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¿Y TÚ, LE SACAS AL PARCHE?

Por: Rafael Ayala Villalobos

En las afueras de Culiacán, Sinaloa, rumbo a la sindicatura de Imala, está un elefante blanco construido por el actual gobierno federal con mil 230 millones de pesos e inaugurado por el presidente Andrés Manuel López Obrador en septiembre de 2021 sin que estuviera bien terminado.


Se trata del nuevo Hospital General de Culiacán que cumplirá 3 años cerrado y sin funcionar luego de su “inauguración”.

Tiene 120 camas, 9 quirófanos y 52 consultorios. Muchos de sus equipos los han desvalijado o robado. Las ratas van y vienen y la maleza le crece.

Vecinos del hospital abandonado aseguran que hace un año, durante una semana, “entraban muy temprano unos cubanos y salían en la tarde”. “Pensamos que ya lo iban a abrir pero no…”, dicen.

Ahí estuvo el presidente López Obrador este viernes 15 de marzo, encerrado en una reunión “privada” de la 1:00 a las 3:00 de la tarde, con el gobernador Rocha, políticos morenistas y altos funcionarios del gabinete sinaloense.

El pretexto de la reunión fue tratar temas del IMSS-Bienestar. Pero al decir de un asistente de mi confianza, se trató de analizar la campaña electoral en Sinaloa y establecer cuotas de votos a los presentes. No hubo periodistas. Todo fue a puerta cerrada y de espaldas al pueblo de Culiacán que ve cómo su hospital no abre sus puertas al público y para colmo, lo usan de búnker político.

Lo anterior es una evidencia más del desvío de recursos, de la corrupción y del desinterés del gobierno por mejorar las condiciones de vida de los mexicanos, obsesionado como está en su mentado “plan C”, que no es otra cosa más que intentar que continúe la brutal destrucción del país, la corrupción del círculo más cercano del presidente, la inseguridad, la violencia, la impunidad del narcotráfico, el destrozo del sistema de salud, la quiebra de las finanzas públicas y de su endeudamiento, de las obras faraónicas e inservibles, del desmantelamiento del Estado de derecho y del entorpecimiento de las funciones de los organismos autónomos y de la división de poderes, del colapso del campo, la minería y el sistema educativo, entre otros males cuatroteístas.

Dicho con claridad: el “plan C” es imponer una dictadura, un gobierno autócrata, un absolutismo presidencial, pisoteando la democracia, las libertades y los derechos políticos.

Así las cosas, y sin embargo conozco personas que entienden bien lo que está pasando en el país y el riesgo que corre la república democrática, que temen lo que pueda venir si Claudia Sheimbaum ganara la presidencia, y sin embargo, esconden la cabeza como los avestruces.

Temen, pero el miedo los paraliza.

Sus intereses y sus costumbres de vida privada, los atan a su zona de confort, sin entender que de todos modos, más temprano que tarde, les van a “robar su queso”, y que las guerras que hay que dar, hay que darlas, aunque se vean difíciles de ganar, si se es hombre o mujer de bien.

Conozco a otros que por conveniencia económica están apoyando con su silencio y sus empresas a ciertos políticos morenistas, embelesados por el poder, atraídos por “las relaciones influyentes”, aunque en privado hablen pestes de los encumbrados por la delincuencia autorizada.

Inmorales, se acomodan.

Antiéticos, se arrastran al poder.

Pusilánimes, huyen al sacrificio de testificar el bien.

Si es cierto que “ni al trabajo ni a los trancazos le entran todos”, mucho menos al sacrificio del martirio.

“Mártir” viene de “testigo” en griego. Mártir es quien es perseguido y muere por defender una causa política o religiosa, por lo que sufriendo da testimonio de sus convicciones y valores. No cualquiera.

Orígenes Adamantius (184 – 253 d.C.), considerado uno de los Padres de la Iglesia, que fue perseguido y torturado, dijo: “el martirio es acción salvadora por el mundo”.

El filósofo Hegel dijo de los que con sufrimiento y entrega dan testimonio: “…son espíritus lúcidos en sí mismos, espíritus íntegros (…) El auténtico acto de autorrealización equivale a la sustancia ética o moralidad como acto sustantivo”.

La moral (de la raíz mori, costumbre) tiene que ver con los valores, conductas y normas comunitariamente aceptados como válidos en sociedad. La ética, en cambio, es la reflexión, el análisis sobre por qué los creemos válidos y por qué decidimos actuar en consecuencia.

