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¡VIVAN LAS MUJERES TRABAJADORAS!

Por Rafael Ayala Villalobos.

Los grandes problemas de La Piedad y de México son la desigualdad y la pobreza que bien pueden resolverse mediante la educación ya que ésta es la gran igualadora y el mejor camino para la superación física, mental, espiritual y económica; asimismo la educación ayuda a lograr una mejor convivencia social y medioambiental. Lamentablemente el actual gobierno federal no tiene como prioridad el tema educativo prueba de ello es la reciente cancelación del programa de escuelas de tiempo completo, las estancias infantiles o el Seguro Popular, entre otras malas decisiones que perjudican sobre todo a las mujeres.


¿Por qué sobre todo a las mujeres? Porque no hay mejor forma de empoderar a la mujer que a través de la educación. Este ha sido un gobierno enemigo de la infancia, de la educación y de las mujeres, un gobierno que en lugar de armar comisiones y mecanismos de diálogo y concertación con las mujeres, prefiere armar barricadas de metal, verdaderos muros de miedo y necedad rodeando los palacios de gobierno, ante la próxima conmemoración del Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo.

Aunque claro que no a todas las mujeres, sino con mayor crudeza se daña a la mujer trabajadora del campo y de la ciudad, a la mujer que vive de la venta malbaratada de su fuerza de su trabajo. Las mujeres pobres son las pobres entre los pobres, las explotadas de los explotados, las que acarrean el agua cuando no la tienen entubada, las

que cuidan a los enfermos de sus familias, las que ganan menos dinero por un trabajo igualito que el de los hombres.

Y es que cuando hablamos de mujeres hay que reconocer que no todas tienen la misma situación social y económica y que mientras unas viven en la opulencia, la mayoría no tiene siquiera los mínimos de bienestar.

En la región de la Piedad, en el bajío michoacano, por ejemplo, de cada cien familias veinticinco tienen como cabeza de familia a una mujer; el 53% de la población son mujeres y de este total el 37% vive en pobreza y el 17% en pobreza extrema. Solo el 12% de las mujeres mayores de 40 años con escolaridad de secundaria encuentran trabajo formal y asi podría citar otros datos para dibujar la radiografía de la pobreza de género en esta región donde niñas y mujeres son terriblemente expuestas a sufrir la pobreza que aumenta la brecha entre hombres y mujeres y entre mujeres propietarias y mujeres desposeídas, por lo que urge que las organizaciones sociales y políticas y sobre todo el gobierno diseñe políticas públicas municipales y regionales, sin atenerse a las federales porque al menos este gobierno no lo hará, que rompa la conexión que hay entre desigualdad de género y pobreza que aplasta de plano los derechos humanos de las mujeres.

Es menester conmemorar el Día de la Mujer con un enfoque de género pero también con una perspectiva de clase social si se quiere transformar la injusta realidad que feminiza la pobreza y que hace presa fácil a las mujeres de la violencia en todas sus formas, entre ellas la económica, la del hambre y la de la desesperanza, y ni que decir de esa violencia, que impide a las mujeres trabajadoras y pobres participar de forma consiente, libre y activa en la vida política.

En el día de la mujer es común enfocarse a la mayor participación lograda de mujeres en la política, a que ya pueden votar y tener acceso a cargos públicos de gran importancia, pero no hay que perder de vista que esas son excepciones, ya que en la realidad las mujeres pobres son carne de cañón del clientelismo político de los partidos, empezando por el del presidente de la república.

También es común que el 8 de marzo se hable de la discriminación contra las mujeres y las niñas, señalándola como causa de la desigualdad, cuando lo cierto es que la discriminación es origen y al mismo tiempo resultado de la gran desigualdad económica. Ó sea que es un círculo vicioso desigualdad-pobreza-desigualdad que es preciso romper, construyendo colectivamente una agenda mínima con la que se comprometan los políticos y las políticas para que en lo sucesivo, no se conmemore el día de la mujer como si todas las mujeres vivieran en igualad de situación.

Dejemos de romantizar el día de la mujer, de utilizarlas como clientela electoral y escenografía teatral para eventos sociales y políticos y mostrémosles un mínimo de respeto como personas humanas.

Las crisis económica y de salud mal manejadas por el mal gobierno han resaltado las desigualdades y sufrimientos de las mujeres, su precariedad de vida, sus sobrecarga de trabajo en los cuidados a los familiares y la atención del hogar y, por la falta de apoyos del gobierno y la cancelación de diversos programas emancipadores de la mujer, están sufriendo un deterioro en su economía, en su carga mental, invisibilizándose su gran contribución económica a la sociedad y hasta mayor violencia física y emocional.

Involucrémonos sociedad y gobierno, empresas, sindicatos, partidos y organizaciones que vertebran la sociedad con el objeto de acabar con la feminización de la pobreza. ¿Para qué?

Para buscar realmente la igualdad a partir de cambios estructurales y sociales en el modo de producción y de consumo que hasta ahora llevamos que mercantiliza a la mujer, y también para transformar la estructura del Estado y no solo hacer cambios de maquillaje o de estilo o de organización en el gobierno.

Ninguna transformación que busque la justicia social se queda en la cortedad de cambiar a unos funcionarios por otros, cancelar programas, o imponer la austeridad en el gasto público.

Se debe calar hondo en la transformación de la estructura económica, social, política, jurídica y en general cultural del Estado. Esto es ser revolucionario lo demás son habladurías.

Por el simple hecho de serlo, felicito sinceramente a todas las mujeres, pero en especial mi reconocimiento a las mujeres trabajadoras.