mayoría nos criamos, y que lamentablemente se han ido perdiendo, con sus excepciones obviamente, pero lo más importante es comenzar a hacerlo, que las reuniones familiares no sean desplazadas por las obligaciones sociales, laborales, académicas o simplemente por la flojera de ir cada cierto tiempo a un lugar y ver a las mismas personas.

Recordemos que cuando pasamos por un momento difícil, tener a quien recurrir, aunque suene simplista, puede ser la solución. Y no me estoy refiriendo únicamente a los asuntos económicos, sino que el sólo hecho de tener a alguien de confianza, amigo o familiar con quien hablar, puede relajar nuestro cerebro y nuestro cuerpo.

Algo muy interesante que leí por ahí, es que cada vez hay más evidencias científicas de que conversar de manera auténtica, íntima, abierta, sin temor a la censura, provoca cambios en el cerebro que disminuyen los síntomas de la depresión, sin los posibles efectos secundarios adversos de los medicamentos.

Luego entonces al interactuar con amigos o familiares nos relajamos y limpiamos la mente. ¿Necesita más razones apreciable lector para poner manos a la obra y empezar a planear reuniones con amigos y con familiares?

Yo por mi parte haré mi tarea. Dicen los que saben, que los síntomas emocionales no son un ‘trastorno’ sino una verdad silenciada que necesita ser oída y que los sentimientos que no tienen palabras se acumulan en la memoria emocional. Así que, a darle, a sacar todo lo que traemos dentro diciéndolo ‘a quien más confianza le tengas’ para disfrutar de una buena salud mental. Hasta la próxima.