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SIN MEDICINAS…¡YA BASTA!

Por: Rafael Ayala Villalobos

La falta de medicinas tiene enojada a la población. Hace algunas semanas aquí mismo dijimos que en La Piedad existe un grave problema para la atención de la salud por la escasa capacidad resolutiva de las principales instituciones de salud pública, la desaparición del Seguro Popular, las dificultades y el retraso para hacer funcionar el INSABI y la carencia de medicamentos, entre otras cosas.


También propusimos dejar de considerar el tema de la salud como exclusivo de la incumbencia federal o estatal y que a nivel regional y municipal exijamos y nos movilicemos no para que las instituciones funcionen un poco mejor porque algunos esfuerzos privados acudan a socorrerlos, lo que es laudable como solidaridad humana, sino movilizarnos porque la salud es un derecho social fundamental y constitucional reconocido por la Carta Magna, con una responsabilidad que recae fundamentalmente sobre el Estado en términos de su garantía; siendo el mismo Estado quien debe organizar y ejecutar las políticas necesarias para cubrir los requerimientos de la ciudadanía en lo relativo a infraestructura adecuada, una rehabilitación de calidad, y tratamientos oportunos en el disfrute de este derecho como parte del derecho a la vida. El caso es que no se surten completamente las recetas.

Por ello quienes encabezan los hospitales públicos y la autoridad sanitaria regional deben ponerse al frente de la exigencia popular del cumplimiento de éste derecho humano y no limitarse a administrar las inercias del pasado, ni mucho menos a solapar las deficiencias de la federación o diferir así como así, la atención a la salud de los derechohabientes y de la población abierta.

No es cambiando las caras de los funcionarios públicos del sector salud como se resolverán los problemas estructurales que impiden, hoy por hoy, la realización plena del derecho humano a la salud conforme al artículo cuarto constitucional. Y sin embargo los relevos institucionales del sector alientan la esperanza de que habrá la voluntad humana y política para buscar las soluciones pertinentes. En principio la población parece que espera algo mejor y otorga el beneficio de la duda.

Hoy hay que hablar de la criminal falta de medicamentos. A muchos les consta que las recetas no se surten oportunamente porque no hay medicinas. El gobierno federal está perjudicando a los habitantes de la región de La Piedad al no tener medicamentos.

Falso es que estaba peor antes el problema. Faltaban medicinas, sí, pero no en la magnitud de ahora. Según datos de la SSA a Michoacán están llegando apenas el 8% de los medicamentos requeridos. Según Eugenio Sánchez, analista de éste tema, citado por el periodista Sergio Sarmiento, y con datos obtenidos mediante el INAI, en Michoacán el IMSS incrementó en 218% el número de recetas sin surtir de 2018 al 2020, en tanto que el sistema de salud a la población abierta, o sea, la Secretaría de Salud, subió al 498% las recetas no surtidas en el INSABI.

La verdad es que cuando las adquisiciones de medicamentos se hacían por compras consolidadas, el problema, si no resuelto, era mucho menor que ahora que se realizan compras sin adecuada planeación, al troche moche. El lío se agravó porque la COFEPRIS cerró plantas farmacéuticas más con prejuicios y afanes propagandísticos que por razones ciertas, en tanto que la SHCP vetó a los distribuidores de medicamentos sin tener previamente organizada la estructura logística para distribuir medicamentos, algo que requiere una logística especializada.

En La Piedad muchos familiares de pacientes con cáncer, refieren que son advertidos de que los hospitales públicos los desahuciarán y ya no darán medicamentos si llegan a recaer. Todo por la escases, les explican. El resultado es que deben gastar 40 mil pesos mensuales, en promedio, si es que pueden…

Tanto dolor y tanta angustia en los enfermos de diferentes edades y en sus familiares no pueden ser ignorados por la sociedad civil en general y por los principales protagonistas de la sociedad política, como los regidores de salud de los municipios que abarca la Jurisdicción Sanitaria de La Piedad y su Hospital Regional de la Secretaría de Salud, el Hospital de Sub-zona del IMSS, y la clínica del ISSSTE ni mucho menos desatendido por los funcionarios del sector salud.

