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¿QUIÉN SERÁ EL NUEVO PAPA?

 Por: Rafael Ayala Villalobos 

Doña Meche regresa de la misa dominical de 12 del templo de San Francisco en La Piedad, Michoacán. Le gustan las misas con el Padre Juan Manuel Heredia Villalobos. Viene con cara triste y a bocajarro me suelta haciendo pucheros: “¡El Papa francisco está enfermo de vías respiratorias, tiene 88 años y ya ve que hace tiempo le quitaron parte de un pulmón…”.  Le digo: “Hay que orar para que Dios permita su pronta recuperación”. “Eso nos pidió el Padre…”, dice sollozando. Suelta unas lagrimitas disimuladas, enciende una veladora en nuestro altar casero a la Virgen de Guadalupe y, silente, se avoca a sus quehaceres domésticos, esos que facilitan la santidad desde lo sencillo y cotidiano, si se hacen con amor y sin reniego, como diría San José María Escrivá y Balaguer. 


Entre sorbo y sorbo de café pienso que, en efecto, hay riesgo de que nuestro Papa Francisco sea convocado por el Mero Patrón y entonces, ¿quién lo sustituiría en la Silla de San Pedro? ¡Difícil saberlo! 

Y es que aunque el Paráclito, el Espíritu Santo, inspire a los Cardenales al momento de elegir al nuevo Papa, como la Iglesia se integra por seres humanos de carne, hueso y un pedazo de pescuezo, no deja de haber política eclesiástica. 

Esto lo sabe bien el Papa Francisco y por eso, encarrilada la Iglesia Católica en su tercer milenio,  ha hecho movimientos que permitan ayudarle al Espíritu Santo a que continúe la consolidación de la línea evangélica testimonial, profética más que eclesiástica, cercana al pueblo y ecuménica, que en buena hora vino a impulsar cuando parecía que la Iglesia Católica retrocedía ante el relativismo, el progresismo y esas sectas pretendidamente cristianas que como hongos se reproducían aquí y allá. 

Yo humilde y pecador, pero al fin y al cabo católico me atrevo a opinar: veo dentro de la Iglesia dos vertientes: la profética y la eclesiástica. La profética, sobre todo representada por las congregaciones religiosas que denuncian las injusticias y anuncian la Buena Nueva: jesuitas, carmelitas, dominicos, entre otras corporaciones a las que no les mueve mucho que digamos el alcanzar jerarquías dentro de la muy vertical organización de la Iglesia. Y la eclesiástica, organizada en Diócesis con Obispo al frente,  que forma parte sustantiva de la organización y mando jerárquicos de la Iglesia; la Curia, que es el conjunto de organismos de gobierno que desde y a partir de la Santa Sede y del  Vaticano llevan la gerencia de la Iglesia. Es pues el poder. 

Lectora, lector queridos, el pasado 8 de diciembre el Papa Francisco impuso el capelo cardenalicio a 21 nuevos cardenales, de ellos 20 tendrán derecho a votar por el nuevo Papa, por lo que el número de electores subió a 141, muchos, si ustedes quieren, aunque algunos se jubilarán dentro de poco, pues a los 80 años pierden el derecho a elegir el nuevo pontífice.  

A esto se añade que la edad promedio de los cardenales electores es ahora de 69 años. Este solo dato indica el fin de la carrera clerical. 

La Santa Sede, nombre legal del Estado del Vaticano, único en el mundo que reúne a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana y al Estado de la Ciudad del Vaticano, que con sus 60 hectáreas donde ejerce soberanía territorial como cualquier otro país, de acuerdo a un convenio de Concordato que tiene con la República de Italia, lo acredita como sujeto de derecho internacional, cosa que no tiene ninguna otra Iglesia ni mucho menos ninguna secta, es además de las pocas monarquías absolutas de fundamento teocrático. 

El Santo Padre el Papa tiene la potestad de elegir a quienes nombrarán a su sucesor. En la Santa Sede no hay división de poderes, no es República, el Papa define la legislación y tiene la facultad de aprobar o no las sentencias de los tribunales eclesiásticos. Tampoco nadie puede oponerse a lo que decida. 

