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PARTICIPACIÓN DEMOCRÁTICA PARA EL CRECIMIENTO DE LA PIEDAD

Por: Rafael Ayala Villalobos

Los problemas de La Piedad son complicados. Decirlo no es novedad. Enlistarlos, acaso es ocioso; los vivimos. Resolverlos exige conciliar intereses opuestos, acercar posiciones encontradas, crear relaciones sociales armoniosas y alentar la participación operativa de la comunidad y sus familias en los asuntos públicos.


Contentarnos con elegir representantes populares con la esperanza de que interpreten bien nuestros sentimientos y anhelos, es insuficiente. Participar como ciudadanos en la operación de la vida pública, es necesario.

Claro que para ello se necesitan mecanismos institucionalizados, la voluntad de los del gobierno y los deseos de la población.

Y otra cosa: para eso se requiere practicar la tolerancia, no entender la política como pandillerismo y sumar las partes del todo social.

Por eso no es hora del radicalismo partidista, sino de las sumas positivas.

No es momento de egos sino de solidaridad.

No lo es hora de competir, sino de colaborar.

El presente exige experiencia política, habilidad para no convertir los problemas en conflicto, pacientes ejercicios de reflexión y agilidad precisa para la ejecución de soluciones a los problemas de las familias, cualidades éstas que sólo los políticos con visión estadista tienen y que, por cierto, no se dan en racimos.

Problemas como los de la falta de empleos bien remunerados y con acceso a la seguridad social, de la inseguridad disimulada, del agua potable accesible para todos, del acceso real a los servicios de salud, educación en igualdad de oportunidades y de condiciones; también problemas como el abandono del campo o el que nuestra ruralidad se ha hecho abortiva, la contaminación del río Lerma, la falta de un real acceso a la alimentación sana, la movilidad urbana estresante y desgastante y por ello mórbida, entre otros, solo empezarán a resolverse bajo un análisis colectivo riguroso de sus causas más profundas, encontrando sus contradicciones socio-económicas que le dan origen.

Identificar a quienes tengan éstas características es la tarea que en el 2023 inicia en los partidos políticos para en su momento presentarlos al electorado como candidatos ganadores al ayuntamiento y, más específicamente, a la presidencia municipal.

Más allá de los nombres que “suenan” en cada partido, o de si será mujer u hombre, o si determinados partidos irán en alianza o no, hay que construir una agenda colectiva municipal.

No se trata de quién tenga mejores intenciones, quién salga mejor posicionado en las encuestas que empezarán a realizarse, o quien trae más ganas, lo importante es que tenga conocimiento de la problemática

municipal y sepa siquiera esbozar soluciones realistas, porque visto está que los políticos feisbuqueros, huecos de propuesta y ayunos de buenas intenciones, sólo buscan alimentar su narcisismo, cobrarse con odio lo que según ellos les debe la vida y escoger adversarios para desquitarse.

Tampoco se trata de quién tenga más tiempo haciendo “cola” en la fila para que le toque; tampoco de quién esté cobrando más facturas por servicios prestados a su partido.

Se trata de vislumbrar quién ha tenido una trayectoria invariable de compromiso con las causas populares, las libertades y la democracia, quién ha demostrado honestidad y congruencia hacia sus partido u organización primaria siendo leal a sus principios personales y colectivos y permaneciendo en él en las buenas y en las malas, quién cuenta con madurez y experiencia y quién no se alborota cada tres años como simple ave de paso.

Habrá que diferenciar entre aquéllos a quienes mueve la mística por el poder y a quiénes les impulsa la mística del servicio a los demás.

Nada fácil será pues que los partidos propongan buenos candidatos, yendo aliados o por separado a la contienda electoral. El oportunismo y la carencia de personajes que posean teoría y práctica de avanzada, con solidez moral y capacidad administrativa, dificultan la integración de planillas al ayuntamiento, sea el método electivo que sea.

Obviamente que un criterio a seguir es la competitividad electoral. ¿Pero de quién? ¿De la marca-partido o de los personajes? ¿O de ambos? Puede haber un partido con alta productividad electoral, pero ese capital no necesariamente es transferible a determinadas figuras. También

cuenta la trayectoria personal, la raigambre social, la honestidad, la congruencia y hasta la oriundez.

Se tiene que reconocer que la capacidad del gobierno municipal para enfrentar los problemas del crecimiento extraordinario que tiene La Piedad está siendo rebasada, pudiendo puntualizar lo siguiente:

Primero, que la mayoría de los problemas son causados por un crecimiento muy dinámico que no alcanza a atender la capacidad resolutiva de la administración pública municipal, su presupuesto y sus competencias y que ese crecimiento no siempre va acompañado de desarrollo social y humano.