Este sufrimiento se desató desde que con el pretexto de la corrupción en las compras de medicamentos -sin que haya un solo proceso penal por éste motivo y ni una demostración fehaciente- y por el garlito de que había monopolio en la industria farmacéutica, el gobierno federal dejó de hacer licitaciones públicas prefiriendo hacer compras con gran discrecionalidad anteponiendo el mero dicho de que éste no es igual a otros gobiernos del pasado. Solo que la realidad es terca: se ha pasado de 9 mil 675 millones de pesos en adjudicaciones directas, sin mayores trámites, regulación ni transparencia en 2013, ¡a 21 mil 047 millones de pesos en 2019!

Esto no puede seguir así y es urgente un ¡Ya basta! colectivo. Los medicamentos son fundamentales en la terapéutica actual, los que al utilizarse, después de un adecuado diagnóstico, facilitan la prevención, curación, atenuación y tratamiento de las enfermedades y sus síntomas. Sin embargo, cuando éstos se utilizan o suspenden de manera inapropiada se convierten en una amenaza para la salud individual y comunitaria, derivado de su falta de efecto, toxicidad o efectos no previstos y que rebasan la relación riesgo – beneficio conveniente.

De alguna manera es alentador que luego de que el presidente negara la escases de medicamentos y acusara a los padres de familia de niños con cáncer de agitadores, politiqueros y manipulados por los conservadores y de que su muy insensible Subsecretario de Salud federal, López – Gatell, acusara a quienes protestaron por ésta ineptitud del gobierno federal de, en pocas palabras, ser de lo peor, hace algunos días reconociera la insuficiencia de medicamentos en el sector público y hasta conminara o regañara a los responsables de la SSA para que a

la voz de ya resolvieran el problema. Tiene razón en estar molesto el presidente: sus auxiliares no lo han podido ayudar a cargar el paquete y ya van a la mitad del gobierno.

La mala planeación, el capricho y la improvisación han contribuido en gran medida a la falta de equipos y la escasez de medicamentos para el tratamiento de diversas patologías como: cáncer, diabetes, tiroides, hipertensión, VIH/sida, entre otras, la cual oscila entre el 40% y 60% en todo el país, sin que hasta ahora el gobierno federal haya dado soluciones a esta problemática que se sigue agudizando.

El caso es que por ineptitud –que es una forma de corrupción- las fallas de medicamentos para el tratamiento de enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes y tiroides, el déficit en el abastecimiento de medicamentos oncológicos, los antirretrovirales y los antibióticos pueden traer consecuencias lamentables para la salud y calidad de vida de los pacientes.

Algunos familiares de pacientes han revelado que para compensar las faltas, los pacientes reducen las dosis de medicamentos con la finalidad de tener tratamiento para más días, produciendo niveles no óptimos de antibióticos y antirretrovirales en el organismo, con lo cual podría surgir, muy fácilmente, la resistencia. Así mismo, pueden suspender los tratamientos de manera brusca ocasionado reacciones adversas severas, como por ejemplo la hipertensión de rebote por la suspensión repentina de beta bloqueantes.

No hay que irse con la finta: el problema es estructural. No es por falta de dinero. Es por falta de compromiso social y de capacidad administrativa. Se ha alargado porque la sociedad no se ha organizado para protestar y exigir, por no haber la suficiente solidaridad con los pacientes y sus familiares. “A mí qué me importa”, parece que decimos.

Ante esta realidad inmoral es ineludible exhortar a la sociedad en su conjunto a actuar responsablemente desde cada ámbito de acción; los pacientes exigiendo el cumplimiento del mandato constitucional y haciendo un uso racional del recurso terapéutico y el Estado y los funcionarios del gobierno garantizando que las políticas de salud, se mantengan al margen de intereses y preferencias ideológicas y de ocurrencias palaciegas y narcisistas a fin asegurar el acceso oportuno a los tratamientos farmacológicos, la atención integral de los pacientes y el funcionamiento optimo del sistema de salud.

Este es un problema toral que habrá de medir la estatura de luchadores sociales de los funcionarios públicos, de los regidores y de los dirigentes de los partidos políticos. Tanto dolor solo puede ser ignorado por los políticos pusilánimes, por la burocracia modorra y por quienes aceptan ocupar cargos públicos para cultivar su ego sin traer en su morral soluciones viables, objetivas y concretas.

¡Ya basta de la escases de medicamentos!