Se puede decir que la ética ayuda a la moral.

Y que un hombre sin moral ni ética, no es hombre a cabalidad.

Sófocles tiene una de sus tragedias griegas dedicadas a éste tema, en la historia de Antígona.

En ella reflexiona: “Una sociedad que no está en condiciones de soportar el sacrificio es una sociedad pervertida. Esta verdad escandalosa es solo una manera de decir que, sin la posibilidad de sacrificio, ya sea en forma de un acto heroico o de una resistencia diaria, inevitablemente se dibuja un horizonte totalitario y de clausura de las libertades”.

Y agrega: “El sacrificio inaugura un nuevo tiempo, hace ruptura, crea horizonte, abre paso a la dimensión humana. El sacrificio es subversivo, por eso asusta a los tiranos”.

Antígona tenía dos hermanos, Eteocles y Polinice. Estos pactan turnarse en el ejercicio del poder de Tebas, pero como ya encarrilado el gato ingó a su madre el ratón, Eteocles le da largas y no entrega el mando aferrándose al poder.

Entonces Polinice monta en cólera, que no era ninguna yegua, sino que se encaboronó sobremanera, arma un ejército, se insubordina, se lanza sobre Tebas y se ensartan los dos hermanos en una encarnizada y sangrienta lucha hasta que los dos mueren.

Creonte, que primero anduvo de “amarra-navajas”, llevando y trayendo chismes, aprovecha el vacío y toma el poder como tirano. Da limosnas al pueblo, manipula a los ignorantes, promete mintiendo, pasa a degüello a los partidarios de la democracia y gobierna dictatorial y autocráticamente a base de edictos.

En uno de ellos el tirano Creonte ordena tirar el cuerpo desnudo de Polinice en las afueras de Tebas para que las fieras se lo comieran.

Solo que Antígona asalta a los soldados que lo iban a tirar, rescata el cadáver y le da sepultura como Dios manda, lo que hace enojar al tirano Creonte que salió al balcón a maldecir, a culpar a los del anterior régimen y a hacerse la víctima. Lloró, se revolcó en el piso…, todo porque una tal Antígona –y para colmo mujer- lo contradecía. Entonces tronó con un edicto: la condenó a ser enterrada vida adentro de una cueva.

La muchedumbre que ya era una tiranía de la mayoría sumisa a Creonte, atrapó a la pobrecita de Antígona. Los soldados la sepultaron viva en una cueva y allí murió como mártir, sacrificada por sus ideales.

Cuando le permitieron el uso de la palabra en un remedo de juicio sumario, dijo: “Creonte, tiranozuelo, desobedezco tus leyes y edictos, porque yo obedezco a otras leyes no escritas e inalterables, leyes eternas, que no son de ayer ni de hoy y que son divinas. ¿Es que acaso crees que voy a violar esas leyes divinas por miedo a una voluntad humana?”.

Cuando Antígona se rebeló y defendió sus valores obedeciendo su ética personal, ejerció su libertad, aun a riesgo de sacrificar su vida.

Antígona le llevó la contra a la idea establecida en Tebas, de que nuestras vidas ya están predeterminadas por el destino.

Antígona se rebeló no solo contra las leyes humanas impuestas por Creonte sino contra el terrible destino de sumisión al tirano que la muchedumbre de Tebas aceptaba sin protestar.

A lo largo de la historia ha habido muchas Antígonas y han ganado las batallas.

Siempre que ha habido una tragedia para el derecho natural y las libertades, han aparecido Antígonas, tanto hombres como mujeres, que de una pieza, sin cuarteaduras, han hecho indecibles sacrificios como ahorita lo están haciendo en México y en La Piedad muchas y muchos que están dando testimonio.

Las y los Antígonas del presente en México, en esta hora crucial y tormentosa, encarnan la lucha por los valores humanos, por la democracia y la libertad.

Antígona es el símbolo de la rebeldía ética enfrentada a la injusticia y a la tiranía del Estado.

Antígona representa la virtud, la nobleza y las leyes del corazón, asimismo del derecho natural a la libertad que están por encima de cualquier ley impuesta arbitrariamente por un tirano.

Es cierto, hay sacatones, pero son muchos más los Antígonas.

Y tú, ¿le sacas al parche?

¿O eres de los que tienen el corazón dispuesto y el pantalón bien puesto?

Sean felices.