Segundo, que dicho crecimiento debe normarse y orientarse más hacia el desarrollo de las familias, en forma integral, para que sus integrantes puedan crecer mejor como personas humanas en su dignidad.

Tercero, que se precisa de hacer un serio ejercicio para diseñar una estrategia que aproveche las amenazas y las oportunidades de las circunstancias en que se desenvuelve el municipio y no seguir ante los problemas sin más propuesta que el voluntarismo, el odio, la mutua descalificación, el quejido o la revancha.

Existe un dato interesante: en los últimos años la mitad de los asentamientos humanos son irregulares en el sentido de que sus pobladores primero se asientan a vivir y luego llegan, si es que llegan, los servicios.

Es cosa de destacar que en los últimos 25 años La Piedad creció extensivamente en dos tercios más. Hoy ya casi no hay territorio para crecer y el entregar los servicios públicos a los usuarios es cada día

más costoso. Ahí está el irresuelto problema de la basura, su recolección y destino final, verdadera bomba de tiempo.

Esto significa que la población sigue creciendo, que siguen llegando personas de otras partes –muchos de ellos emprendedores-, lo que habla de La Piedad como un lugar de atracción y de tracción para el resto de la región.

Pero también significa que el gobierno tiene serios problemas de eficacia respecto a los problemas, trátese de seguridad, urbanización, agua, emprendimiento y empleo, entre otros como que no tenemos ni pizca de economía circular o que la riqueza socialmente producida es aspirada por empresas cuyos registros fiscales están en otras partes y por lo tanto de aquí sacan, pero casi no devuelven, como no sean empleos de alta rotación y no siempre bien remunerados, o uno que otro programa asistencialista. Y qué bueno que así sea, pero no basta. Y ni qué decir del problema de la desatención a la salud.

La mediana eficacia preocupa más al ver las limitadas finanzas públicas municipales por culpa de los recortes federales a los estados y a los municipios, ya que el del presidente López no es un gobierno municipalista, sino todo lo contrario. Encima, el aumento presupuestal está por debajo de la inflación de los precios, así es como si no hubiera crecido para el 2023.

Entonces armonizar el crecimiento para tener un municipio más amable, es tarea urgente.

Muchos de los problemas que padece la población son por la falta de participación ciudadana. Hay ahora un fenómeno muy marcado de

alejamiento de los ciudadanos respecto de la toma de decisiones; esperan que el ayuntamiento les resuelva y ya.

Por eso hay que crear mecanismos prácticos de participación ciudadana. Ya hemos puesto éste ejemplo: así como un fontanero tiene una caja de herramientas para ejercer la fontanería, así el ciudadano necesita herramientas para que pueda ejercer su ciudadanía actuante. Que la democracia no inicie y se acabe en el mero acto de votar.

Habrá que tejer nuevos arreglos entre las instituciones del gobierno municipal y las familias piedadenses.

También nuevos arreglos entre el gobierno y los partidos, los sindicatos, las cámaras y demás organizaciones sociales que vertebran la comunidad.

Una mesa la cargan más fácilmente varias personas que una sola.

Mientras no haya una planeación democrática del desarrollo, coherente, racional, sin ataduras indecibles con los grupos de presión formales, informales o hasta ilícitos, que sume y no que reste, al gobierno podrían llegar simplemente nombres ocasionales, con más o menos voluntad de componer las cosas pero acaso carentes de pasión política y vocación y oficio de gobierno.

He dicho que todos los gobiernos municipales de La Piedad han sido buenos. Unos más que otros. El actual es bueno, la gente lo aprueba, pero tiene que dar pasos mayores hacia la institucionalidad de una mayor vida democrática en la resolución de los problemas municipales, a fin de consolidar sus logros y evitar que los vaivenes políticos estropeen lo avanzado, como ocurre a nivel federal.

La voluntad sirve, el voluntarismo alienta, el “echaleganismo” se aplaude, pero la consolidación de los proyectos pasa por la debida institucionalización. He allí el reto.

Mientras al electorado se le confunda barajándole nombres al vapor por simple curiosidad política y no exponiéndole programas y propuestas de gobierno, no se estará afrontando con verdad y con responsabilidad los problemas y aireando soluciones realistas y viables.

Y en esto quienes tenemos acceso a los medios de comunicación masiva, tenemos una gran responsabilidad ética.

Sean felices.