¿Y cómo está la correlación de fuerzas al interior de la Iglesia con vistas a la elección del nuevo Papa…, si se ofreciera? 

Bueno, el 68 % de los sacerdotes del mundo son diocesanos y el 31.4 %  son de órdenes religiosas. 

¿Hay diferencia entre ellos? Los diocesanos asumen su carrera sacerdotal dentro de una diócesis territorial y por lo general están al frente de parroquias. Los religiosos o de congregación optan por desarrollar su carisma o servicio y vida sacerdotal dentro de una comunidad religiosa: benedictinos, maristas, lasallistas, etc. 

Las congregaciones religiosas son masculinas y femeninas y tienen distintas metas pero a veces están relacionadas porque comparten el carisma fundacional que les dejó su iniciador. 

Los papas casi siempre son electos por los sacerdotes del clero diocesano porque se supone que los religiosos no se inquietan por el poder institucional sino que en vez de eso se dedican a su carisma vocacional; tienen una fuerte tendencia misionera y se ocupan por abrir nuevos campos a la evangelización. 

Lo anterior se prueba con que de los 266 papas sólo 25 han sido de congregaciones religiosas, ¿el último? el Papa Gregorio XVI (1831 – 1846). El Papa Francisco es el primer latinoamericano y el primer jesuita en la historia de la Iglesia. 

Estos hechos duros sirven para entender que la designación del Papa Francisco es el reconocimiento de los diocesanos de que últimamente han tenido dificultad en la gestión institucional de la Iglesia y de que además tenían que mandar a la banca por un tiempo a los europeos por la crisis de la Iglesia en ese continente y sus repercusiones mundiales. 

Hay una crítica de los religiosos congregacionales a los diocesanos, o sea, al clero secular, y es que pareciera que han perdido la brújula y que están muy ocupados por insertarse en el mundo abandonando la vida espiritual y el acompañamiento a los más pobres espiritual, medioambiental y materialmente, que es precisamente el reclamo de los creyentes ante la crisis que existe en el mundo actual. 

Esto es evidente en el discurso del Papa Francisco quien llama siempre a revitalizar lo sagrado en los aspectos cotidianos de la vida familiar, social y cultural. 

Reclama la atención para los “descartados y marginados”: adultos mayores, niños y jóvenes, las mujeres y las “periferias” de la iglesia y los pueblos que sobreviven en el Sur Global (o sea, en la periferia del capitalismo). 

Los cardenales que el papa francisco ha ido nombrando tienen muy entendido lo que sucede y cómo hacer para consolidar la tarea de la Iglesia que fundó Jesucristo.  

El Papa subió el número de  cardenales religiosos, de congregación: ahora son 66, el 47 % del Colegio Cardenalicio; los nuevos cardenales son mayoritariamente del Tercer Mundo.  

Hay cardenales de 91 países.  

Otro dato importante es que el papa no designó en diciembre de 2024 a ningún diocesano europeo. 

Los grupos o bloques más sólidos son cardenales jesuitas (el Papa Francisco es jesuita), franciscanos, salesianos y dominicos.  

La Sociedad del Verbo Divino entra pisando fuerte con dos cardenales, uno japonés y un serbio. 

En cuanto al enfoque geográfico hay 16 africanos; 16 de América del Norte; 17 de América Central, el Caribe y América del Sur, 12 asiáticos, 49 europeos y 3 de Oceanía. 

Un detalle que muestra la habilidad política y la sencillez humana del Papa Francisco es que  promueve reuniones –a las que asiste- de los cardenales con motivo de los consistorios (nunca iban los papas).  Y es que en esas reuniones la burocracia vaticana “manejaba” el proceso de designación del Papa.   

Por todo lo anterior se puede atisbar que el nombramiento del nuevo Papa, cuando ocurra, será positivo para el devenir y la consolidación del futuro de la Iglesia Católica. 

Enhorabuena.  

Dios guarde al Papa Francisco. 

Que se recupere pronto y que Dios nos lo bendiga. 

Sean felices.